Caracas.- Desde hace una semana la tasa de coronavirus en Venezuela alcanzó un promedio de mil casos diarios. La incidencia, que es la más alta desde que inició la pandemia, ha ocasionado el colapso de los servicios de salud en las regiones que reportaron más casos. Sin embargo, la suma de estos altos índices apenas equivale a 1,98% de los contagios acumulados en cinco meses de transmisión. Es decir, de las 1.640.528 pruebas hechas según el Gobierno, que implican 54.684 test por millón de habitantes, solo poco más de 30.000 resultan en casos positivos de COVID-19.
El número de pruebas realizadas hasta el 15 de agosto solo abarca 5% de la densidad de población del país. Esto si se le compara con los datos del censo que realizó el Instituto Nacional de Estadística en 2011. No obstante, con estas cifras Venezuela se sitúa como el tercer país que más pruebas aplicó hasta el 16 de julio en América Latina. El volumen de test aplicados apenas lo superan Brasil, con más de 4.900.000 pruebas desde febrero y Perú que ha realizado cerca de 2.000.000 de test.
Las estadísticas, aunque proporcionalmente alentadoras, no pueden compararse en igualdad de condiciones. Hace dos semanas la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó que apenas 6% de los análisis para detectar coronavirus en Venezuela eran de laboratorio. Esto significa que la gran mayoría de las pruebas con las que en el país se hace diagnóstico y seguimiento de los casos activos no sirven para determinar la presencia del virus, sino el nivel de convalecencia. En abril la misma OMS desaconsejó el uso de las pruebas de diagnóstico (PDR) para despistaje masivo.
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A ciegas
A diferencia de Venezuela, en Perú y Brasil, dos de las naciones con más casos confirmados, las pruebas confirmatorias sí corresponden a análisis de laboratorio. Estos estudios se basan en tomas de hisopado nasofaríngeo de pacientes sospechosos que procesan bioanalistas, la llamada PCR (reacción en cadena de la polimerasa, por sus siglas en inglés). La fiabilidad de estos test radica, insiste la OMS, en que detecta componentes del ADN del virus causante de la enfermedad pandémica.
El criterio serológico o de laboratorio es el que permite una mejor detección y ubicación de los casos. Así se mejora la respuesta de los gobiernos, pues les permite focalizar los esfuerzos. Conforme se ha registrado el auge de la enfermedad en Venezuela, los criterios para su control variaron. La estricta cuarentena fue cambiada por un esquema de flexibilización que se mantiene aun cuando se presenten los más altos picos de transmisión.
Distrito Capital, Miranda y Zulia representan cerca del 30% del total de reportes acumulados. Por lo que del millar que se detectó diariamente entre el lunes, 10 y domingo, 16 de agosto contabilizaron alrededor de 300 casos. Esta incidencia, como se le conoce en epidemiología, revela un foco claro que el Gobierno ha desatendido con la aplicación de las medidas de desconfinamiento. La revisión de estas medidas no se hizo ni siquiera la semana con mayores picos de contagio.
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Insuficiencia
El 21 de julio, más de cuatro meses después de que se decretara la emergencia nacional, el gobierno amplió la capacidad diagnóstica con la inclusión del laboratorio de biología molecular del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic). A partir de entonces el Estado pasó de procesar poca más de 150 muestras diarias, a más de 1.200 por día.
Para esto se recurrió a tecnología china, mediante la utilización de robots en el Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel. De esta forma los laboratorios se mantienen operativos las 24 horas. El aumento de las capacidades aún no permite conocer en tiempo real el avance de la transmisión. Las pruebas tardan hasta 14 días en ser revisadas, como constató El Pitazo con pacientes recluidos en Caracas. Las diferencias entre las casi 20.000 pruebas diarias que se envían y las poco más de 2.000 que se procesan mantienen el virus en una opacidad mortal.