Tratamiento para COVID-19 sugerido por Maduro requiere más pruebas de laboratorio

La terapia por transfusión de plasma recuperados de coronavirus es efectiva en 76% de los casos, pero para su optima aplicación necesita insumos e infraestructura de las que el sistema de salud no dispone plenamente

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transfusion sangre coronavirus
La transfusión es proceso complejo para el que se debe garantizar la seguridad del donante y el paciente| Foto: Cortesía @MinSaludVE

Caracas.- Desde abril una novedosa técnica terapéutica que se aplica con éxito en pacientes graves con coronavirus. El tratamiento con plasma de personas recuperadas del virus ha mostrado una alta efectividad en países de Asia y Europa. Sin embargo, para su implementación se requiere de una infraestructura que garantice la mínima incidencia de riesgos para pacientes y donantes del componente sanguíneo y una capacidad de procesamiento de pruebas de laboratorio, que hasta la fecha, Venezuela no ha mostrado.

Cuando el pasado martes, 23 de junio, el gobernante Nicolás Maduro anunció la incorporación del procedimiento que se conoce como “plasma de convaleciente" al esquema venezolano, pocas dudas quedaron resueltas. De acuerdo con las pautas que la Organización Mundial de la Salud (OMS) fijó para regular el desarrollo e implementación del tratamiento, el sistema de salud venezolano necesita de unos elementos adicionales.

En Venezuela la mayoría de las pruebas que se aplican, aún para el diagnóstico, son rápidas o desechables. Esto discrepa de las directrices de la OMS, actualizadas el pasado 22 de abril. En este documento se estableció que la necesidad de disponer de más reactivos para pruebas de laboratorio. Así se garantiza una recolección, procesamiento y etiquetado seguro del plasma.

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Requisitos

Esta exigencia supone una carga adicional para los sistemas de salud. Más en el caso de las limitaciones de la red asistencial venezolana. Pues, el proceso amerita insumos desde la extracción de la sangre, la verificación de la calidad de los componentes. También hay que demostrar que el líquido posee los anticuerpos para combatir el virus. Es decir, que el donante es un paciente recuperado de la infección por SARS-COV-2.

La obligatoriedad de las pruebas de PRC (siglas en inglés de reacción en cadena de la polimerasa), es lo que le da viabilidad al ensayo. El procedimiento consiste en la transfusión de plasma de pacientes recuperados de COVID-19 a personas con síntomas de moderado a graves de la enfermedad. En esta inyección se agregan al sistema del paciente infectado anticuerpos necesarios para mitigar los efectos del virus.

“El etiquetado además de los requisitos definidos en las normas locales deberá indicar su uso experimental, y las consideraciones especiales si fueron aplicadas, como pruebas moleculares de reacción en cadena de la polimerasa o de detección de ácidos nucleicos (PCR o NAT) con resultados Negativos para SARS-CoV-2, o si el plasma ha sido tratado para la reducción de patógenos o inactivado o en cuarentena y la fecha de vencimiento", recomienda la OMS.

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Seguridad

Las verificaciones de bioseguridad permiten reducir la potencialidad de transmitir enfermedades en el proceso terapéutico. Por esto, el plasma antes de transfundirse se debe analizar en otras pruebas de laboratorio. De esta forma se descarta la presencia de agentes causantes de enfermedades como el VIH o la hepatitis.

“El plasma será analizado y deberá tener resultados negativos para todos los agentes infecciosos susceptibles de ser trasmitidos por transfusión, como virus de inmunodeficiencia humana (VIH), virus de hepatitis B o C (VHB, VHC), sífilis u otras enfermedades establecidos en la norma nacional", añade el documento de la OMS.

Un estudio reciente, publicado el 2 de junio en la página web del «American Journal of Pathology», demostró que el tratamiento con plasma para el coronavirus es eficaz en 76% de los casos. Según los resultados del informe final, 19 de 25 pacientes presentaron mejoría con la terapia. De estos 11 fueron recibieron la alta médica sin complicaciones.

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