Cuando la estrategia es la protagonista

La Venezuela de los días cercanos al 28 de julio de 2024, es un campo minado para las operaciones políticas en clave electoral. Si ha habido un momento en la historia política del país en los últimos años, en el que la definición y la utilización consiente de una estrategia central, en cuanto confluencia de procesos que se articulen para tomar las decisiones importantes para la ocasión, es este.

Hacer política y tomar las decisiones más acertadas para leer correctamente la coyuntura es crucial en tanto y cuanto se piense en resultados concretos.
El país quiere votar masivamente. En este momento el foco electoral está centrado en la participación como mecanismo por excelencia para dilucidar el conflicto político y sus consecuencias económicas para la gran mayoría de la población.

No obstante, tanto el cronograma como la afectación de representación de los factores opositores, hacen de esta una elección, en la que se debe jugar sabiamente sin posibilidades de margen de error.

Deseo de cambio

Este escenario nos lleva a la siguiente interrogante: ¿Son más importantes los actores políticos del momento o la estrategia? Según estudios de opinión pública recientes, la población venezolana está muy consciente de las dificultades que comporta la participación política en la actualidad y a pesar de ello, el deseo de cambio estimula formas de trascendencia que pueden provocar impactos políticos de alta relevancia.

Por lo tanto, el peso de la estrategia se ubica por encima de los actores políticos, pero obviamente sin desligarse de ellos.

En el caso particular del Psuv, Nicolás Maduro enfrenta serias dificultades de apoyos partidarios y no partidarios. Su bajo nivel de aprobación popular le comporta muchas limitaciones para lograr un crecimiento electoral que le garantice la seguridad de su reelección.

Alrededor de sí se ha configurado un techo electoral por debajo de 30% del electorado, cuya superación necesita estrategia. Recuperar los espacios donde el pesuvismo pescaba votos y que ahora se alinean desde la distancia con el deseo de cambio, será un enorme desafío que deberá ser cubierto con estrategia más allá del reduccionismo del cronograma electoral o la promoción de inhabilitaciones políticas de los últimos años.

La clave opositora

En el terreno de la oposición será aún más clave la utilización de la estrategia. Aunque el fervor popular está alineado con la figura de María Corina Machado, particularmente desde octubre pasado, el tema de la inhabilitación, no resuelto con el acuerdo de Barbados, sigue siendo el nudo gordiano más importante a resolver, sobre todo, en un mar de contradicciones partidistas que vienen de tiempo muy atrás.

No obstante, la comprensión de la coyuntura actual puede alimentar la estrategia mediante la cual se puede abordar un cronograma electoral tan corto y unas condiciones altamente complejas. De este manejo en específico, dependerá el factor sorpresa que pueda trascender un resultado que satisfaga ampliamente a una opinión pública bastante afectada por las circunstancias actuales del país.

En conclusión, los escenarios asociados al 28 de julio, obligan a no ser improvisados. Si en algún momento se ha requerido la utilización de estrategias que brinden una hoja de ruta en la actuación política es ahora. Tradicionalmente en este tipo de procesos se cometen errores, pero siempre ha habido algún margen de maniobra para corregirlos y avanzar. Para las elecciones del 28 de julio de este año, sin estrategia certera no habrá resultados óptimos.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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