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jueves, 1 abril, 2021

Hermana Carmelita venezolana ayuda a abuelos con COVID-19 en Brasil

Isimar Linares, Hermana Carmelita de Madre Candelaria, cuenta cómo ha experimentado la pandemia del COVID-19 desde un asilo en la provincia de Minas de Gerais, en Brasil, uno de los países de Latinoamérica más afectados por el virus

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Valera- Efigenia, de 95 años de edad, una de las cinco primeras personas en dar positivo para COVID-19 en el asilo Comunitario Santa María, ubicado en la provincia Minas de Gerais de Brasil, se montó en el vehículo que los llevaría al confinamiento, dispuesto por la Secretaría de Salud municipal, mientras vociferaba con alegre inocencia que iba de paseo.

La hermana Carmelita Isimar Linares, oriunda de Valera, estado Trujillo, observaba la escena, un día de mayo de 2020, con preocupación. En la capital del estado, Belo Horizonte, la cifra de contagios y muertes, especialmente de personas mayores, iba en aumento.

“Fue agobiante tuvimos mucho miedo, pensamos que se iban a morir. Las empleadas se metieron en el baño a llorar, fue un momento difícil, y también de esperanza. Estaban ajenos a su condición y estar animados les iba a ayudar», contó la hermana vía telefónica a El Pitazo.

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En Venezuela, en el Centro de Formación Religiosa en Mérida, donde cursó sus primeros años de educación en la congregación de la Madre Candelaria, ya había convivido con abuelos. Sabía que la muerte era natural, aunque esta vez la circunstancia era atípica.

El gobierno brasileño no acató las medidas estrictas de aislamiento, tuvo discrepancias en el manejo de las políticas de salud, que incluso llevaron a la renuncia de ministros. Rápidamente el país se convirtió en el más afectado por el virus en América Latina.

Hasta el martes 30 de marzo, Brasil se ubica en el segundo lugar de contagios y muertes por el COVID-19 en el mundo con 12.573.615 infectados y 313.866 decesos. Un momento histórico que la venezolana va a recordar siempre.

36 días antes

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La Hermana Isimar Linares, de 29 años de edad, y oriunda de la parroquia La Beatriz en Valera, llegó a Brasil con la pandemia encima. Arribó al municipio Mariana en la provincia de Minas de Gerais un 21 de enero de 2020, apenas 36 días antes que se confirmara el primer contagio de Covid-19 en São Paulo.

Sin saber ninguna palabra en portugués, pero convencida en su vocación de servicio, se entregó al trabajo operativo de la obra social de Monseñor Horta, donde habitan 56 abuelos en condición de vulnerabilidad.

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Aunque esta tarea era parte de la misión como religiosa, antes de tomar sus últimos votos en la orden, también albergaba el deseo de poder ayudar a su hermana Inocenta Rojas, quien padecía de un cáncer en etapa terminal a sus 63 años de edad.

“Cuando dieron positivo los primeros casos, yo tenia mucho miedo de contagiarla. En la mañana estaba en el asilo y en la tarde la asistía, pero ella me dijo: ‘Tranquila, si tuviera tus fuerzas, estaría dándolo todo por los abuelos’", recordó Linares sobre Inocenta, quien falleció dos semanas después de decirle esas palabras, en junio de 2020.

De 56 abuelos, 20 se han contagiado, pero ninguno ha fallecido, algo que la Hemana Carmelita considera un milagro. Foto: cortesía Madre Isimar Linares

Linares, se sintió conmovida por su hermana, quien vivió 16 años en esa población y fue la primera misionera venezolana en prestar sus servicios y, pese a recibir quimioterapias, aún le quedaban fuerzas para darle lecciones diarias de portugués a la monja recién llegada.

Su tenacidad, dijo Linares, le recordaba a la fundadora de la congregación, la segunda Beata de Venezuela, Madre Candelaria San José, a quien la valerana admira y tiene como ejemplo de una mujer fuerte en la Iglesia Católica venezolana.

“Un ejemplo para mí es la Madre Candelaria, que vivió tiempos de enfermedad y guerra y supo responder a Dios. También, como trujillana, admiro a José Gregorio Hernández, que contribuyó a la ciencia y salud», expresó la hermana Linares de ambos beatos.

Pandemia en Venezuela

Pese a tener clara su misión, arraigada en su vocación cristiana, confesó no apartar los pensamientos de Venezuela y su particular vivencia de la pandemia.

“Tú sales de tu país al servicio y si es de morir en el lugar, mueres, porque esa es tu misión. Estás enamorado de eso, pero una parte de ti piensa en tu familia y hermanas de congregación allá, que tienen que lidiar con una pandemia, donde no hay una estructura socioeconómica como en otros países", dijo la religiosa.

Mientras mantenía presente a su patria en su mente, también se entregaba a su servicio. Semanalmente debía atender a un abuelo contagiado por el virus, vestida completa con trajes de seguridad; y contribuir en la limpieza de no solo una sino cuatro veces diarias del asilo, porque parte del personal daba positivo y debía ser aislado.

“Los abuelitos se ponen tristes porque debían quedarse en un cuartito encerrados, entonces sino querían comer uno debe entrar con todo el protocolo: el traje de quirófano, la máscara, el protector y también sufrimos por insumos, que debimos reutilizar", describió la hermana.

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Una labor que hace en apoyo a la enfermera, quien se encarga de vigilar sus síntomas y signos vitales.

De ese modo transcurrió el 2020, aferrada en la oración para fortalecer su fe. Aunque de manera inevitable, en enero de 2021, la enfermedad impactó su hogar, el cual observa a través de video llamadas.

“Cuando mis papás se enfermaron fue bastante difícil, angustiante, pero tuve fe. Me preocupaba mi hermana, quien trabajaba y cuidaba de ellos, fue una guerrera. Gracias a Dios somos unidos. Mis hermanos (uno de ellos en Ecuador) preguntaban a médicos y yo pedía sugerencias a amigos en Venezuela. Fue gratificante cuando mejoraron», relató Isimar sobre el episodio. Una noticia que le trajo alivio, pese a que su alrededor la situación empeoraba. Minas de Gerais, después de Sao Paulo, es uno de los estados más perjudicados.

En marzo superaron el record de muertes diarias y los hospitales tienen más de 90% de ocupación. Se estima 600 personas están en espera por una cama en la UCI y cerca de 100 en Mariana.

Vacunados pero en riesgo

El caos, cuenta la hermana, pese a que no se ha llevado la vida de ningún abuelo (20 de los 56), los mantiene alerta. Fueron los primeros en recibir la vacuna, pero siguen en riesgo debido a la nueva cepa.

Lo supo cuando la Secretaria de Salud del Estado, le solicitó la contribución con las bombonas de gas del asilo, ante la carencia de suministros.

“Teníamos cuatro bombonas de oxígeno, que ellos nos dan porque los abuelos necesitan cuando se enferman, pero vinieron a procurarlas porque actualmente tiene 139 personas en espera en sus casas y están llegando al límite de insumos en los hospitales", relató Linares.

A pesar de esto, Isimar revela que su corazón se mantiene en calma. Esta adversidad, aunque ha dejado imágenes y experiencias que no podrá olvidar, ha develado las bondades de la humanidad por las cuales se motiva.

“Me da tristeza en el aspecto político, que hay mentiras y malos manejos, como gente queriéndose hacer rico, pero me entusiasma que podemos continuar dando respuesta en momentos difíciles y saber que la humanidad tiene la capacidad de hacer el bien», finalizó la religiosa trujillana.

Isimar planea volver a Venezuela a visitar sus familiares en 2022 y regresar a Mariana, que se ha ganado su corazón y le recuerda a su natal Trujillo.

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