¿Se debilita la democracia?

En principio, vale destacar que el concepto de democracia, está fundamentado en el concepto de política. Solamente, de la política concebida sobre el ejercicio de las libertades que cimientan la vida del ser humano o como lo refirió el filósofo alemán y teórico revolucionario comunista Friedrich Engels, cuando expresó que “la libertad es el reconocimiento de la necesidad que incita al hombre a manifestar sus decisiones y a actuar en la dirección de vida que elija”.  

Aunque la auténtica libertad se procura con base en una mentalidad resguardada por la disciplina, o sea, aquella disposición que compromete la voluntad de actuar con la responsabilidad que entraña la vida propiamente. 

Justamente en medio del recorrido que traza la libertad en su afán por alcanzar su consolidación en la realidad en la cual se desarrolla, cabe traer a colación los problemas que han comenzado a restarle impulso a la democracia. Particularmente, a raíz del inconveniente que crea el “apagón” que sufren las ideologías en el mundo político, social y económico al cederle el paso al populismo oportunista

El asedio del populismo

Cualquier intención de dar cuenta de cómo y por qué se ha debilitado la democracia a consecuencia del grave aprieto que atraviesa como sistema político, pasa por revisar el impacto del populismo o de su incidencia. Del nuevo-populismo visto como un “estilo de hacer política”, por tan curiosa razón, adquirió el empuje necesario para convertirse en la corriente política dominante del siglo XXI. 

Incluso, tal como afirman algunos, podría decirse que el populismo es actualmente la opción política capaz de desplazar la democracia. Particularmente, dado su insidioso carácter “movilizador”, solapada logística y engañosa aplicabilidad.

Algunas particularidades del populismo

El populismo nunca ha tenido un proyecto político que avale su capacidad de movilización, aunque se dice que la seducción lo caracteriza, especialmente, dado el simplismo de sus ocasionales propuestas. Es por eso que el populismo pareciera adaptarse con resuelta eficiencia a fenómenos propios de otros ámbitos, tal como ocurre con la “globalización” que ha vivido el mundo político contemporáneo. 

Podría lucir algo temerario asentirlo, pero igualmente pareciera que, al populismo, le es fácil sentarse al lado del “globalismo”. Por supuesto, apostando a una vinculación o asociación de propósitos (ocultos). Desde luego, con la complicidad propia de un torturador de oficio o la de un “verdugo” adulador e infeliz.

El poder de la política

El poder de la política, como relación desigual entre gobernados y gobernantes, asoma por cualquier lado ante la aludida situación. Bajo esas condiciones, se hace posible inferir conjeturas que lleven a deducir el “por qué” el referido problema haya buscado abandonar la política, por tanto, a la democracia. 

En consecuencia, podría decirse que el tiempo de la democracia ha comenzado a agotarse, de forma tal que, el problema en cuestión podría favorecer una ausencia de libertades. Así quedaría el campo libre para que circunstancias ajenas a la política, la corrompan. Además, tan confusa situación, comienza a verse abrumada por la nociva presencia de intereses extraños a la política que terminan contaminándola.

La “antipolítica”

Es cuando surge la “antipolítica” como el espacio ocupado por tendencias asociadas con intereses comunes de la economía, las finanzas y el comercio. Particularmente, de las redes de conexión aupadas por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. De modo que el mundo de la política comienza a girar en torno a condiciones que no calzan con la praxis de la democracia.

Fundamentalmente, porque no apuntan a favorecer las demandas de las nuevas, sórdidas y complicadas realidades. Realidades estas que coinciden con criterios propios de modelos autoritarios y hegemónicos, aunque de lenguaje y deleites populistas, incluso, de gustos capitalistas (crasa contradicción).

Entonces, ¿qué va quedando de la democracia? Bastante poco pues lo que las coyunturas van restándole, es aprovechado por “soluciones despóticas», soluciones estas que son utilizadas por modelos autoritarios para asumir la política a instancias de medidas que tienden a ejercer la autoridad sin respeto a valores políticos, morales y éticos. 

Es el terreno perfecto para enganchar una pretendida gestión de gobierno a prácticas populistas. Y que al final, desfiguran la democracia en su estructura, ideología y praxis.

Del fondo de tan desagradable situación, emerge un poder cuya fuerza se basa en factores políticos que tienden a actuar como agentes intimidantes, agresivos, humillantes y desmoralizantes de las libertades que, en otrora, coadyuvaron a edificar la democracia. 

La sumatoria de tan burdas razones, en el contexto de la complicada realidad política que hoy se advierte, acentúan las crisis que de hecho amenazan la democracia. Justamente, ante tan agudas causas, es seguro dar con la respuesta que justifica la pregunta que intitula esta disertación: ¿Se debilita la democracia?

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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