Desde 2007, se advirtió que los glaciares venezolanos eran los más sensibles a la pérdida de hielo. Foto: Reinhold Martínez (@venezuelacielo)

El derretimiento del último glaciar de Venezuela, en la Sierra Nevada de Mérida, es inminente. Pero expertos coinciden en que, desde hace años, no es un glaciar: solo queda una última cobertura de hielo que “debería seguir su curso natural” y no bajo el manto térmico propuesto por el Ministerio de Ecosocialismo venezolano (Minec).

Aunque la pérdida del glaciar del Humboldt es indetenible, ya estaba advertida, “si no hubiésemos contribuido a acelerar el cambio climático quizás se hubiese extendido un poquito más”, explica a Efecto Cocuyo el biólogo venezolano Enrique La Marca, quien ha participado desde 1996 en investigaciones sobre cambio climático, reconstrucciones paleoclimáticas y glaciaciones en los Andes venezolanos.

Para 1910, los glaciares cubrían un área de al menos 10 kilómetros cuadrados en la región montañosa del noroeste venezolano. Y en 2018, satélites del Observatorio Terrestre de la Nasa mostraron que solo quedaba menos del 1 % de esa superficie helada, toda encerrada en un solo glaciar: Humboldt, la última porción de hielo perenne en el país.

Al terminar de derretirse, Venezuela será un país libre de glaciares.

Deforestación y aumento de temperatura apresuraron el derretimiento

La Marca menciona que el retroceso glaciar es un fenómeno natural propio del periodo interglacial que sobrevino después del Último Máximo Glaciar, y describe a la deforestación y el aumento de temperaturas en Mérida como dos de las principales causas, por intervención humana, que contribuyeron con el derretimiento acelerado de los glaciares venezolanos.

“En la década de 1950 comenzó una transformación impresionante en toda la zona sur del lago de Maracaibo, cuando se construye la carretera panamericana que la atraviesa. Eso ocasionó que se destruyera la mayor parte de los bosques en esa zona. Ahora lo que tenemos ahí son grandes extensiones de potreros y plantaciones. Entonces, ¿dónde están los árboles que proporcionaban esa humedad que llegaba a las montañas? Un proceso similar ocurrió con la destruccion de los extensos bosques alisios que cubrían gran parte de lo que son Los Llanos occidentales venezolanos. No se produce la misma cantidad de vapor de agua que va a la atmósfera y por lo tanto no va a llegar allá arriba la misma cantidad para ser depositada en forma de nieve”, explica el biólogo.

Por otra parte, el desarrollo urbanístico de la ciudad de Mérida está aportando calor a la Sierra Nevada con las construcciones de cemento y asfalto, lo que ha llevado, junto con la deforestación, al aumento de cerca de 1 °C en esa área, según estudios llevados a cabo en el Laboratorio de Biogeografía que dirigía Enrique La Marca en la Universidad de Los Andes (ULA).

Para el científico —fundador y director del proyecto “Donde Venezuela Toca el Cielo”, un libro sobre las montañas más elevadas del país–, hacer esas estimaciones de aumento de temperatura y extensión de los glaciares se hace complicado para los investigadores, ya que las estaciones meteorológicas en el país están inoperativas o desactualizadas y no hay cartografía actualizada desde hace más de 50 años.

Tampoco se aprovecharon los glaciares para tomar muestras y estudiar las concentraciones de gases de efecto invernadero a lo largo de las décadas, útiles para el estudio de cambio climático en la región.

“Ahí es donde se debe invertir. Están hablando de contrarrestar el cambio climático y nosotros no tenemos una actualización de la red de estaciones meteorológicas en el país. Lo otro que necesitamos saber son las extensiones y dónde estaban ubicados los glaciares en el pasado y lo que queda de hielo permanente en el presente. Necesitamos una cartografía base que esté actualizada. En el pasado, teníamos la División de Cartografía Nacional que se encargaba de la elaboración de los mapas. Estoy hablando de algo que se hizo en la década de 1970”, añade.

El glaciar del Humboldt fue denominado por La Marca como “La Última Joya de La Corona” y su muerte ya había sido pronosticada por diferentes especialistas años atrás.

En 1952 quedaban 10 glaciares, que se redujeron a 5, muy pequeños, en 1998, año en el que los glaciares del macizo La Corona cubrían 2,05 kilómetros cuadrados.

Esa cifra se redujo a 1,7 kilómetros cuadrados en 2008 y dos años después, a 0,1 kilómetros cuadrados.

“La desaparición de glaciares como el del Humboldt no solo afecta a los ecosistemas locales, sino que también tiene implicaciones globales. La pérdida del último glaciar de Venezuela es un llamado a la acción; un recordatorio de que debemos reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, proteger nuestros ecosistemas, detener la deforestación y contaminación y trabajar juntos para un futuro sostenible”, resume La Marca.

Los glaciares venezolanos eran los más sensibles a la pérdida de hielo

En 2007, el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (Ipcc) enumeró los efectos del cambio climático a nivel global en su Cuarto Informe de Evaluación y mostró en ese entonces que uno de los mayores impactos era la pérdida de cobertura de hielo en los glaciares de alta montaña.

“Se advirtió a los gobiernos del efecto que tendría para los ecosistemas, sectores productivos y poblaciones cuya fuente de agua dulce depende del deshielo estacional. De los glaciares de América Latina, los de Venezuela son los menos extensos y por tanto, los más sensibles a la pérdida de hielo”, apunta Alicia Villamizar, bióloga venezolana y autora principal del capítulo de América Latina en el informe del Ipcc.

El pico Humboldt en enero de 1998 y en enero de 2018.
Imágenes del Observatorio Terrestre de la Nasa

Usar un manto térmico podría ser contraproducente

A principios de enero de este 2024, un grupo de ambientalistas, a través de una carta abierta, solicitó al Minec “los estudios y procedimientos que antecedieron a esa decisión” de comprar un cargamento de mallas térmicas en diciembre de 2023 con el objetivo de “proteger el último glaciar de Venezuela”.

Pero el ministerio no ha presentado ningún detalle sobre el impacto ambiental y la instalación de los 35 rollos de geotextiles para su “Proyecto de Conservación del Glaciar del Pico Humboldt” que, a juicio de expertos, es una “falsa solución” que podría afectar los ecosistemas cercanos.

Desde el Observatorio Venezolano de Ecología Política (OEP), se advierte “una posible contaminación por microplásticos derivada de la aplicación de la capa geotextil, así como de la movilización del producto”.

“No se tomaron medidas de adaptación, formuladas en su momento. Aplicarlas hoy es mucho más costoso y complejo”, destaca la bióloga Villamizar.

Luego de la instalación de mantos geotextiles para preservación de glaciares, queda la tarea de bajar esos mantos en cada nevada, una actividad que hasta ahora solo se ha llevado a cabo en glaciares europeos, muy distintos a glaciares en el trópico, como en Venezuela.

“En el caso de Venezuela, tenemos a grandes rasgos solo una temporada de lluvias y una seca. En algunos días, en las altas montañas, caen nevadas, pero no son predecibles. Entonces, cuando se coloca un manto, ¿quién va a quitarlo una vez que se esté depositando esa nieve fresca que alimentaría lamasa de hielo? Es una gran preocupación”, puntualiza La Marca.

</div>