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Caracas, sinónimo de emociones desde la más roja pasión hasta la más fría indiferencia; del aún amable clima, de pecaminosos golfeados aromáticos; plazas sombreadas por árboles y visitadas por pájaros y mariposas; sultana de su poderosa montaña; con raíces que se atestiguan en el paseo de Los Próceres; de bailes improvisados en las calzadas; sonido de motorizados y colectores de bus intentando atraer pasajeros.

Ruido, caos y, sobre todo, diversidad, porque en esta capital venezolana confluyen acentos, nacionalidades, idiomas diferentes, culturas que llegaron del exterior, también costumbres del interior del país, de todas partes, que sobreviven al ajetreo y la modernización.

“Caracas trasciende sus límites espaciales los cuales se entrecruzan con los de París, Andalucía, Roma, La Habana, Puerto Rico, Nueva York, Londres, Pakistán y Sídney”, escribió la profesora Laura Febres del Corral, presidenta fundadora de la Academia Venezolana de Literatura Moderna.

La multiculturalidad en Latinoamérica no es un fenómeno raro. En el caso de Caracas, las barreras entre una cultura u otra parecen diluirse. La mayoría de las personas que viven en ella disfrutan de las mismas cosas sin importar su origen: los atardeceres amarillos y rosados, los espectáculos improvisados en la calle, la quietud en las plazoletas, su populares puestos de comida, la diversidad que florece hasta en los lugares recónditos.

También se quejan de asuntos similares, el metro, el tráfico del mediodía, las autopistas que se inundan con la lluvia.

La capital de Venezuela se mantiene de pie tras cuatro siglos de haberse fundado y hoy, 25 de julio, cumple 456 años. Efecto Cocuyo realizó un recorrido en varios municipios del Área Metropolitana para narrar la historia del icónico golfeado (creado en Petare), captar las voces y sonidos de caraqueños, recorrer las plazas, recordar los monumentos más bellos y seguirles el paso a los bailes que se coreografían a la luz del día, frente a los transeúntes. El resultado será publicado durante toda la semana, para celebrar el aniversario de Caracas. 

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Breve historia de una ciudad al norte del sur

El historiador Rafael Arráiz Lucca afirma que el acta fundacional de Santiago de León de Caracas se perdió, por lo que realmente no se sabe a ciencia cierta cuál fue el día exacto en el que el español Diego de Losada la bautizó.

Algunos especialistas coinciden en que el 25 de julio de 1567 es la fecha más probable. En ese entonces solo 136 personas constituían el grueso de la ciudad. 456 años más tarde apenas hay espacio para 4 millones, que se distribuyen en cinco municipios (Sucre, Chacao, Baruta, Libertador y El Hatillo).

Comenzó como una localidad, un asentamiento en el valle, a los pies de una muralla natural, que posteriormente creció hasta convertirse en un laberinto de calles y carreteras, flanqueado por barriadas que siguen extendiéndose en los cerros.

“Caracas es un conglomerado urbano en constante proceso de desfiguración. Los mapas apenas la contienen”, admitió el etnólogo Francisco Ferrándiz en 2001. “Un entramado laberíntico, un conglomerado múltiple de lugares que se alimentan, se esquivan, se necesitan”.

Es el centro administrativo de Venezuela y donde se encuentran todas las sedes de los poderes públicos, los principales centros médicos, los centros comerciales más grandes, el mayor número de escuelas y universidades y la que resguarda la mayoría de los libros que cuentan la historia nacional. 

«La historia de la ciudad es hecha de continuas transformaciones, es el producto de una constante relación entre equilibrio e inestabilidad, cambiante y dinámica, continuamente reinventada y constantemente reproducida», apuntó Arturo Almandoz en 2012.

Finalmente, la ciudad recibió a miles de extranjeros entre 1960 y 1980, muchos de ellos desplazados por las guerras y dictaduras en otros países, lo que alimentó el mestizaje y la diversidad.  También a numerosos venezolanos y venezolanas que dejaron sus terruños para vivir en el valle caraqueño.

Hoy en día la capital es considerada una de las más peligrosas de la región sudamericana y pasa por una crisis humanitaria compleja, pero no ha dejado de ser un punto de encuentro, de culturas, sabores, olores y sonidos, donde todos tienen cabida y se alberga la esperanza de tiempos mejores.