La dinámica universitaria
Foto: Mairet Chourio.

Expertos de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) advierten que para 2024 ha disminuido el interés de los venezolanos en cursar carreras de cuatro o cinco años en el país, lo que se debe principalmente a la urgencia de los jóvenes de integrarse al mundo laboral para poder aportar ingresos a su hogar en un contexto de crisis humanitaria compleja.

Sobre ello, FundaRedes ya había alertado, en un informe con fecha de octubre de 2023, que la desmotivación del sector estudiantil en Venezuela obedece también a otros factores, entre ellos la poca asesoría académica continua para poder «definir opciones de formación» y la falta de opciones de empleo sostenibles una vez culminada la carrera.

«Entre 45 y 50 % de los chicos que salen de la educación privada aspiran a hacer una carrera larga. Eso no quiere decir que el resto no quiera seguir estudiando, sino que deciden hacer ya sea cursos o carreras técnicas», dijo Gabriel Wald, psicólogo y director del Observatorio de Empleabilidad y Procesos Formativos de la Ucab, a Efecto Cocuyo.

Agregó que, conforme se han ido especializando las necesidades del mercado, los jóvenes intentan aprender de áreas variadas, «echando mano de distintas formaciones» que no requieran demasiado tiempo.

«Por poner un ejemplo: voy a hacer un curso de cocina de un año y además voy a aprender a manejar redes sociales. El prestigio que tenía aquí una titulación universitaria ha bajado en la medida en la que alguien se sube en un taxi y el taxista es un ingeniero. Es decir, ha habido una pérdida de prestigio de la titulación universitaria tradicional, conforme no necesariamente los profesionales reciben la remuneración esperada», explicó Wald.

El sueldo de un profesional en Venezuela

En Venezuela el sueldo mínimo es de 130 bolívares, que equivalen a 3,6 dólares al cambio del Banco Central (BCV).

En el sector privado, la remuneración varía: cálculos del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) indican que en el cuarto trimestre de 2023 el salario promedio de los trabajadores del sector comercio y servicio del Área Metropolitana de Caracas se ubicó en 202 dólares.

«Los gerentes devengaron 447 dólares, los profesionales y técnicos 290 dólares y los obreros 185 dólares mensuales», publicó el observatorio en su sitio web, el 24 de enero de este año.

Mientras tanto, la canasta alimentara familiar alcanzó los 535,63 dólares ese mismo mes, según datos del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM).

En general, las tablas salariales cambian de acuerdo a la profesión y el nivel formativo. Sin embargo, el sector público es el que recibe la menor remuneración por sus labores. Maestros y enfermeros han protestado desde mediados de 2022 por reivindicaciones salariales; miles afirman que no les pagan más de 30 dólares mensuales.

Frente a los bajos salarios en el país, la rentabilidad de una carrera a largo plazo es cuestionada por los jóvenes. El 15 de febrero de 2024, los resultados de la Encuesta del Observatorio de Universidades sobre las Condiciones de Vida de la Población Universitaria de Venezuela arrojó que el 61% de los estudiantes entrevistados a nivel nacional ha pensado en abandonar sus estudios en los últimos 12 meses.

La crisis económica y los estudiantes

Desde 2016 Venezuela sufre una crisis humanitaria sin precedentes que para la fecha ha causado la migración de al menos 7,72 millones de personas. En 2020, Anitza Freitez, directora del Instituto de Investigaciones Económicos y Sociales de la Ucab, informó que debido a la diáspora la nación perdió su bono demográfico: el período en el que la población activa laboralmente supera en mayor porcentaje a la población dependiente.

En 2021, la Encuesta Nacional de la Juventud (Enjuve) elaborada por la Ucab indicó que, de un total aproximado de 28 millones de habitantes, en Venezuela había 6 millones 817 mil personas que tenían entre 15 y 29 años; de ellas, un millón de jóvenes (15 %) estaban al frente de su hogar y eran el principal ingresos para sus familias.

La universidad también alertó, ese mismo año, que un estimado de 880 mil hombres y mujeres menores a 24 años no continuaron su formación académica entre 2015 y 2021.

FundaRedes apuntó en su informe de 2023 que en las universidades públicas venezolanas no existen los suficientes incentivos para que los bachilleres recién graduados evalúen inscribirse en una carrera de diez semestres. Entre los elementos que se perdieron en las instituciones de educación superior están:

«… becas de mérito, becas trabajo, auxilio de comedor escolar, ruta estudiantil, programas de dotación de insumos para el aprendizaje, residencias estudiantiles, programas de asistencia médico odontológica y de dotación de medicamentos, entre otros, que en el pasado ayudaban a satisfacer las necesidades básicas que muchos estudiantes se ven imposibilitados de lograr».

La migración, inflación en el país, deficiencia en el servicio de transporte, el declive de los centros universitarios y los pésimos salarios en el país inciden en la decisión de los jóvenes de dejar de lado el estudio de carreras largas, que requieren de esfuerzo y dinero que no pueden invertir, debido a que las necesidades del núcleo familiar no se los permite.

Cuáles son las carreras más demandadas

El profesor Wald señaló que hay carreras que eran muy demandadas por los venezolanos y que hoy bajaron algunos lugares en la lista, ya sea por los sueldos o por las oportunidades existentes en el mercado.

«Derecho es una carrera que históricamente estaba entre las tres o cuatro primeras opciones. Hoy dependiendo de la región, puede estar de novena o décima. Lamentablemente es una de esas profesiones que ha perdido prestigio social, el problema es que ahí se guían por estereotipos y no necesariamente por la realidad, porque tanto la familia como los chicos suelen manejar información general y no se acercan directamente a las fuentes», agregó.

Educación es otra de las carreras cuya demanda ha caído en picada en las últimas décadas. Para 2024, la Federación Venezolana de Maestros (FVM) y otros gremios nacionales denuncian las precarias condiciones en las que trabajan los educadores en el país. Actualmente, un profesor del sector público recibe un sueldo que no pasa de los 25 dólares al mes.

En 2023, el padre Manuel Aristorena, exdirector nacional Fe y Alegría, explicó que la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (Upel), que tiene ocho sedes a nivel nacional, para el año 2000 formaba 62 % de los docentes en Venezuela y tenía 105.239 estudiantes. Para 2014 ingresaron solo 17.508 y en 2021 se inscribieron 3.558, dijo el sacerdote.

«Lamentablemente la Educación se ha vuelto una carrera que pinta una especie de mártir, donde eres un héroe que está dispuesto a educar a la gente a cambio de nada y eso le hace mucho daño a la profesión», dijo Wald.

Agregó que otras carreras como Diseño han tenido un aumento de inscritos, en todas sus variedades (moda, industrial, gráfico, etc).

«Psicología ha ido escalando muy rápido y es una de las carreras más demandadas. Eso no es tan raro, ya hay antecedentes históricos que países en crisis sociales y económicas tienden a aumentar la demanda en Psicología. Medicina sigue estando entre las primeras. Ingeniería y Comunicación también, depende de la zona», explicó el docente.

Los efectos inmediatos

Desde 2023 FundaRedes exige al Estado que implemente nuevas políticas educativas para docentes y estudiantes que les permita actualizarse académicamente, debido a que las decisiones tomadas hoy por los jóvenes impactarán a corto plazo en el mercado laboral, el desarrollo y la economía de Venezuela.

Wald insistió en que, a pesar de la crisis y el cambio en las dinámicas universitarias, el estudio sigue teniendo un gran valor en la sociedad venezolana. Añadió que, para seguir siendo sustentables, las instituciones deben evaluar las carreras que ofrecen y su pertinencia para las necesidades del país, así como actualizar sus currículos.

«Las universidades están obligadas a reinventarse no solo en términos de la formación que brindan, sino en término de los aliados para elaborar sus ofertas curriculares. Hoy se opta por aliarse con las empresas, para crear, por ejemplo, lo que llamamos cátedras empresariales, que las compañías usan como semilleros para captar talentos», explicó el profesor.

Expresó que no solo los jóvenes han cambiado sus preferencias respecto a la educación superior y el mercado laboral, sino que algunas empresas ahora buscan modelar a sus propios empleados ofreciéndoles formación en áreas determinadas a una edad temprana, 17 o 18 años. «Así las empresas empiezan a depender menos de lo que sale de las universidades», dijo el docente.

«Las universidades entonces deben adaptar sus ofertas, cortas o largas, a las necesidades reales. Que sean más sustentables, porque mucha gente no se puede dar el lujo de esperar cuatro o cinco años para volverse productivo en casa», culminó Wald.

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