Unidad o seis años más de calamidad

Abro esta columna con la noticia de que los miembros de la Plataforma Unitaria, Manuel Rosales y María Corina no pueden comunicarse por WhatsApp para coordinar una reunión, sino que requieren cartas timbradas, selladas, notariadas, apostilladas y cualquier tipo de certificaciones que se haya inventado para validar (ironía a la vista).

Es preocupante que se necesite esperar invitaciones de las partes, que se supone deberían estar unidas en un propósito común y, por lo tanto, no requieren protocolos adicionales para sentarse a conversar con franqueza sobre cuál será la candidatura unitaria que le ofrecerán al país para derrotar a Nicolás Maduro.

Estamos muy mal si los líderes de las fuerzas opositoras no pueden intercambiar una llamada para comunicar sus posturas, sino que necesitan mediadores o invitaciones oficiales.

Ahora bien, cuando coordinen la reunión, sería conveniente que todas las partes consideren que más del 70% de los electores quiere votar y que, además, tienen una preferencia A, B, C y todas las letras disponibles que le ofrezcan, es decir, lo único que desean es votar porque no es por Juan, María, José, Josefina, sino simplemente en contra de Maduro.

Lo que se espera

Asimismo, también es oportuno que la decisión que surja en ese encuentro deba contener elementos sujetos a lo «políticamente racional» más que a lo «puramente moral», pues, la ciencia política no está para decidir sobre quién es bueno o malo, o pecador o perfecto, esto es debate para otras disciplinas.

En el mismo sentido, se ruega que no discutan sobre la legitimidad o ilegitimidad de lo que se vive en el país, porque todos deben saber que desde hace mucho tiempo esta perorata no sirve para lograr el cambio político.

Adicionalmente, por si no ha quedado claro, recuerden que las excusas que se planteen para la no participación electoral solo nos ayudarían a ser candidatos —de llegar a existir— al premio a la moralidad (como en el 2005, 2018 y otras veces que no participamos implícita o explícitamente), pero no es útil para ganarle a Maduro.

Seguidamente, podrían hacer el prudente ejercicio de imaginarse ser oposición a Maduro o ser oposición a cualquier de los que estén sentados en esa reunión. En otras palabras, imagínense ser oposición a Rosales, Edmundo González o Maduro, y cuál preferirían.

Además, sería saludable sumar las fuerzas de todos los presentes y restarlas con las fuerzas del contrincante para evitar sobrestimar las capacidades propias y, en consecuencia, no decidir caminar hacia lo imposible o transitar de forma intransigente hacia el vacío.

Aprovechar la oportunidad

Por último, es conveniente que, si no pueden enviarse cartas formales, ojalá que puedan contactarse internamente por sus redes sociales (creo que todos los involucrados las tienen activas) y congregarse para tomar decisiones que capitalicen las bajísimas condiciones electorales disponibles porque, precisamente por todas esas arbitrariedades/suciedades es que necesitamos el cambio político.

No aprovechar la pequeña ventana de oportunidad es no entender en cuál terreno jugamos (adversidad mayúscula) y cuál es el objetivo final que perseguimos (cambio político).

De cualquier modo, las circunstancias terminarán imponiéndose, existirá un resultado el 28 de julio de este año (o cuando los autoritarios definan la fecha en la cual se sientan cómodos). Un resultado que puede tener como desenlace la profundización de todos los males u otro que podría derivar en el comienzo del largo proceso de redemocratización del país. ¿Qué se prefiere? También contesten con sinceridad en ese encuentro.

PD: Cierro esta columna sin saber si los líderes opositores encontraron los números de teléfonos de cada uno para conversar como políticos adultos. Ojalá que sí, para el bien de más del 80% que quiere un cambio y que, por cierto, no le importa mucho el personaje que represente ese cambio.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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