Enero fue un mes “caliente” para Suramérica: solo en Colombia, que registró unos 3.360 focos de calor según el Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil (Inpe), fue declarada una situación de desastre y calamidad tras incendios que arrasaron con, al menos, 7.400 hectáreas.

Por su parte, Brasil pasó esa cifra con 4.555 focos de calor. Pero Venezuela superó el número de ambos países juntos (y del resto de Suramérica) en el mismo periodo: del 1 al 31 de enero registró 9.554 focos de calor, un total que suele alcanzarse para el mes de marzo.

“[Los focos de calor] no son lo mismo que un incendio activo o en tiempo real, pero es importante monitorearlos”, explica Alfredo Gil, ingeniero hidrometeorologista de la Universidad Central de Venezuela (UCV) a Efecto Cocuyo.

Cada mes, Gil hace un resumen de la cantidad de focos de calor en Venezuela a través del blog del Departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de la UCV (Hidromet).

¿Qué son los focos de calor? 

Un foco de calor es la representación de un píxel de la imagen de un satélite con alta intensidad de infrarrojos que sirven para indicar una fuente de calor, como incendios de vegetación, humo caliente, actividades relacionadas con la agricultura u otras fuentes industriales.

Sin embargo, saber si en los registros satelitales un foco de calor representa un incendio es complejo, ya que es habitual que un mismo evento sea detectado por varios satélites a lo largo del día.

“Si nos movemos en el mapa, un color te va a decir cuántas horas han pasado desde que detectaron el foco, porque no es en tiempo real. Si tiene más de 24 horas, tiene otro color. No siempre es lo mismo que un incendio, porque en un incendio podrían observarse varios focos de calor, eso va a depender de qué tan grande o pequeño sea el pixel o la resolución del satélite que esté pasando sobre la zona”, precisa Gil.

Hay diez satélites con sensores ópticos y con diversas resoluciones, parámetros y órbitas que permiten determinar en qué puntos hay focos de calor o hotspots en todo el planeta. 

Más de 9.000 focos de calor en Venezuela solo en enero

En Venezuela, del 1 al 31 de enero de 2024, se detectaron 9.554 focos de calor, la mayoría concentrados en Apure (2.434), Guárico (1.586), Bolívar (1.307) y Anzoátegui (901).

Es común que entre enero y marzo, por escasas lluvias, haya una gran cantidad de focos de calor en el país, lo que no es normal es que un solo mes supere con creces la cifra media de 3.265 focos. En enero de 2023, por ejemplo, el total de focos de calor registrados en Venezuela fue de 3.572.

“En 2010, el total de focos registrados de ese enero fue de 6.000, pero en 2024 estamos hablando de más de 9.000 focos solo en el mismo mes, o sea, enero está ‘superando’ su mismo récord”, destaca Gil, quien basa sus registros de focos de calor con datos del Inpe Brasil, institución que documenta dichos focos principalmente en Suramérica.

A este año se le suma, además, la llegada del fenómeno meteorológico El Niño que, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), tiene una probabilidad de 93 % de que hasta 2026 haya al menos un año con las temperaturas más altas jamás registradas. Para Venezuela, se traduce en menos lluvia y más sequía.

Con el fuego llega la calima

Un estudio de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat, publicado en 2020 y donde el profesor Gil es coautor, enumera que durante el periodo seco en Venezuela, los focos de incendios se reactivan por la sequedad de la vegetación generada por la ausencia de lluvias, haciendo que cualquier lata, botella de vidrio, colilla de cigarrillo o chispa detone cualquier incendio y, con este, la calima.

Esa calima, un humo denso junto con el olor a quemado visible desde las ventanas o cualquier edificio, aunada a la contaminación proveniente de vehículos e industrias en la ciudad “aumentan las estadísticas de casos con patologías respiratorias en los hospitales”.

Hace falta monitoreo permanente

La Nasa y el Inpe Brasil indican que los detalles precisos de qué se está quemando y cuánto se ha quemado es información imposible de obtener con los sensores actuales.

No obstante, en palabras de Gil, sus mapas deberían servir para generar la medida más importante: “no dejar que un incendio avance”.

“Prevención no puede haber porque en teoría pueden ser focos espontáneos. No puedes saber antes si todo ese calor se trata de la quema de jardines para sembrar, por ejemplo. Pero como la mayoría de incendios son antropogénicos, la idea es que haya monitoreo permanente y, al saber dónde está comenzando uno, se envíe gente a evitar que se propague. Esa debería ser parte de las medidas”, agrega el ingeniero.

Solo dos estados venezolanos se han referido a los incendios forestales: Mérida, donde el gobernador Jheyson Guzmán decretó un Estado Mayor contra los Incendios tras “87 eventos vinculados con incendios” que quemaron unas 265 hectáreas; y Táchira, donde el gobernador Freddy Bernal informó que las cifras de incendios en ese estado “son históricas”.

El Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inameh) suele publicar en sus redes sociales un mapa de riesgo de incendios forestales, pero sin mayor información que ayude a tomar medidas.

Mapas del Inpe y la Nasa facilitan el trabajo de monitoreo, pero no son intuitivos

En redes sociales circula de forma frecuente el mapa del programa Fire Information for Resource Management System (Firms) de la Nasa, que muestra un mapa lleno de puntos rojos.

Pero, aunque el sistema Firms Nasa y el registro del Inpe Brasil son buenos indicadores de ocurrencia de incendios, sobre todo de vegetación, las mismas instituciones hacen hincapié en que no son una medida absoluta de la ocurrencia de incendios, pues la cantidad de puntos rojos siempre será mayor que los incendios reales.

Aunque ambos programas están disponibles al público, la detección de focos de calor no es intuitiva para la mayoría de las personas y los mapas son a menudo mal interpretados por quienes no están familiarizados con el tema.

Los incendios pueden destruir la fauna y la flora, además de empobrecer los suelos y alterar los ecosistemas. Por eso es tan importante hacer monitoreo satelital, pero mucho más saber interpretarlo y adoptar medidas efectivas.

Solo el humo de los incendios puede contaminar el aire y afectar la salud de las personas. Además, desde un punto de vista global, están asociados con cambios en la composición química de la atmósfera y/o el clima del planeta.

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