Esta es la séptima historia que, a través de los cómics, contarán la vida de Siete mujeres líderes de paz y solidaridad

Ilustración: Lucas García

La historia de las mujeres de Catuche es un caso ejemplar. En este barrio ubicado en la caraqueña parroquia de La Pastora tuvo lugar un proceso insólito de negociación entre dos zonas enzarzadas en un conflicto armado que duró más de treinta años y produjo no solo la separación física entre los vecinos de las dos zonas, sino una gran cantidad de muertes.

Los protagonistas del conflicto eran los jóvenes integrantes de las dos bandas que dividían el barrio, y las protagonistas de la tregua las madres, algunas de ellas habían perdido hasta cuatro hijos en los enfrentamientos, cuyo origen y causas nadie recordaba ya.

Fueron estas mujeres las que a partir de 2007 dijeron Nosotras tenemos que luchar y comenzaron un proceso de negociación mediante encuentros entre las de uno y otro lado, para los que contaron con la mediación de la Iglesia católica a través del centro de Fe y Alegría, coordinado por Doris Barreto, y la participación del sacerdote del barrio, José Virtuoso, s.j., quien años más tarde fue rector de la UCAB.

Es notable como las negociaciones siguieron pautas similares a las que se llevan a cabo en los grandes conflictos bélicos. Las mediadoras se reunían en los lugares acordados, intercambiaban y discutían puntos de vista, y luego presentaban por escrito sus conclusiones y propuestas, de modo de ir elaborando las reglas de convivencia entre ambos sectores.

Así hasta que llegaron a firmar la tregua con un convenio escrito, y procedieron a convocar reuniones que dieran fin a los años de separación: actos cargados de simbolismo como la construcción de un Nacimiento en una zona intermedia del barrio o la preparación de un sancocho comunitario.

Desde entonces la paz se ha sostenido en Catuche. Las mujeres demostraron que más importante que la lucha por el poder era la vida de la comunidad, y mejor que la venganza la tregua que permitiera detener la constante muerte de jóvenes. Preservar la especie era su misión, no la hegemonía sobre el barrio.

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