Dice la Ley de la Dispersión de Flacso, que “(…) nunca encontrarás lo que ha sido visto arrumado en cualquier rincón de la casa la semana anterior”. Es la caracterización más elocuente de la cotidianidad más normal. La jerga popular, igualmente, refiere el mismo caso cuando buscas algo que realmente se necesita, pero no aparece.
Esto evidencia la habitual situación en la que las realidades toman un giro inesperado que pareciera conducir hacia alguna dimensión desconocida.
Aunque lo arriba escrito luce como un elaborado prolegómeno a cualquier disertación que intente tratar algún tema referido a la normalidad de la vida, en realidad no lo es. Ello vale para dar cuenta de la realidad que a diario atosiga a cualquier mortal. Es, por ejemplo, lo que realmente ocurre al encontrar algo extraviado, además, en el fragor de un momento en que la búsqueda practicada resulta inútil.
La teoría de Flacso
Hallar el objeto extraviado, supone justificar la Ley de Flacso. Que diga alguien no haber vivido tan incómodo momento, sería una absurda mentira. Hasta las organizaciones de cualquier calibre o especie, lo han vivido. Entonces ¿cómo alguien se atrevería a contrariar tan enfadoso y típico instante?
Sin duda, todo individuo ha transitado por tan tormentosa situación de la cual sale airoso, casi siempre. Aunque hay casos, que mantienen a la persona u organización atrapada durante un tiempo que, contradictoriamente, pareciera infinito.
El problema en la política
El ejercicio de la política, igualmente, pasa por momentos conmocionados. La diferencia entre el problema que vive un individuo u organización no gubernamental, estriba en la manera de ¿cómo el mismo es afrontado?
En política, lo que, generalmente, se extravían, son enfoques de procesos asumidos bajo perspectivas que con el tiempo se abandonan. O se desorientan sus metodologías de instrumentación. Por lo tanto, las aplicaciones que corresponden a la solución de estos problemas, son inadvertidas a consecuencia del discurrir de las actuales y nuevas realidades.
Las nuevas realidades que configuran el contexto y perfil de los conflictos que, anteriormente, fueron consideradas como factibles panaceas, son ahora catalogadas como confusas realidades. Y con alguna razón, particularmente, por cuanto las nuevas realidades contienen elementos que tienden a ser comprendidos bajo ópticas indagatorias diferentes.
Es la razón por la que, en el ámbito de ejercicio de la política, es posible y hasta fácil, reconocer el extravío de procesos o políticas diseñadas en función de parámetros que dejaron de ser factores de apuntalamiento, pues se volvieron caducos.
En conclusión
La dinámica política apuesta siempre a verse coadyuvada por el respaldo de agentes externos que garanticen neutralidad y ecuanimidad. Estos, bregan en aras de intervenir ante la cuestionada situación, a fin de actualizar aquellos procedimientos que en otrora calificaron de capaces para ordenar la metodología de instrumentación que anteriormente tuvo un desempeño envidiable. Aun cuando, muchas veces, tales procedimientos son vistos con marcada ojeriza, dada la presunción de equivocados y exagerados a los que son acusados de forma pública.
De manera que como siempre se ha expresado: hay un problema que corresponde a cada solución. Acá, es propio el hecho de argumentar lo contrario a objeto de rebatir tan temeraria y ligera afirmación. Sobre todo, cuando se cuenta con la disposición que sabe inspirar el modo de cómo enfrentar al contrincante. Sea el mismo caracterizado por ser un proceso, método, organización o individual. Es el modo político más efectivo que en una situación de confrontación entre actores contrarios, se tiene para vencer sin ocasionar daño colateral
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