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“No nos vamos de El Castaño”: a un mes del deslave vecinos apuestan a la reconstrucción

LA HUMANIDAD · 19 NOVIEMBRE, 2022 08:57

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Reynaldo Mozo Zambrano | @reymozo

Foto por Mairet Chourio

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La tranquilidad de El Castaño se interrumpe con el sonar de la maquinaria pesada. El canto de los pájaros y el sonido de los árboles mecidos por la brisa desaparecen cuando el tractor carga las piedras para llevarlas hasta el camión volteo.

Son pocos los vecinos que se ven en las calles, algunas de ellas vigiladas por militares y policías que quieren evitar que la delincuencia llegue a la urbanización y las casas sean saqueadas.

El Castaño siempre ha sido una zona residencial y segura, así lo describen sus vecinos. “Yo de El Castaño no me voy, a pesar de lo que pasó”, dice sin titubeos Vanessa Trasolini, de 38 años, una mujer que tiene toda su vida viviendo en la urbanización y que vio su casa arrasada por la fuerza del río.

La casa de Trasolini queda en la calle Circunvalación 2 de El Castaño, una de las zonas más afectadas por el deslave que ocurrió el pasado 17 de octubre y cobró la vida de cuatro vecinos de la comunidad. Según datos ofrecidos por las autoridades al menos 80 viviendas fueron afectadas.

Gran parte de las viviendas quedaron tapiadas por montañas de lodo que superan los dos metros de altura.

Trasolini no estaba en su residencia el día del desastre, había salido a hacer unas diligencias, pero al regresar se encontró con los restos del que fue su hogar.

El Castaño- Aragua- deslave (Mairet Chourio)
Las viviendas quedaron enterradas entre lodo, piedras y árboles. Foto: Mairet Chourio

“Yo lloré. Cuando llegué a la esquina de mi casa quedé en shock, mi casa quedó muy tapiada. Jamás me hubiera imaginado que esto podría ocurrir. Mi mamá, mi cuñada y mi hija me dicen ´se nos acabó la casa. La casa está destruida Vanessa´”.

Afectada por el deslave

Pero a pesar de esto, Trasolini, como muchos de sus vecinos, decidió empezar desde cero y trabajar en la reparación de su casa; sabe que será una tarea larga, pero está convencida de que valdrá la pena porque es su sitio ideal para vivir.

“A pesar de lo que ocurrió pienso seguir aquí. A mí siempre me ha gustado esta zona porque, a pesar de todo lo que pasó, sigue siendo bonita. No puedo estar ahorita en la casa, pero la acomodaré”.

Mientras, Trasolini pernocta en la casa de un familiar que reside en El Castaño, pero cuya vivienda no sufrió daños.

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El Castaño- Aragua- deslave (Mairet Chourio)
Las maquinarias de los equipos de gobierno intentan despejar las calles. Foto: Mairet Chourio

El costo de la reparación

El domingo 16 de octubre Rubén Freitas, de 55 años, residente de Palmarito desde hace 40 años, se encontraba en su casa haciendo una parrilla que compartiría con su esposa e hijos. El día había sido tranquilo, pero en la tarde comenzó a llover. Se hicieron las 8 pm y la lluvia era intermitente, por eso Freitas decidió irse del lugar a su otra casa, en las afueras de El Castaño.

Freitas agradece haber tomado esa decisión porque si se hubieran quedado habrían quedado atrapados, porque su vivienda no tiene puerta por la parte trasera.

“Fíjate cómo el lodo entró por las ventanas y por la puerta principal, todo quedó sellado porque no tiene puerta trasera. La casa quedó totalmente tapiada, si hubiésemos estado acá no hubiese habido escapatoria por ningún lado. No había salidas y con niños te puedes imaginar el desespero”, cuenta el vecino afectado.

El Castaño- Aragua- deslave (Mairet Chourio)

Al igual que sus vecinos Freitas no se irá de su casa; por el contrario, está pagando maquinaria pesada para acelerar el proceso de reconstrucción de su vivienda.

La calle principal de la casa de Rubén quedó como un terraplén de dos metros de altura, al llegar a su casa después del desastre se dio cuenta que podía desplazarse de la calle al techo de su vivienda sin ningún problema.

El terraplén del que hablaba el vecino fue removido por las cuadrillas enviadas por la gobernación, pero el que quedó dentro de su casa lo tuvo que remover con sus propios medios. “Me ha salido algo costoso, es más caro cuando se tienen que utilizar las máquinas”, dice.

Te puede interesar: En qué se parecen y en qué se diferencian los deslaves de Las Tejerías y El Castaño

Freitas usó durante dos semanas una máquina especial para remover los escombros que costaba alrededor de 300 dólares por día sin contar el presupuesto para los cuatro trabajadores que contrató para terminar de sacar el lodo que tapió completamente la vivienda.

El Castaño- Aragua- deslave (Mairet Chourio)

A cada una de las cuatro personas contratadas les tiene que pagar 100 dólares a la semana.

“La probabilidad de que ocurra de nuevo (un deslave) es baja y vender la casa es bajo porque no me van a dar lo que cuesta. La decisión es terminar de levantar mi hogar y volver, no hay de otra y venderla no es una opción”, dijo.

Seguridad después del desastre

Vecinos dicen que la urbanización El Castaño recuerdan que siempre ha sido un lugar tranquilo y agradable donde la mayoría se conoce. Antes del deslave, la seguridad era tan estricta que en algunos de los sectores estaban protegidos por una garita de vigilancia y no cualquiera podría ingresar a la urbanización.

A un mes después del deslave estos puestos de vigilancia casi que desaparecieron, incluso una de las víctimas fatales trabajaba en una de ellas y murió tras ser arrastrado por la fuerte corriente, porque no le dio tiempo de ponerse en resguardo.

Le puede interesar: “Publicación de registros pluviométricos en tiempo real ayudaría a identificar zonas de alto riesgo”, advierte ingeniera geóloga

En la urbanización se puede observar que hay calles o casas que tienen más importancia para el sector militar. Algunas de las viviendas son custodiadas por al menos cinco efectivos castrenses que dejan ver sus armas de fuego mientras montan su vigilancia.

El Castaño- Aragua- deslave (Mairet Chourio)

“Aquí hay muchos enchufados (como se le llama en Venezuela a las personas que se han enriquecido con negocios corruptos relacionados al gobierno) y te puedes dar cuenta del tamaño del enchufe cuando ves más militares cuidando una casa que otra”, dice una habitante del sector mientras conversa con el quipo de Efecto Cocuyo.

Pero a pesar de su señalamiento, asegura que las cuadrillas desplegadas por la gobernación y la Alcaldía de Maracay han hecho un buen trabajo. “La diferencia es brutal, estas calles estaban muy llenas de lodo y han trabajado con rapidez”, destacó uno de los habitantes de El Castaño.

Algunos gastos no se pueden cubrir

Francisco Rebolledo, tiene 71 años y vive en Palmarito desde hace más de 15 años, es uno de los vecinos más nuevo de la comunidad y el día del desastre se encontraba en Caracas por cuestiones de trabajo.

En su hogar habita con su esposa, su hija y sus dos nietos y ese día tuvieron que refugiarse en la planta alta de la vivienda para poder sobrevivir.

“Me llama mi nieto y me dice: ‘Abuelo nos vamos a morir, vino una ola de agua y rompió el muro de la casa, la puerta estaba abierta y el agua entró’”, cuenta Rebolledo.

La fuerza del agua causó severos daños en la planta baja de la vivienda, rompió la pared y un tubo de desagüe de aguas de lluvia.

El Castaño- Aragua- deslave (Mairet Chourio)

A la familia de Rebolledo la sacaron de su vivienda, todos resultaron ilesos, pero perdieron muchos electrodomésticos.

Francisco inició las labores de limpieza con cuatro personas que le ayudaron; logró sacar rápidamente el lodo de su vivienda porque un amigo le había comentado que si dejaba el lodo por más tiempo las paredes y la estructura podrían sufrir daños irreversibles.

“Tuvimos ocho días para poder sacar el barro, cuando sacamos el barro ya era tarde para recuperar los corotos. Ahora es que el gobierno anda ayudando por aquí, pero nosotros lo sacamos muy temprano”, comenta.

Aunque Francisco ha pagado por recuperar las zonas dañadas de su casa, lamentablemente no puede costear la rotura del tubo que canaliza el agua de lluvia hacia el rio. El vecino dice que es muy costoso cubrir esos gastos y por eso hace un llamado a las autoridades gubernamentales.

“Requerimos ayuda del Estado porque tenemos algunos daños que no podemos reparar nosotros, el drenaje de agua de lluvia quedó obstruido y repararlo cuesta mucho y requiere equipos especiales, pero no tenemos los recursos”, agrega.

Rebolledo se queda momentáneamente en otra zona de la ciudad de Maracay mientras termina de limpiar y reparar toda su casa, pero deja claro que no la va a vender y que se va a quedar viviendo en El Castaño porque “es un privilegio vivir aquí”.

LA HUMANIDAD · 19 NOVIEMBRE, 2022

“No nos vamos de El Castaño”: a un mes del deslave vecinos apuestan a la reconstrucción

Texto por Reynaldo Mozo Zambrano | @reymozo
Foto por Mairet Chourio

La tranquilidad de El Castaño se interrumpe con el sonar de la maquinaria pesada. El canto de los pájaros y el sonido de los árboles mecidos por la brisa desaparecen cuando el tractor carga las piedras para llevarlas hasta el camión volteo.

Son pocos los vecinos que se ven en las calles, algunas de ellas vigiladas por militares y policías que quieren evitar que la delincuencia llegue a la urbanización y las casas sean saqueadas.

El Castaño siempre ha sido una zona residencial y segura, así lo describen sus vecinos. “Yo de El Castaño no me voy, a pesar de lo que pasó”, dice sin titubeos Vanessa Trasolini, de 38 años, una mujer que tiene toda su vida viviendo en la urbanización y que vio su casa arrasada por la fuerza del río.

La casa de Trasolini queda en la calle Circunvalación 2 de El Castaño, una de las zonas más afectadas por el deslave que ocurrió el pasado 17 de octubre y cobró la vida de cuatro vecinos de la comunidad. Según datos ofrecidos por las autoridades al menos 80 viviendas fueron afectadas.

Gran parte de las viviendas quedaron tapiadas por montañas de lodo que superan los dos metros de altura.

Trasolini no estaba en su residencia el día del desastre, había salido a hacer unas diligencias, pero al regresar se encontró con los restos del que fue su hogar.

El Castaño- Aragua- deslave (Mairet Chourio)
Las viviendas quedaron enterradas entre lodo, piedras y árboles. Foto: Mairet Chourio

“Yo lloré. Cuando llegué a la esquina de mi casa quedé en shock, mi casa quedó muy tapiada. Jamás me hubiera imaginado que esto podría ocurrir. Mi mamá, mi cuñada y mi hija me dicen ´se nos acabó la casa. La casa está destruida Vanessa´”.

Afectada por el deslave

Pero a pesar de esto, Trasolini, como muchos de sus vecinos, decidió empezar desde cero y trabajar en la reparación de su casa; sabe que será una tarea larga, pero está convencida de que valdrá la pena porque es su sitio ideal para vivir.

“A pesar de lo que ocurrió pienso seguir aquí. A mí siempre me ha gustado esta zona porque, a pesar de todo lo que pasó, sigue siendo bonita. No puedo estar ahorita en la casa, pero la acomodaré”.

Mientras, Trasolini pernocta en la casa de un familiar que reside en El Castaño, pero cuya vivienda no sufrió daños.

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El Castaño- Aragua- deslave (Mairet Chourio)
Las maquinarias de los equipos de gobierno intentan despejar las calles. Foto: Mairet Chourio

El costo de la reparación

El domingo 16 de octubre Rubén Freitas, de 55 años, residente de Palmarito desde hace 40 años, se encontraba en su casa haciendo una parrilla que compartiría con su esposa e hijos. El día había sido tranquilo, pero en la tarde comenzó a llover. Se hicieron las 8 pm y la lluvia era intermitente, por eso Freitas decidió irse del lugar a su otra casa, en las afueras de El Castaño.

Freitas agradece haber tomado esa decisión porque si se hubieran quedado habrían quedado atrapados, porque su vivienda no tiene puerta por la parte trasera.

“Fíjate cómo el lodo entró por las ventanas y por la puerta principal, todo quedó sellado porque no tiene puerta trasera. La casa quedó totalmente tapiada, si hubiésemos estado acá no hubiese habido escapatoria por ningún lado. No había salidas y con niños te puedes imaginar el desespero”, cuenta el vecino afectado.

El Castaño- Aragua- deslave (Mairet Chourio)

Al igual que sus vecinos Freitas no se irá de su casa; por el contrario, está pagando maquinaria pesada para acelerar el proceso de reconstrucción de su vivienda.

La calle principal de la casa de Rubén quedó como un terraplén de dos metros de altura, al llegar a su casa después del desastre se dio cuenta que podía desplazarse de la calle al techo de su vivienda sin ningún problema.

El terraplén del que hablaba el vecino fue removido por las cuadrillas enviadas por la gobernación, pero el que quedó dentro de su casa lo tuvo que remover con sus propios medios. “Me ha salido algo costoso, es más caro cuando se tienen que utilizar las máquinas”, dice.

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Freitas usó durante dos semanas una máquina especial para remover los escombros que costaba alrededor de 300 dólares por día sin contar el presupuesto para los cuatro trabajadores que contrató para terminar de sacar el lodo que tapió completamente la vivienda.

El Castaño- Aragua- deslave (Mairet Chourio)

A cada una de las cuatro personas contratadas les tiene que pagar 100 dólares a la semana.

“La probabilidad de que ocurra de nuevo (un deslave) es baja y vender la casa es bajo porque no me van a dar lo que cuesta. La decisión es terminar de levantar mi hogar y volver, no hay de otra y venderla no es una opción”, dijo.

Seguridad después del desastre

Vecinos dicen que la urbanización El Castaño recuerdan que siempre ha sido un lugar tranquilo y agradable donde la mayoría se conoce. Antes del deslave, la seguridad era tan estricta que en algunos de los sectores estaban protegidos por una garita de vigilancia y no cualquiera podría ingresar a la urbanización.

A un mes después del deslave estos puestos de vigilancia casi que desaparecieron, incluso una de las víctimas fatales trabajaba en una de ellas y murió tras ser arrastrado por la fuerte corriente, porque no le dio tiempo de ponerse en resguardo.

Le puede interesar: “Publicación de registros pluviométricos en tiempo real ayudaría a identificar zonas de alto riesgo”, advierte ingeniera geóloga

En la urbanización se puede observar que hay calles o casas que tienen más importancia para el sector militar. Algunas de las viviendas son custodiadas por al menos cinco efectivos castrenses que dejan ver sus armas de fuego mientras montan su vigilancia.

El Castaño- Aragua- deslave (Mairet Chourio)

“Aquí hay muchos enchufados (como se le llama en Venezuela a las personas que se han enriquecido con negocios corruptos relacionados al gobierno) y te puedes dar cuenta del tamaño del enchufe cuando ves más militares cuidando una casa que otra”, dice una habitante del sector mientras conversa con el quipo de Efecto Cocuyo.

Pero a pesar de su señalamiento, asegura que las cuadrillas desplegadas por la gobernación y la Alcaldía de Maracay han hecho un buen trabajo. “La diferencia es brutal, estas calles estaban muy llenas de lodo y han trabajado con rapidez”, destacó uno de los habitantes de El Castaño.

Algunos gastos no se pueden cubrir

Francisco Rebolledo, tiene 71 años y vive en Palmarito desde hace más de 15 años, es uno de los vecinos más nuevo de la comunidad y el día del desastre se encontraba en Caracas por cuestiones de trabajo.

En su hogar habita con su esposa, su hija y sus dos nietos y ese día tuvieron que refugiarse en la planta alta de la vivienda para poder sobrevivir.

“Me llama mi nieto y me dice: ‘Abuelo nos vamos a morir, vino una ola de agua y rompió el muro de la casa, la puerta estaba abierta y el agua entró’”, cuenta Rebolledo.

La fuerza del agua causó severos daños en la planta baja de la vivienda, rompió la pared y un tubo de desagüe de aguas de lluvia.

El Castaño- Aragua- deslave (Mairet Chourio)

A la familia de Rebolledo la sacaron de su vivienda, todos resultaron ilesos, pero perdieron muchos electrodomésticos.

Francisco inició las labores de limpieza con cuatro personas que le ayudaron; logró sacar rápidamente el lodo de su vivienda porque un amigo le había comentado que si dejaba el lodo por más tiempo las paredes y la estructura podrían sufrir daños irreversibles.

“Tuvimos ocho días para poder sacar el barro, cuando sacamos el barro ya era tarde para recuperar los corotos. Ahora es que el gobierno anda ayudando por aquí, pero nosotros lo sacamos muy temprano”, comenta.

Aunque Francisco ha pagado por recuperar las zonas dañadas de su casa, lamentablemente no puede costear la rotura del tubo que canaliza el agua de lluvia hacia el rio. El vecino dice que es muy costoso cubrir esos gastos y por eso hace un llamado a las autoridades gubernamentales.

“Requerimos ayuda del Estado porque tenemos algunos daños que no podemos reparar nosotros, el drenaje de agua de lluvia quedó obstruido y repararlo cuesta mucho y requiere equipos especiales, pero no tenemos los recursos”, agrega.

Rebolledo se queda momentáneamente en otra zona de la ciudad de Maracay mientras termina de limpiar y reparar toda su casa, pero deja claro que no la va a vender y que se va a quedar viviendo en El Castaño porque “es un privilegio vivir aquí”.

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