Con profundo pesar y un corazón cargado de admiración despedimos a Maite Goñi Jáuregui, una mujer excepcional cuyo paso por nuestras vidas dejó una huella imborrable de luz, compromiso y amor por Venezuela.
Nuestro camino se cruzó con el de Maite hace más de veinte años en el Colegio La Salle. Fue durante una charla, cuyo tema específico el tiempo ha difuminado, pero cuyo impacto perdura nítido. Allí, una joven Maite intervino con una claridad y una precisión tan acertadas, que capturó inmediatamente la atención de mi esposo, Sergio Ramos, y la mía. Su inteligencia y seguridad eran imposibles de ignorar. Pronto descubrimos otro de sus roles más preciados, el de madre ejemplar de Nelson Enrique Matute, compañero de nuestros hijos en el Colegio “Cristo Rey”. En ese entorno, ya se vislumbraba su carácter: dedicada, presente, inspiradora.
El destino quiso que volviéramos a encontrarnos. Fue entonces cuando Maite, con su espíritu emprendedor e incansable, tomó la iniciativa de organizar un grupo dedicado a dictar charlas motivadoras. Junto a Manuel Carrero, Paúl Escovar, María de los Ángeles Díaz, Óscar García, Trina Abreu y Henry Henríquez, Sergio y yo fuimos parte de ese sueño colectivo tejido con su entusiasmo. En esas reuniones, alimentados por su don de palabra único y su convicción profunda, no solo compartimos técnicas; soñamos juntos una Venezuela mejor, más unida, más humana. Maite era el alma de ese proyecto. Su altruismo genuino trascendía palabras, se traducía en un compromiso tangible con todas las clases sociales, con los vecinos, con las comunidades más necesitadas, con el país entero que amaba.
Una experiencia que atesoro especialmente fue cuando llevamos esas charlas a los obreros de las empresas carabobeñas. La conexión que Maite establecía era mágica. Su capacidad para motivar, para entender y elevar era tan palpable, que recuerdo vívidamente cómo, tras una de sus intervenciones particularmente brillantes, "nos la quitaron", es decir, una empresa la contrató de inmediato. Era el reconocimiento merecido a su talento y pasión.
Con los años, como suele pasar, las distancias y las rutinas dispersaron aquellas "sabrosísimas charlas" y hasta las reuniones sociales más frecuentes. Supimos que los Matute Goñi habían emprendido un nuevo rumbo en España. El contacto se mantuvo, teñido de nostalgia, pero vivo, gracias al milagro cotidiano de WhatsApp. Seguimos admirando su fuerza a la distancia.
El pasado sábado cinco de julio, una noticia desgarradora nos golpeó duramente, Maite nos dejó en Valencia, España, tras una valiente lucha contra el cáncer. Hasta sus últimos días, su espíritu inquieto y solidario brilló con intensidad. Era la presidente de la Asociación Civil Proyecto Valor Vecinal y directora de la Asociación Civil Red Vecinal Venezuela, roles que ejerció con la misma entrega y visión que siempre la caracterizaron, demostrando que su compromiso con la comunidad y su país nunca flaqueó, ni siquiera frente a la enfermedad.
Hoy, nuestro dolor es inmenso. Pero mayor aún es nuestra gratitud por haberla conocido, por haber compartido sus sueños y su lucha. Maite Goñi fue mucho más que una colega o una amiga; fue un ejemplo vivo de coraje, generosidad y amor patrio.
Nuestras más sentidas condolencias llegan a quienes llevan el peso más grande de esta pérdida: a su esposo, Nelson Matute; a su amado hijo, Nelson Enrique Matute Goñi; a su hermano, Esteban Goñi; a toda su extensa familia; y a esa amplia red de amigos comunes que, como nosotros, sienten hoy un vacío irreparable y un profundo dolor. Que encuentren consuelo en la certeza de que el espíritu luminoso de Maite, su pasión y su legado de servicio, perdurarán para siempre en todos los que tuvimos el privilegio de recibir su luz.
Descansa en paz, querida Maite. Tu semilla sigue creciendo en Venezuela y en nuestros corazones.