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La primera semana de agosto ha sido complicada para la administración de Nicolás Maduro. El mes abrió con un pico de 869 casos positivos de COVID-19, que fue superado seis días después, con 981. El reporte de este viernes 7 de agosto, de 886 casos, no está muy alejado del promedio de la semana.
Entre este lunes y viernes, Venezuela tuvo 3.960 casos conocidos, y ha acumulado en lo que va de agosto 5.592, casi la mitad de los 12.742 registrados durante todo el mes de julio. Durante esta semana también se superó la barrera de las 200 muertes asociadas al virus, con un total hasta la fecha de 208.
Este repunte hace quedar en el pasado los tiempos en los que el ministro de Comunicación de Maduro, Jorge Rodríguez, anunciaba que estaban cerca de aplanar la curva de contagios, aunque desde la narrativa oficial se atribuyó este crecimiento a los venezolanos que han regresado al país presuntamente infectados de países como Colombia, Brasil, Perú y Ecuador.
Si bien a principios de junio los denominados «casos importados» representaban entonces el 90% de los contagios por coronavirus en el país, la tendencia se fue revirtiendo en el transcurso de ese mismo mes, hasta que a partir del 25 de junio se comenzó a evidenciar cómo el número de contagios comunitarios era cada día superior al de venezolanos repatriados. Ya para el 11 de julio, el propio Nicolás Maduro aseveraba que 50% de los contagios provenía del exterior.
Ahora la situación es completamente diferente. De los 24.166 contagios de COVID-19 conocidos en el país hasta la fecha, 18.222 son casos comunitarios, lo que representa el 75,4% del total nacional, en contraposición a los 5.944 venezolanos repatriados, cuyo porcentaje actualmente es de apenas 24,6%.
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Este aumento coincide con la expansión del virus en los principales centros urbanos del país, tal es el caso del Área Metropolitana de Caracas y los estados Zulia y Miranda, que este viernes encabezaron la tabla de entidades con mayor número de contagiados, seguida por otros estados que también poseen una significativa densidad poblacional, como Anzoátegui, Carabobo y Bolívar.
Sin embargo, el gobierno de Maduro ha insistido en responsabilizar ya no a los venezolanos que ingresan por vías regulares, sino a los denominados «trocheros», personas que, para evitar la cuarentena obligatoria en los refugios de los estados fronterizos, utilizan pasos clandestinos para ingresar al país. Al no estar sometidos a controles sanitarios, el oficialismo los ha considerado una amenaza, al grado de llamarles «armas biológicas», y se han habilitado líneas telefónicas y correos electrónicos exclusivamente para reportar a ciudadanos que sean sospechosos de serlo.
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Pero al ver los mismos reportes ofrecidos por los voceros del oficialismo, se puede apreciar un detalle llamativo: desde el crecimiento sostenido de casos que comenzó a finales de junio, los boletines han señalado de manera constante cada día que no se han vuelto a registrar contagios por contacto con viajero internacional, una categoría creada por el gobierno a inicios de la pandemia para contar a los ciudadanos que, a pesar de ser locales, contrajeron el virus al interactuar con alguien repatriado. De momento los voceros no han dado una explicación sobre la repentina desaparición de esa casilla, que justamente serviría para medir el impacto que los casos importados han tenido sobre la población.
En el ámbito mundial se han detectado 19.306.868 casos y 720.074 muertes por COVID-19, de acuerdo con el balance de la Universidad Johns Hopkins, con sede en Estados Unidos, disponible a las 12:30 de la madrugada de este sábado 8 de agosto.
Redacción de Abel López y Jordan Flores.
