La epidemia de la desinformación en las revistas científicas

Los científicos han advertido que decenas de miles de artículos de investigación falsos se están publicando en revistas científicas, lo que ha generado un escándalo internacional que empeora con el tiempo. Esta avalancha global de ciencia falsa está afectando negativamente varias líneas de investigación, relacionadas con la investigación médica y el desarrollo de fármacos. Por tanto, es fundamental abordar este problema para mantener la integridad y la confianza en la comunidad científica.

En 2023, la Escuela de Negocios de Harvard despidió a una de sus profesoras más célebres, después de una investigación interna, debido a una serie de acusaciones sobre falsificación en al menos cuatro de sus estudios publicados. Francesca Gino era una distinguida investigadora del comportamiento humano, conocida por sus prolíficas publicaciones y una agenda repleta de conferencias.

Mientras leía sobre el caso de Gino, me topé con una historia similar. Esta vez, se trataba de un escándalo en el Instituto del Cáncer Dana-Farber, afiliado a Harvard. Dana-Farber es un hospital líder en investigación contra el cáncer. En enero de este año, el grupo de vigilancia Retraction Watch, publicó evidencia de manipulación generalizada de datos en la investigación del cáncer realizada por destacados investigadores, incluidos el director ejecutivo y el director de operaciones del instituto.

Fraude flagrante

Según los reportes, se indicaron inquietudes sobre 57 artículos, de los cuales 38 estaban bajo la responsabilidad del Instituto en cuanto a posibles manipulaciones de datos. Estas manipulaciones de datos no fueron sutiles. La denuncia realizada la calificó como “patéticamente amateur”.

Varios casos que se identificaron se relacionaron con la reutilización de las mismas imágenes en diferentes figuras, con descripciones distintas y rotaciones o estiramientos realizados mediante un editor de imágenes. Además, los gráficos de recopilación de datos en diferentes días son misteriosamente idénticos. Los resultados de las pruebas se copiaron y pegaron de manera evidente.

Todo esto plantea una pregunta crucial: ¿cómo se atrevieron las personas a cometer un fraude tan flagrante y público? Además, ¿cuánto dinero se obtuvo basándose en datos inventados y cuánto se retrasó la lucha contra el cáncer debido a las inexactitudes promulgadas en estos documentos? Y quizás lo más importante: ¿es esto la punta del iceberg?

Durante años, los investigadores biomédicos han sido conscientes de que este campo enfrenta un problema con las imágenes falsas en las publicaciones académicas. En un artículo de 2016, la microbióloga Elisabeth Bik escaneó más de 20.000 artículos biomédicos en busca de evidencia de tal manipulación.

Descubrió que 3,8% de los artículos mostraban signos de ello, y al menos la mitad exhibía características que sugerían una manipulación deliberada. Lamentablemente, el problema parece estar en aumento. La prevalencia de artículos con imágenes problemáticas ha aumentado significativamente durante la última década.

Su escala para describir la manipulación examina tres tipos de imágenes falsificadas: reutilización de la misma imagen con descripciones diferentes, recorte deliberado de la misma imagen en diferentes publicaciones y agregar algo a una imagen existente. Estas prácticas plantean una pregunta crucial: ¿cuánto se retrasó la lucha contra el cáncer debido a las inexactitudes promulgadas en estos documentos?

Falsificación descarada

Durante años, los investigadores biomédicos eran plenamente conscientes de que este campo enfrentaba un problema. Algunas de las manipulaciones específicas destacadas en el informe eran bien conocidas entre los científicos y habían sido objeto de un intenso debate en el foro de discusión de artículos PubPeer. Sin embargo, aunque las preocupaciones eran ampliamente reconocidas, fue necesaria la publicación de un informe para provocar anulaciones y una investigación interna.

Además, es preocupante que la falsificación haya sido tan descarada. No estamos hablando de una manipulación sofisticada de datos, sino de casos en los que los científicos alteraron fraudulentamente las imágenes de sus resultados experimentales. Sólo vemos la pequeña punta del iceberg de la estafa, el recurso de un científico fallido después de que sus experimentos no lograron proporcionar el resultado deseado.

Además, hay otro hilo común entre el fiasco de Gino y el de Dana-Farber: la Universidad de Harvard. Entre el caso de Gino, la renuncia de la Rectora de Harvard, Claudine Gay y ahora la supuesta investigación falsa sobre el cáncer, la reputación de excelencia académica de Harvard sin duda, ha recibido un duro golpe. El descubrimiento de estos fraudes en la universidad de mayor prestigio de los EE. UU. ha servido para llamar la atención sobre un tema que necesita atención con urgencia. Quizás la vergüenza de Harvard provoque un cambio en la comunidad científica.

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