Productores de Portuguesa temen perder frijol, ajonjolí y arroz que falta por cosechar

La escasez de combustible ha impedido que terminen de sacar de los campos y trasladar a las plantas de almacenamiento lo poco que se sembró en el ciclo norte-verano. El desabastecimiento también pone en riesgo la producción más importante del año, que inicia en un mes, la de arroz y maíz, principales granos de consumo nacional

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Un 80% del cultivo de arroz se mantienen en los campos en riesgo de perderse por no poderse cosechar ante la falta de combustible. Foto: Archivo

Acarigua.- Los productores agrícolas del estado Portuguesa no han podido ni siquiera estimar las pérdidas a la que se enfrentan por la escasez de combustible que se registra en todo el país.

La falta de gasoil y gasolina no solo les ha impedido sacar la cosecha del poco frijol chino, arroz y ajonjolí que se cultivó durante el ciclo norte-verano que está culminando, sino que además, les ha imposibilitado llegar a sus unidades de producción para evaluar las condiciones de dicha siembra.

Entre 3 y 5 son los días que muchos trabajadores del campo han tenido que permanecer en las colas que se forman en las estaciones de servicios de cada municipio de esta región, la principal de los 17 estados de Venezuela donde la agricultura es la primera actividad económica.

En las pocas gasolineras que están operativas, y tomadas por funcionarios policiales y militares por órdenes de la Zona Operativa de Defensa Integral (Zodi No. 33) de Portuguesa, se han llevado a cabo un sin número de medidas para que los productores puedan optar por un turno y surtir tan solo entre 30 y 50 litros de gasolina, casi semanalmente.

Cada tres o cuatro días llegan a estas estaciones de servicio alrededor de 14.000 litros de combustible, cantidad que se hace insuficiente para todos los productores y los sectores que han sido priorizados para circular durante la cuarentena nacional, decretada tras la emergencia sanitaria por la aparición del nuevo coronavirus que, no ha llegado a Portuguesa, pero ya cobró las primeras tres víctimas en Venezuela.

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En los municipios Páez, Turén y San Rafael de Onoto, el Ministerio de Producción Agrícola y Tierras, a través del Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral (Insai), ha intentado establecer controles por medio de listados con datos de productores adscritos a la asociaciones agrícolas, para garantizarles el poco combustible que entra al estado.

El pasado 18 de marzo, el propio ministro Wilmar Castro Soteldo atribuía el desabastecimiento a la detención en Aruba de dos buques por parte del Gobierno norteamericano, afirmación que hizo durante una reunión con autoridades regionales y agricultores de Portuguesa, y que fueron difundidas en un video que no tardó en hacerse viral en las redes sociales.

Aunque la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro) ya había calificado el 2019 como el peor año para la agricultura venezolana, sus asociaciones coinciden en que este 2020 será «catastrófico», ya que no solo está en riesgo lo poco que se sembró -y que aún permanece en los campos sin poder ser traslado a las plantas de almacenamiento-, sino que está en juego el ciclo invierno que iniciará en mayo, época en que se cultiva la materia prima de los alimentos que se consumen, y en algunos casos exportan, en el último trimestre de este año.

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Antonio Pestana, expresidente de Fedeagro, afirma que en la región se cultivaron en este ciclo norte-verano, entre 100.000 y 120.000 hectáreas de frijol chino y unas 15.000 de ajonjolí, mucho menos que los años anteriores.

Coincide con Ramón Elías Bolotín, presidente de la Asociación de Productores Agrícolas Independientes (PAI) del municipio Turén, otrora “granero de Venezuela", que hasta la fecha se ha cosechado en promedio un 85% de frijol y un 50% de ajonjolí, quedando en los campos y en riesgo unas 20.000 hectáreas de frijol, y alrededor de 7.000 de ajonjolí.

«Es muy difícil conocer las estimaciones. Por falta de combustible, los técnicos no han podido salir a campo. Las pocas que tenemos han sido obtenidas por comunicación telefónica con los productores que nos van informando», expresa Bolotín, también directivo de leguminosas de Fedeagro.

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Toda las labores de manutención de las predios agrícolas están prácticamente paralizadas a raíz de la falta de hidrocarburos. En el período actual, también se lograron sembrar entre 7.000 y 10.000 hectáreas de arroz en toda la región, quizás el cultivo más importante de acuerdo al consumo y con mayor riesgo por ser más laborioso y tener más necesidades.

Hasta la fecha se ha cosechado el 20% de este rubro y, al igual que los otros dos señalados, lo que queda está en riesgo. Por tratarse del ciclo verano, este cultivo requiere de más agua del que se necesita durante el invierno, lo que se traduce en mayor operatividad de los pozos de riego que alimentan la siembra.

El combustible es necesario para la movilización de los obreros, la manutención de la siembra y hasta el control de plagas. Aunque la escasez de gasoil no es tan severa como la de gasolina, igual está limitada. El producto llega a algunos municipios de la región cada dos o tres días y se permite surtir entre 50 y 100 litros por productor.

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Una motobomba a gasoil que sea utilizada para inundar las láminas de agua de un cultivo de arroz y que permanezca encendida por 24 horas, consume un aproximado de 200 litros del combustible.

Este sistema no solo es utilizado para mantener el arroz; en su mayoría, en las zonas agrícolas de Turén, Esteller y Santa Rosalía se ha tenido que recurrir a los pozos rudimentarios para la extracción de agua del subsuelo, ante la carencia del servicio por tuberías. Esta también es la del consumo diario de los trabajadores y de quienes habitan en estos sectores.

Más preocupación

Lo que permanece ahora en el campo, no es la única preocupación de los productores de Portuguesa. Con la llegada de abril, los expertos como Ramón Bolotín contabilizan dos meses de retraso aproximadamente, en la labores de preparación y acondicionamiento para el ciclo invierno, el más importante del año por tratarse de la siembra de maíz y arroz, principales granos de consumo nacional.

«Estamos a un mes de que entren las aguas (las lluvias) y aún no se han empezado las labores en el campo para preparar las tierras y acondicionarlas. El gasoil es necesario para todas estas labores. Dependemos de la lluvia, después de que el invierno entre y que el suelo se sature, no se puede sembrar así se quiera. Por eso, la siembra idónea es en mayo, así que en abril hay que dejar todo listo», advierte por su parte Pestana.

La falta de financiamiento bancario para la adquisición de fertilizantes, se suma a las trabas que enfrentan los agricultores en este tiempo. Las asociaciones no cuentan con el capital para adquirir las fórmulas importadas y la urea, productos dolarizados y, además, por el desabastecimiento de combustible, no hay cómo transportar a las fincas estos insumos y mucho menos buscarlos en el vecino país, Colombia, como se ha venido haciendo.

Desprotegidos y sin esperanzas

Roberto García tiene 35 años y es productor del municipio Santa Rosalía. Afirma que tiene más de 20 días sin ir a su finca, ubicada en el barrio Los Unidos. En su vehículo no tiene «ni una gota de gasolina».

Su familia, por generaciones se ha dedicado a la misma faena, como el 90 por ciento de los que en esta entidad han vivido de las labores del campo. «Voy a cosechar 70 hectáreas de frijol chino en una semana y tengo 20 días que no voy a la finca, no tengo una gota de gasolina. No hay cómo movilizar a los obreros ni tampoco cómo poner a operar las máquinas», afirma.

Para un viaje de ida y vuelta desde Araure, donde vive, hasta su unidad de producción, recorre más de 160 kilómetros y necesita unos 30 litros de gasolina. Para la siembra de 100 hectáreas de maíz en el próximo ciclo invierno requiere no menos de 10.000 litros de gasoil. La situación e incertidumbre lo tiene en «tres y dos», al punto de pensar en no cultivar por el momento.

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