Por ser el petróleo la principal fuente de energía, la industria de hidrocarburos ha sido, es y será un factor esencial en la economía mundial. En los últimos años, se han promovido fuertemente las energías renovables o no fósiles porque obviamente son menos contaminantes que el petróleo, el gas y el carbón.
No obstante, la enorme inversión en términos de infraestructura para generar energías renovables probablemente determine que su uso quede restringido a la minoría de los países ricos, mientras la mayoría del mundo seguirá usando energías no renovables por muchísimo tiempo.
Venezuela tiene las reservas certificadas de petróleo más grandes del planeta. Se estima que superan los 300 mil millones de barriles, lo que a precio actual de mercado podría traducirse en más de 20 trillones de dólares, casi 150 veces el monto de nuestra deuda externa.
En estos días, en un encuentro del Partido Republicano en Carolina del Norte, Donald Trump, exmandatario de los Estados Unidos, declaró que durante su gobierno nuestro país estuvo a punto de colapsar, lo que hubiera acabado con el gobierno de Nicolás Maduro y permitido a los Estados Unidos hacerse del petróleo venezolano.
Esto me recuerda un libro publicado por el exsecretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, el año pasado, en el que asegura que Trump ofreció «deshacerse» del presidente Maduro a los dirigentes opositores Juan Guaidó, Julio Borges, Carlos Vecchio y Mauricio Claver-Carone, quienes se reunieron con el exmandatario estadounidense en la Casa Blanca: «¿Qué pasaría si el ejército estadounidense bajara y se deshiciera de Maduro?», planteó Trump. A lo que Guaidó respondió: “Por supuesto nosotros siempre daremos la bienvenida a la ayuda de Estados Unidos”.
Sin duda las declaraciones del exmandatario americano dan cuenta de las claras intenciones injerencistas que tuvo en su momento los Estados Unidos, en convivencia con factores radicales de la oposición venezolana, de producir un caos en nuestro país en lo económico, político y social, sin importar en lo más mínimo si con ello afectaban a la mayoría de los venezolanos, incluyéndolo a usted y a mí.
Las aborrecibles declaraciones de Trump han causado gran revuelo en la comunidad mundial, especialmente entre los países que tradicionalmente han apoyado firmemente a Venezuela, ya que innegablemente van en contra de los mínimos principios internacionales de soberanía, equidad, justicia y Estado de Derecho.
El interés internacional en el petróleo venezolano tiene varias aristas comprensivas: más allá de la ingente cantidad de crudo que reposa en nuestro subsuelo, la extracción del petróleo venezolano es bastante más barata que la de otros países, incluyendo los Estados Unidos.
Por otra parte, nuestro crudo es particularmente denso o pesado, lo que le confiere particulares bondades en términos de rendimiento, al mezclarlo con otros tipos de petróleo más liviano. Se suma a lo anterior la localización geográfica, nuestro país ofrece ventajas logísticas para todo el hemisferio occidental. No menos importante, es la capacidad instalada que tiene Venezuela desde el punto de vista de servicios básicos, vialidad y transporte; así como el conocimiento y preparación de los venezolanos en temas petroleros.
La producción de petróleo en Venezuela ha caído de manera sustancial en la última década, debido a falta de inversión en infraestructura y a las sanciones internacionales que pesan sobre desde el 2017. Después de haber tenido una producción estable sobre los 3 millones de barriles por día (bpd), actualmente escasamente alcanzamos una cifra de 700 mil bpd.
Duplicar la producción actual de petróleo en Venezuela, superando holgadamente el millón de bpd, requeriría una inversión en torno a los 20 mil millones de dólares. Asimismo, alcanzar la máxima producción histórica de 3,5 millones de bpd necesitaría una inversión de unos 30 mil millones de dólares más. Estas, que parecen cifras enormes, realmente son bastante aceptables en comparación con los beneficios que podrían recibir a cambio los inversionistas solo por concepto de venta internacional de crudo.
Dadas las claras razones para que nuestro petróleo y el país en general puedan despertar el interés internacional, cabe preguntarse qué hemos hechos nosotros los venezolanos para preservar el valor de nuestros activos petroleros y la integridad económica de Venezuela. No me refiero solamente al gobierno nacional sino todos los ciudadanos de a pie, aquellos que somos los verdaderos propietarios de los bienes del Estado.
Creo que la respuesta salta a la vista. En las últimas décadas, en el mejor de los casos, hemos dedicado sentimientos, pensamientos y acciones al devenir político. Pero realmente ¿nos hemos preocupado por la integridad de nuestra economía?; ¿nuestros representantes políticos y nosotros mismos hemos cuidado el bienestar de los sectores productivos del país?; ¿hemos cuidado el valor de nuestra moneda, hemos combatido airadamente la inflación, hemos protegido y honrado el crédito, hemos exigido el cumplimiento de presupuestos, hemos exigido disciplina fiscal, hemos promovido a nuestro país como destino de inversión, hemos luchado fieramente contra la corrupción? Hemos, hemos, hemos (…).
Desmanes como el de Trump, quien por cierto tiene posibilidades de ser el próximo presidente de los Estados Unidos, los vamos a ver a lo largo de nuestro camino como país. Mal manejo de nuestros recursos económicos por parte de los políticos lo hemos visto y lo seguiremos viendo. Políticas económicas inadecuadas también. Lo que no ha ocurrido hasta ahora en Venezuela es que nosotros, los ciudadanos, nos erijamos como los responsables directos del destino económico de Venezuela.
La única manera de protegernos contra los embates de “tipejos” como Trump es hacer de la nuestra una economía realmente sólida y esto pasa por dedicarnos desde cada uno de nuestros espacios como ciudadanos, de que ocurran las cosas que tienen que ocurrir desde el punto de vista de nuestras finanzas. No me refiero a palabras y críticas de salón sino a actuar a través de los mecanismos comprendidos en nuestra constitución para asegurarnos de que Venezuela se convierta en la potencia económica que merece ser.
Votar, elegir responsablemente a nuestros representantes y gobernantes, pagar los impuestos, no consumir productos con sobreprecio, denunciar la especulación, denunciar y protestar contra la corrupción, hablar bien de nuestro país son algunas de las cosas que como gente común y corriente podemos hacer para mejorar la economía venezolana. En la próxima entrega, dedicaremos unas líneas a esto.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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Por ser el petróleo la principal fuente de energía, la industria de hidrocarburos ha sido, es y será un factor esencial en la economía mundial. En los últimos años, se han promovido fuertemente las energías renovables o no fósiles porque obviamente son menos contaminantes que el petróleo, el gas y el carbón.
No obstante, la enorme inversión en términos de infraestructura para generar energías renovables probablemente determine que su uso quede restringido a la minoría de los países ricos, mientras la mayoría del mundo seguirá usando energías no renovables por muchísimo tiempo.
Venezuela tiene las reservas certificadas de petróleo más grandes del planeta. Se estima que superan los 300 mil millones de barriles, lo que a precio actual de mercado podría traducirse en más de 20 trillones de dólares, casi 150 veces el monto de nuestra deuda externa.
En estos días, en un encuentro del Partido Republicano en Carolina del Norte, Donald Trump, exmandatario de los Estados Unidos, declaró que durante su gobierno nuestro país estuvo a punto de colapsar, lo que hubiera acabado con el gobierno de Nicolás Maduro y permitido a los Estados Unidos hacerse del petróleo venezolano.
Esto me recuerda un libro publicado por el exsecretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, el año pasado, en el que asegura que Trump ofreció «deshacerse» del presidente Maduro a los dirigentes opositores Juan Guaidó, Julio Borges, Carlos Vecchio y Mauricio Claver-Carone, quienes se reunieron con el exmandatario estadounidense en la Casa Blanca: «¿Qué pasaría si el ejército estadounidense bajara y se deshiciera de Maduro?», planteó Trump. A lo que Guaidó respondió: “Por supuesto nosotros siempre daremos la bienvenida a la ayuda de Estados Unidos”.
Sin duda las declaraciones del exmandatario americano dan cuenta de las claras intenciones injerencistas que tuvo en su momento los Estados Unidos, en convivencia con factores radicales de la oposición venezolana, de producir un caos en nuestro país en lo económico, político y social, sin importar en lo más mínimo si con ello afectaban a la mayoría de los venezolanos, incluyéndolo a usted y a mí.
Las aborrecibles declaraciones de Trump han causado gran revuelo en la comunidad mundial, especialmente entre los países que tradicionalmente han apoyado firmemente a Venezuela, ya que innegablemente van en contra de los mínimos principios internacionales de soberanía, equidad, justicia y Estado de Derecho.
El interés internacional en el petróleo venezolano tiene varias aristas comprensivas: más allá de la ingente cantidad de crudo que reposa en nuestro subsuelo, la extracción del petróleo venezolano es bastante más barata que la de otros países, incluyendo los Estados Unidos.
Por otra parte, nuestro crudo es particularmente denso o pesado, lo que le confiere particulares bondades en términos de rendimiento, al mezclarlo con otros tipos de petróleo más liviano. Se suma a lo anterior la localización geográfica, nuestro país ofrece ventajas logísticas para todo el hemisferio occidental. No menos importante, es la capacidad instalada que tiene Venezuela desde el punto de vista de servicios básicos, vialidad y transporte; así como el conocimiento y preparación de los venezolanos en temas petroleros.
La producción de petróleo en Venezuela ha caído de manera sustancial en la última década, debido a falta de inversión en infraestructura y a las sanciones internacionales que pesan sobre desde el 2017. Después de haber tenido una producción estable sobre los 3 millones de barriles por día (bpd), actualmente escasamente alcanzamos una cifra de 700 mil bpd.
Duplicar la producción actual de petróleo en Venezuela, superando holgadamente el millón de bpd, requeriría una inversión en torno a los 20 mil millones de dólares. Asimismo, alcanzar la máxima producción histórica de 3,5 millones de bpd necesitaría una inversión de unos 30 mil millones de dólares más. Estas, que parecen cifras enormes, realmente son bastante aceptables en comparación con los beneficios que podrían recibir a cambio los inversionistas solo por concepto de venta internacional de crudo.
Dadas las claras razones para que nuestro petróleo y el país en general puedan despertar el interés internacional, cabe preguntarse qué hemos hechos nosotros los venezolanos para preservar el valor de nuestros activos petroleros y la integridad económica de Venezuela. No me refiero solamente al gobierno nacional sino todos los ciudadanos de a pie, aquellos que somos los verdaderos propietarios de los bienes del Estado.
Creo que la respuesta salta a la vista. En las últimas décadas, en el mejor de los casos, hemos dedicado sentimientos, pensamientos y acciones al devenir político. Pero realmente ¿nos hemos preocupado por la integridad de nuestra economía?; ¿nuestros representantes políticos y nosotros mismos hemos cuidado el bienestar de los sectores productivos del país?; ¿hemos cuidado el valor de nuestra moneda, hemos combatido airadamente la inflación, hemos protegido y honrado el crédito, hemos exigido el cumplimiento de presupuestos, hemos exigido disciplina fiscal, hemos promovido a nuestro país como destino de inversión, hemos luchado fieramente contra la corrupción? Hemos, hemos, hemos (…).
Desmanes como el de Trump, quien por cierto tiene posibilidades de ser el próximo presidente de los Estados Unidos, los vamos a ver a lo largo de nuestro camino como país. Mal manejo de nuestros recursos económicos por parte de los políticos lo hemos visto y lo seguiremos viendo. Políticas económicas inadecuadas también. Lo que no ha ocurrido hasta ahora en Venezuela es que nosotros, los ciudadanos, nos erijamos como los responsables directos del destino económico de Venezuela.
La única manera de protegernos contra los embates de “tipejos” como Trump es hacer de la nuestra una economía realmente sólida y esto pasa por dedicarnos desde cada uno de nuestros espacios como ciudadanos, de que ocurran las cosas que tienen que ocurrir desde el punto de vista de nuestras finanzas. No me refiero a palabras y críticas de salón sino a actuar a través de los mecanismos comprendidos en nuestra constitución para asegurarnos de que Venezuela se convierta en la potencia económica que merece ser.
Votar, elegir responsablemente a nuestros representantes y gobernantes, pagar los impuestos, no consumir productos con sobreprecio, denunciar la especulación, denunciar y protestar contra la corrupción, hablar bien de nuestro país son algunas de las cosas que como gente común y corriente podemos hacer para mejorar la economía venezolana. En la próxima entrega, dedicaremos unas líneas a esto.
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