Este artículo fue publicado originalmente el 21 de febrero de 2024
La expresión «economía de la delgadez» se utiliza para describir cómo la cultura puede influir en la percepción y valor asignado a la esbeltez física, especialmente en el contexto de la imagen corporal. Tradicionalmente, las empresas publicitarias y la industria de la moda han promovido estándares de belleza que favorecen la delgadez extrema.
Las modelos y celebridades delgadas a menudo son presentadas como ideales de belleza, lo que sin duda alguna influye en las percepciones de las personas sobre su propio cuerpo.
Esta economía también abarca la forma como la industria de la dieta y el “fitness” promueven productos y servicios destinados a ayudar a las personas a alcanzar un cuerpo delgado. Las dietas de moda, los suplementos para bajar de peso y los programas de ejercicios intensivos a menudo se comercializan con la promesa de lograr un cuerpo delgado en poco tiempo.
El negocio de la belleza se beneficia enormemente de esta asociación entre éxito y corporalidad. Sólo en 2022, la industria de las dietas en Estados Unidos (weight loss industry) generó alrededor de 250 mil millones de dólares en ganancias.
Esta tendencia ha tenido mucho éxito porque socialmente se estigmatiza a las personas con sobrepeso, lo que trae repercusiones en términos de sus oportunidades de trabajo, relaciones sociales y autoestima y esto les empuja a bajar de peso a toda costa como una forma de evitar la discriminación y alcanzar el éxito.
Ya sabemos que la presión social para cumplir con los estándares de la delgadez puede tener un impacto significativo en la salud mental de las personas. Está bien documentado que la búsqueda obsesiva de la flacura puede conducir a trastornos alimentarios, como la anorexia nerviosa y la bulimia, con probadas consecuencias graves para la salud física y emocional.
Lo que es novedoso es constatar cómo tener sobrepeso se correlaciona negativamente con las decisiones que se toman en torno al salario, así como con las oportunidades laborales y de carrera, muy especialmente para las mujeres.
Ganar menos por pesar más
La «brecha salarial por obesidad» se refiere a la disparidad de ingresos que puede existir entre personas que tienen sobrepeso en comparación con quienes tienen un peso considerado «normal» o «saludable». Aunque la brecha salarial por obesidad no es un concepto tan discutido como la brecha salarial de género, algunas investigaciones sugieren que puede haber correlaciones entre el peso corporal y los ingresos laborales.
¿Por qué ocurre esto? Las personas con sobrepeso u obesidad pueden enfrentar discriminación en el lugar de trabajo, lo que podría afectar negativamente sus oportunidades de empleo, capacitación, desarrollo, ascenso y salario. Existe un estigma social en torno a esta condición asociado con falta de autocontrol, pereza o indisciplina, lo que podría influir en las decisiones de empleo y promoción.
Algunos estudios sugieren que la brecha salarial por obesidad puede variar según el sector laboral y el tipo de trabajo. Ciertos trabajos pueden estar más influenciados por la apariencia física, lo que podría afectar los ingresos de manera más significativa. Por otro lado, las personas con obesidad a veces enfrentan costos por atención médica más altos, lo que podría afectar indirectamente su capacidad para ahorrar o invertir, en comparación con sus colegas con un índice de masa corporal considerado «normal».
Otras investigaciones sugieren que el sobrepeso y la obesidad pueden afectar la productividad laboral debido a problemas de salud. Esto podría influir en la percepción y evaluación de su desempeño.
La relación entre la obesidad y la brecha salarial puede afectar tanto a hombres como a mujeres, aunque la magnitud y las dinámicas específicas pueden variar. Algunas investigaciones sugieren que las mujeres, en algunos casos, pueden experimentar una brecha salarial más pronunciada relacionada con el peso en comparación con los hombres. Las mujeres ya enfrentan discriminación laboral debido al sexo, por lo que además podrían ser más susceptibles a la discriminación relacionada con el peso.
Y esto ocurre porque la presión de la industria de la moda y la imagen es particularmente fuerte para las mujeres en relación con su apariencia física. Los estereotipos de belleza y las expectativas culturales a menudo son más rigurosos para ellas, lo que puede llevar a una mayor discriminación basada en el peso en el lugar de trabajo. La representación estereotipada de la belleza femenina en los medios de comunicación y la publicidad, sin duda influye en las percepciones y expectativas en el lugar de trabajo.
A las flacas como que les va mejor
En un artículo publicado en The Economist, titulado: “La economía de la delgadez”, se demostró que las mujeres con sobrepeso suelen recibir salarios menores en comparación con sus contrapartes más delgadas, realizando el mismo trabajo, pero esto no ocurre entre los hombres gordos y delgados.
La diferencia salarial puede llegar a ser de alrededor de 10% de sus ingresos: “Esta estimación es tan brutal que una mujer podría llegar a considerar casi tan valioso perder peso como adquirir educación adicional”, señala el artículo.
Otro estudio del 2011, encontró que la disparidad salarial por peso es exclusiva de las mujeres. Más de la mitad de los directores ejecutivos masculinos tienen sobrepeso, mientras que solo 5 % de las directoras ejecutivas femeninas lo tienen. En el caso de ellos, el tema físico parece no impactar las decisiones cuando son considerados para posiciones de liderazgo.
Otro estudio del Journal of Applied Psychology señala que las mujeres con 10 kilos menos que la media, tienen un salario de 15.572 dólares (unos 10.800 euros) más cada año. En el lado contrario, los hombres que pesan 10 kilos más ganan 8.437 dólares más (unos 5.900 euros). En ellos la apariencia no cuenta para decisiones de incremento salarial.
Jennifer Shinall, profesora de leyes en el Vanderbilt Law School, encontró que, si una mujer tiene sobrepeso, es menos probable que los empleadores la seleccionen para ocupar un puesto con salarios más altos que impliquen interactuar con el público. Las mujeres con sobrepeso tienen más probabilidades de ganar menos dinero que las personas con peso “normal” y, lo que es revelador, las mujeres de mayor peso ganan incluso menos que los hombres con sobrepeso o incluso obesidad.
La discriminación continúa
Pareciera que la creencia de que el éxito económico está relacionado con la delgadez es real, lo cual es muy desalentador, porque aun cuando desde el feminismo se ha alertado sobre la exigencia de estándares absurdos de belleza a las mujeres para poder sobresalir en el ámbito laboral, la narrativa de la movilidad social y financiera a través de la apariencia, sigue intacta en las nuevas generaciones.
Los méritos, capacidades, destrezas y competencias pasan a un segundo plano al ser juzgadas en base a este ideal de delgadez, porque existe el prejuicio de que las más obesas son menos competentes, productivas, trabajadoras o exitosas.
En respuesta a los estándares poco realistas de esta tiranía de la delgadez, han surgido movimientos de aceptación corporal que buscan promover la diversidad y la aceptación de todos los tipos de cuerpos, pero los sesgos cognitivos relacionados con esta problemática siguen intactos.
Es importante reconocer los impactos negativos de la “economía de la delgadez» y trabajar hacia la promoción de estándares de belleza más saludables. Tener conciencia sobre estas cuestiones es crucial para abogar por un entorno laboral más equitativo, promoviendo la igualdad de oportunidades y luchando contra la discriminación basada en el peso, sobre todo la que se aplica a las mujeres.
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