Familias ocupan con ranchos terrenos del colectivo “Látigo Chávez"

Desde hace más cinco años el Ejecutivo entregó el terreno y prometió aportar los recursos para que por autoconstrucción se levantaran 200 viviendas. La promesa no ha sido cumplida

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Las familias levantaron ranchos de bahareques y zinc en estos terrenos otorgados hace más de 5 años

Acarigua.- Mientras su esposo termina de amarrar las láminas de zinc que serán el techo de la casa de bahareque en la que vivirán, Sonia Mejía, le comentó a El Pitazo la ilusión que tenía de ofrecerle a sus hijos un hogar en mejores condiciones. “Yo quería venirme a vivir en una buena casa. En mejores condiciones, pero ahora nos toca sobrevivir aquí, con la misericordia de Dios", dice.

La suya es una de las 200 familias pertenecientes al colectivo Látigo Chávez, a las que el Ejecutivo regional adjudicó un  terreno ubicado en la avenida Circunvalación de Acarigua, en el estado Portuguesa.

La entrega del espacio fue hace más de 5 años. El proyecto se ejecutaría por autoconstrucción, se encargarían los mismos beneficiarios, pero con recursos aportados por el Gobierno nacional a través de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Esto fue así para unas 10 familias a las que les otorgaron parte de la tubería de agua y vigas de acero, nada más. 

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Al no ser una de esas 10 que corrieron con la suerte de recibir parte o algo del material de construcción, Sonia y su familia se cansaron de esperar y hace unos 20 días, casi a la intemperie se mudaron al espacio delimitado para ellos: tres niños de 2, 4 y 7 años, dos adolescentes 13 y 18, y los padres.

Su casa es prácticamente de una pieza, tiene una puerta y un par de ventanas. Ha sido construida con guafas, tierra amarilla y láminas de zinc recicladas. El trabajo lo ha hecho su esposo en unos cuantos días. Lo que el hombre gana como caletero no alcanza para comprar materiales más resistentes, como cemento y bloques.

La necesidad los obligó a ellos y a otra veintena de familias a habitar la zona aún cuando carecen de los servicios básicos: agua, electricidad y cloacas. “Nos toca hacer para el monte, como quien dice. Bañarnos con agua que traemos en tobos desde otro lado, y estar a oscuras, aunque mi esposo agarró una toma desde la avenida hasta acá a la casa con unos cables que le regalaron", afirma la mujer que espera su sexto hijo.

“Yo vivía muy mal, arrimada en un anexo. Era una habitación para todos y mis hijos no tenían libertad", explica Sonia dando los motivos la cual decidió llegar al lugar donde las calles son de tierra y el monte crece alto. “Ahora no es que esté cómoda, pero nada como tener algo de uno, así sea un ranchito".

El proyecto habitacional incluía instituciones educativas, parque y canchas. Quienes tuvieron la osadía de levantar sus ranchos ahí creen que en alguna parte del Ministerio para Hábitat y Vivienda debe reposar un documento en el que diga que la obra fue ejecutada en su totalidad, como pasa con varias ubicadas en esta regional del país.

“Ni un clavo nos dieron, y más nunca se aparecieron. Por ahí deben haber dicho que las personas de este colectivo ya están viviendo bien y no es así. Nos prometieron ayudarnos y no lo hicieron", dijo uno de los beneficiarios que acude al terreno diariamente a limpiarlo.

Sonia Mejía vive en este lugar con su familia, esposo y cinco hijos

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