A través de modelos de investigación desarrollados por el Centro de Investigación Ames, de la NASA, un equipo de científicos develó que el estrés térmico -producto de las fluctuaciones de temperatura en el planeta- puede desestabilizar las poblaciones de insectos (además de otras especies) y promover el riesgo de extinción.
Uno de los principales objetivos del estudio Climate-mediated shifts in temperature fluctuations promote extinction risk, publicado en la revista Nature Climate Change, era conocer cómo las poblaciones de insectos responderían a los cambios de temperatura proyectados para el siglo XXII.
Allí, el equipo de científicos, liderado por la Dra. Kate Duffy, exinvestigadora postdoctoral del Ames, estudió 38 especies ectotérmicas (de insectos), de las cuales 25 podrían enfrentar un mayor riesgo de extinción por “cambios de temperatura dramáticos y erráticos en sus entornos”.
Esas 25 poblaciones podrían enfrentar, además, ese riesgo de extinción en los próximos 50 a 100 años, aunque podría variar por el ritmo de las fluctuaciones de temperatura en el planeta.
De acuerdo con el estudio, dichos cambios de temperatura son particularmente amenazantes para los insectos de sangre fría, pues “carecen de mecanismos para regular la temperatura de su cuerpo durante cambios drásticos”.
A pesar de su minúsculo tamaño, los insectos tienen funciones importantes para los ecosistemas del planeta: desde la polinización -que ayuda con la producción de frutas, verduras y flores-, descomposición de la materia orgánica y hasta control de plagas.
Por ello, el declive de los insectos es alarmante. Tanto, que lo llaman “el apocalipsis de los insectos”.
Un estudio de 2021 estimó que el descenso de insectos es de alrededor de 1-2 % al año o 10-20 % por década, un gran golpe para la diversidad biológica.
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A través de modelos de investigación desarrollados por el Centro de Investigación Ames, de la NASA, un equipo de científicos develó que el estrés térmico -producto de las fluctuaciones de temperatura en el planeta- puede desestabilizar las poblaciones de insectos (además de otras especies) y promover el riesgo de extinción.
Uno de los principales objetivos del estudio Climate-mediated shifts in temperature fluctuations promote extinction risk, publicado en la revista Nature Climate Change, era conocer cómo las poblaciones de insectos responderían a los cambios de temperatura proyectados para el siglo XXII.
Allí, el equipo de científicos, liderado por la Dra. Kate Duffy, exinvestigadora postdoctoral del Ames, estudió 38 especies ectotérmicas (de insectos), de las cuales 25 podrían enfrentar un mayor riesgo de extinción por “cambios de temperatura dramáticos y erráticos en sus entornos”.
Esas 25 poblaciones podrían enfrentar, además, ese riesgo de extinción en los próximos 50 a 100 años, aunque podría variar por el ritmo de las fluctuaciones de temperatura en el planeta.
De acuerdo con el estudio, dichos cambios de temperatura son particularmente amenazantes para los insectos de sangre fría, pues “carecen de mecanismos para regular la temperatura de su cuerpo durante cambios drásticos”.
A pesar de su minúsculo tamaño, los insectos tienen funciones importantes para los ecosistemas del planeta: desde la polinización -que ayuda con la producción de frutas, verduras y flores-, descomposición de la materia orgánica y hasta control de plagas.
Por ello, el declive de los insectos es alarmante. Tanto, que lo llaman “el apocalipsis de los insectos”.
Un estudio de 2021 estimó que el descenso de insectos es de alrededor de 1-2 % al año o 10-20 % por década, un gran golpe para la diversidad biológica.