En la entrega anterior hablamos del ahorro como el elemento primordial para poder invertir. Incluso pequeños montos de ahorro pueden ser la base de una buena inversión.
Para despejar todo mito respecto a que invertir es cosa solo para especialistas en la materia o gente con mucho dinero, conversamos con un amigo cercano, quien decidió comenzar a invertir hace poco más de un año:
“Fue un tanto frustrante el descubrir que no existen plataformas web ni apps de inversión en Venezuela a diferencia de otros mercados de valores del mundo. Así que ya podrá la gente imaginarse que si alguien les ofrece invertir a través de un webiste en Venezuela, se debe tratar de un intermediario o de alguien más no con muy buenas intenciones”, comentó el amigo.
Como no sabía nada del asunto, decidí contactar a una casa de bolsa reconocida a través de su sitio web y este me condujo a la cuenta de WhatsApp de un asesor de valores. A través de un mensaje por teléfono, me enteré de los requisitos para abrir una cuenta de inversión:
Me aclaró que el proceso para la apertura de la cuenta de inversión, así como cada de uno de los trámites requeridos es totalmente gratuito y puede dicha cuenta, que también se llama cuenta de corretaje de valores, ser abierta por cualquier venezolano o extranjero, a título personal o a través de una compañía.
Una y otra vez me aseguraró que no hay que invertir mucho dinero ni saber de inversiones ya que la casa de bolsa podría asesorarme en el paso a paso del proceso de invertir.
Dado que soy trabajador independiente, pedí a un contador que me hiciera un informe de ingresos y recopilé los documentos que me pedían.
Debido a que no entendía eso de contratos de cuenta de corretaje e inscripción en la Caja Venezolana de Valores se me ocurrió llamar al teléfono celular asociado a la casa de bolsa y una asesora, con paciencia de santa, me explicó quiénes son los actores involucrados en el proceso:
Me contó que en Venezuela, al igual que en otros países, no existe una sola bolsa de valores, sino que hacen vida varias. La Bolsa de Valores de Caracas (BVC), fundada en 1947, es la más notable de ellas y con mayores volúmenes de negocio. Aunque también existen más nuevas y pequeñas en términos de transacciones como la Bolsa Pública de Valores Bicentenaria (BPVB), la Bolsa Descentralizada de Valores de Venezuela (BDVE) y la Bolsa de Productos Agrícolas (Bolpriaven).
Al preguntar para qué servían esas instituciones me comentó que eran entes privados donde se disponían para comprar y vender todos los títulos valores, como acciones, bonos y otros muchos más, ya sean de empresas privadas o del Estado.
Le pregunté también que era eso de la Caja Venezolana de Valores. Me aclaró que es una entidad independiente encargada de custodiar tanto los papeles o instrumentos de inversión, así como asegurar el adecuado destino del dinero de los inversionistas. Allí llevan un registro exhaustivo y transparente de qué inversiones se compran y se venden y quiénes son sus propietarios.
Me comentó además que la compra y venta de instrumentos de inversión o títulos valores, deben hacerse a través de casas de bolsas en la mayoría de los casos y que en efecto, todavía no existen plataformas digitales para hacer inversiones en Venezuela; de hecho, de forma muy simpática me invitó a diseñar una de ellas, ya que siempre que fuera aprobada por los reguladores del medio, le parecía un interesante negocio a desarrollar en Venezuela.
Indagué sobre los riesgos de invertir y sobre la defensa de mis derechos como inversionista en caso de que algo inadecuado pasara en el manejo de mi dinero. La mujer, muy grata, me aseguró que tanto las bolsas de valores, como las casas de bolsa y la Caja Venezolana de Valores eran reguladas por la Superintendencia Nacional de Valores (Sunaval), que es un organismo de Estado que se encarga entre otras cosas, de proteger los intereses de los inversionistas, especialmente si se trata de pequeños inversionistas, con miras a preservar su dinero.
Sobre los riesgos de los papeles o instrumentos de inversión me aclaró que las empresas que emiten acciones o bonos en Venezuela son muy vigiladas por la misma Sunaval, y que pocos casos se han dado en el mercado de valores nacional en los que las empresas quiebran y dejen “colgados” a los inversionistas.
La asesora me pidió que le enviara a la brevedad los recaudos que especificó, me envió unas planillas para inscribirme en la Caja Venezolana de Valores y un contrato de cuenta de inversión de la casa de bolsa para la que trabaja. En menos de dos días le remití todos los recaudos y se los hice llegar a través de un email que me dio y por la misma cuenta de WhatsApp de la casa de bolsa.
Al cuarto día de iniciar el proceso ya estaba todo listo para comenzar a invertir. Le pregunté cómo hacer y en qué invertir.
Me aclaró que podía invertir un monto tan pequeño como el equivalente a 2,5 dólares ya que el mercado de valores no era algo para ricos, sino contrariamente, en todas partes del mundo, era la manera más democrática y popular para poder invertir y hacer crecer la plata.
Decidí comenzar a invertir el equivalente en bolívares a 100 dólares. Me preguntó qué tan arriesgado o conservador era y qué tanto quería involucrarme en el seguimiento de mis inversiones. Le comenté que si bien quería multiplicar mi dinero no quería grandes riesgos de pérdida y que no tenía tiempo para hacer un seguimiento diario al precio de las acciones o papeles que me disponía a comprar.
Me sugirió que la mitad de mi dinero, 50 dólares, la colocáramos en acciones de tres compañías venezolanas de primera y que con ello podría duplicar el valor de ese dinero en el curso de un año. El dinero restante, los otros 50 dólares, me sugirió colocarlo en un fondo que comprendía una cantidad de acciones y bonos de deuda privados que producía menos rendimiento, pero resultaba menos riesgoso y podría darme más seguridad.
Por supuesto, le pregunté a donde mandaba la plata y quién se haría cargo de colocar la plata en los instrumentos de inversión y de rendirme cuentas de cómo se comportaban mis inversiones. Después de una risotada, me dio un número de cuenta bancaria de la casa de bolsa, me dijo que ella misma colocaría mi dinero en las inversiones escogidas y que me mandaría un reporte periódico por email sobre mis inversiones. Asimismo, me dijo que cuando quisiera vender las acciones y mi participación en el fondo o si deseaba meter más platica me comunicara con ella y que lo haría sin ningún problema a mi nombre.
Del dinero invertido en acciones, hoy puedo decirles que casi se ha duplicado si lo llevamos a dólares, por lo que no solo ha conservado su valor sino el rendimiento ha sido realmente muy bueno. Lo colocado en el fondo ha rendido cerca de un 30 % en el mismo período.
Sigo sin saber mucho del mercado de valores, pero puedo decir que soy todo un inversionista de la Bolsa de Valores de Caracas.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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En la entrega anterior hablamos del ahorro como el elemento primordial para poder invertir. Incluso pequeños montos de ahorro pueden ser la base de una buena inversión.
Para despejar todo mito respecto a que invertir es cosa solo para especialistas en la materia o gente con mucho dinero, conversamos con un amigo cercano, quien decidió comenzar a invertir hace poco más de un año:
“Fue un tanto frustrante el descubrir que no existen plataformas web ni apps de inversión en Venezuela a diferencia de otros mercados de valores del mundo. Así que ya podrá la gente imaginarse que si alguien les ofrece invertir a través de un webiste en Venezuela, se debe tratar de un intermediario o de alguien más no con muy buenas intenciones”, comentó el amigo.
Como no sabía nada del asunto, decidí contactar a una casa de bolsa reconocida a través de su sitio web y este me condujo a la cuenta de WhatsApp de un asesor de valores. A través de un mensaje por teléfono, me enteré de los requisitos para abrir una cuenta de inversión:
Me aclaró que el proceso para la apertura de la cuenta de inversión, así como cada de uno de los trámites requeridos es totalmente gratuito y puede dicha cuenta, que también se llama cuenta de corretaje de valores, ser abierta por cualquier venezolano o extranjero, a título personal o a través de una compañía.
Una y otra vez me aseguraró que no hay que invertir mucho dinero ni saber de inversiones ya que la casa de bolsa podría asesorarme en el paso a paso del proceso de invertir.
Dado que soy trabajador independiente, pedí a un contador que me hiciera un informe de ingresos y recopilé los documentos que me pedían.
Debido a que no entendía eso de contratos de cuenta de corretaje e inscripción en la Caja Venezolana de Valores se me ocurrió llamar al teléfono celular asociado a la casa de bolsa y una asesora, con paciencia de santa, me explicó quiénes son los actores involucrados en el proceso:
Me contó que en Venezuela, al igual que en otros países, no existe una sola bolsa de valores, sino que hacen vida varias. La Bolsa de Valores de Caracas (BVC), fundada en 1947, es la más notable de ellas y con mayores volúmenes de negocio. Aunque también existen más nuevas y pequeñas en términos de transacciones como la Bolsa Pública de Valores Bicentenaria (BPVB), la Bolsa Descentralizada de Valores de Venezuela (BDVE) y la Bolsa de Productos Agrícolas (Bolpriaven).
Al preguntar para qué servían esas instituciones me comentó que eran entes privados donde se disponían para comprar y vender todos los títulos valores, como acciones, bonos y otros muchos más, ya sean de empresas privadas o del Estado.
Le pregunté también que era eso de la Caja Venezolana de Valores. Me aclaró que es una entidad independiente encargada de custodiar tanto los papeles o instrumentos de inversión, así como asegurar el adecuado destino del dinero de los inversionistas. Allí llevan un registro exhaustivo y transparente de qué inversiones se compran y se venden y quiénes son sus propietarios.
Me comentó además que la compra y venta de instrumentos de inversión o títulos valores, deben hacerse a través de casas de bolsas en la mayoría de los casos y que en efecto, todavía no existen plataformas digitales para hacer inversiones en Venezuela; de hecho, de forma muy simpática me invitó a diseñar una de ellas, ya que siempre que fuera aprobada por los reguladores del medio, le parecía un interesante negocio a desarrollar en Venezuela.
Indagué sobre los riesgos de invertir y sobre la defensa de mis derechos como inversionista en caso de que algo inadecuado pasara en el manejo de mi dinero. La mujer, muy grata, me aseguró que tanto las bolsas de valores, como las casas de bolsa y la Caja Venezolana de Valores eran reguladas por la Superintendencia Nacional de Valores (Sunaval), que es un organismo de Estado que se encarga entre otras cosas, de proteger los intereses de los inversionistas, especialmente si se trata de pequeños inversionistas, con miras a preservar su dinero.
Sobre los riesgos de los papeles o instrumentos de inversión me aclaró que las empresas que emiten acciones o bonos en Venezuela son muy vigiladas por la misma Sunaval, y que pocos casos se han dado en el mercado de valores nacional en los que las empresas quiebran y dejen “colgados” a los inversionistas.
La asesora me pidió que le enviara a la brevedad los recaudos que especificó, me envió unas planillas para inscribirme en la Caja Venezolana de Valores y un contrato de cuenta de inversión de la casa de bolsa para la que trabaja. En menos de dos días le remití todos los recaudos y se los hice llegar a través de un email que me dio y por la misma cuenta de WhatsApp de la casa de bolsa.
Al cuarto día de iniciar el proceso ya estaba todo listo para comenzar a invertir. Le pregunté cómo hacer y en qué invertir.
Me aclaró que podía invertir un monto tan pequeño como el equivalente a 2,5 dólares ya que el mercado de valores no era algo para ricos, sino contrariamente, en todas partes del mundo, era la manera más democrática y popular para poder invertir y hacer crecer la plata.
Decidí comenzar a invertir el equivalente en bolívares a 100 dólares. Me preguntó qué tan arriesgado o conservador era y qué tanto quería involucrarme en el seguimiento de mis inversiones. Le comenté que si bien quería multiplicar mi dinero no quería grandes riesgos de pérdida y que no tenía tiempo para hacer un seguimiento diario al precio de las acciones o papeles que me disponía a comprar.
Me sugirió que la mitad de mi dinero, 50 dólares, la colocáramos en acciones de tres compañías venezolanas de primera y que con ello podría duplicar el valor de ese dinero en el curso de un año. El dinero restante, los otros 50 dólares, me sugirió colocarlo en un fondo que comprendía una cantidad de acciones y bonos de deuda privados que producía menos rendimiento, pero resultaba menos riesgoso y podría darme más seguridad.
Por supuesto, le pregunté a donde mandaba la plata y quién se haría cargo de colocar la plata en los instrumentos de inversión y de rendirme cuentas de cómo se comportaban mis inversiones. Después de una risotada, me dio un número de cuenta bancaria de la casa de bolsa, me dijo que ella misma colocaría mi dinero en las inversiones escogidas y que me mandaría un reporte periódico por email sobre mis inversiones. Asimismo, me dijo que cuando quisiera vender las acciones y mi participación en el fondo o si deseaba meter más platica me comunicara con ella y que lo haría sin ningún problema a mi nombre.
Del dinero invertido en acciones, hoy puedo decirles que casi se ha duplicado si lo llevamos a dólares, por lo que no solo ha conservado su valor sino el rendimiento ha sido realmente muy bueno. Lo colocado en el fondo ha rendido cerca de un 30 % en el mismo período.
Sigo sin saber mucho del mercado de valores, pero puedo decir que soy todo un inversionista de la Bolsa de Valores de Caracas.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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