“Políticas públicas” sin esencia ni consistencia

Mucho se ha escrito sobre la significación de las políticas públicas. Aunque no ha sido del todo así, al advertir el craso problema sobre el cual se ha deparado su realce, incluso, pronunciado por la propia teoría política. 

Mucho de lo expuesto se ha quedado en destacar su desarrollo como determinaciones necesarias para el desempeño de todo buen gobierno que busca actuar con la mayor metódica posible. Indistintamente de si lo pretendido mediante el cuerpo de políticas enunciadas y expuestas como tales, logran sus cometidos, posiblemente si o tal vez, no. 

Comienzan los problemas

Para muchos gobernantes, el problema no radica en la situación a la cual se someten los pronunciamientos condensados por la redacción de las políticas públicas. El problema tiene otra lectura. Lectura esta que se supedita a lo que las instancias de intereses políticos reclaman. Y que, de no ser consideradas y acatadas las medidas pretendidas, el poder político resuelve la situación a partir del empleo de la represión y la coerción. 

Para gobernantes desentendidos de lo que los conceptos de gobierno y de política comprometen, la ruta hurgada tiene el atajo que provee la represión. Tanto como la humillación, el revanchismo, el sectarismo y la exclusión ordenada por el poder.

Las políticas públicas en el contexto de realidades descompuestas por la corrupción, la desvergüenza, la incompetencia y la impunidad que, como circunstancias, caracterizan la dinámica política-gubernamental de los respectivos ámbitos de poder, son de casi imposible alcance. Tanto así, que el concepto de política pública, vive el desprestigio y la decepción que infunde cualquier estamento político arrastrado por la impopularidad, el desconocimiento, el engaño y el rechazo posible que pueda ser alcahueteado. 

Causas que destacan el problema acusado

Son varias causas las que califican a los efectos de acusar tan serio inconveniente:

1.     La actitud autoritaria de la población a la cual se dirige la política. Es lo que la lleva a no ser atendida, mucho menos entendida, ni considerada.

2.     La displicencia o indiferencia en la que se ven envueltas las pretendidas políticas públicas y que finalmente, no son observadas. Tampoco acatadas jurídica, organizacional e institucionalmente.

3.     El rechazo de gobernantes a refutar realidades a los fines de corregirlas.

4.     La propensión gubernamental a ordenar, antes que estudiar, analizar o investigar los problemas reflexivamente.

5.     La negligencia del gobierno a instrumentar políticas que comprometen exigentes cometidos logísticos y operativos.

6.     Presumir que las soluciones son gratuitas. Sucede cuando la población supone que la construcción de políticas públicas no demanda esfuerzo alguno. Por tanto, la población se arroga derechos que cree son dirigidos para su defensa. Por ejemplo, el recibir todo lo necesario a manera de dádiva o como prestación, contraprestación o simple compensación política. Se tergiversa el sentido y concepto de las políticas públicas.

Algunas inferencias

Mientras estos problemas sigan dándose, se padecerá de una grave carencia de políticas debidamente elaboradas. Entre tanto, se impondrá la improvisación como recurso de reacomodo y ordenamiento de las realidades. Sin que ello corrija nada.

Así que, de no corregirse tan acomodaticia e inmediatista praxis, el país que sufra tales dificultades estará condenado a vivir arrastrándose entre los resquicios de un empirismo derivado de una apestosa politización. La misma pues, desprendida de cuantos estamentos políticos son abandonados a los costados del camino preferido por el recorrido del poder visceral.

Este problema caracteriza aquellos “remedos” de políticas públicas que ni siquiera alcanzan la categoría que la teoría política emplea para resaltar la importancia de medidas políticas formuladas a instancia de serios procesos de análisis.

Son escasamente “remedos de políticas públicas” que, para su proyección, se sustentan en tarifadas cuotas de mantenimiento financiero-populistas que concede el poder público para así justificar sus amañadas intenciones de gobernar. Lo único que suele verse entre tanta alharaca politiquera, y aunque por retazos, son refritos de “políticas públicas” sin esencia ni consistencia.

***

Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: ¿Se debilita la democracia?

</div>