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Las calles casi vacías en la Ciudad Vieja de Jerusalén marcan el inicio de Ramadán, un mes sagrado que suele llenar la vía pública de gente y ambiente festivo al caer la noche, pero que este año queda recluido en casa por la pandemia de COVID-19, incluso está cerrada la Explanada de las Mezquitas, el tercer lugar más sagrado del islam.
El espíritu de celebración durante el Ramadán impregnaba cada año la atmósfera de los barrios de la zona oriental ocupada de Jerusalén, en la que viven alrededor de 350.000 palestinos.
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Hoy por la tarde, antes de la puesta de sol, muchos compraban en las tiendas de alrededor de la Ciudad Vieja, donde son especialmente solicitados los «qatayef», masas rellenas de nueces y queso, o canela y almendras, que solo se comen en estas fechas.
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