Los hombres de azul en Carabobo están de luto. El mayor del Sistema Integrado de Protección Civil y Bomberos, Yonder Rafael González Gil, murió la tarde de este miércoles en un hecho vial en la avenida Don Julio Centeno, en San Diego.
Aproximadamente a las 4:30 de la tarde, González se desplazaba en su moto por la avenida, aparentemente, para buscar a su esposa, cuando ocurrió el hecho del que se manejan dos versiones.
Una refiere que, al parecer, el mayor habría tratado de esquivar a una persona que cruzaba la avenida, cerca de «la pasarela de Imgeve», cuando perdió el control, se cayó y golpeó la cabeza con la isla central. La otra, que se le habría «trancado» una rueda a la moto. Sin embargo, la primera versión cobra más fuerza.
Sufrió un severo traumatismo en el accidente en San Diego
Tras el hecho, el efectivo bomberil, aunque llevaba puesto un casco, sufrió traumatismo craneoencefálico severo, que le causó la muerte de manera inmediata.
Sus compañeros, lo recuerdan como un excelente amigo. Siempre dispuesto a servir a la ciudadanía. Un hombre dedicado a salvar vidas, pero hoy, aunque lo intentaron, sus colegas no pudieron hacer lo mismo por él.
Una historia que marcó sus vidas
Hace algunos años, al Sistema Integrado llegó una llamada sobre un supuesto hecho vial en la autopista Sur, frente a la Ciudadela José Marti. Yonder estaba de guardia, pero no había unidad para trasladarse al sitio. Su vocación por ayudar a otros lo llevó a sacar, sin permiso, una ambulancia que estaba estacionada en el taller porque no tenía luces. Y junto a una compañera se fueron al servicio.
Cuando llegaron al lugar no había nada. Resultó ser una llamada falsa, así que retornaron a la sede. Pero cuando iban por el distribuidor La Florida vieron cómo una camioneta cayó al vacío y se detuvieron. El chofer y una mujer que iba de copiloto murieron de inmediato.
Yonder y su compañera, pensando que ya no había nada qué hacer, se retiraban del sitio cuando escucharon el llanto de un bebé. Se trataba de una niña de aproximadamente un año, quien había sobrevivido en el siniestro.
Sin dudar, la subieron a la ambulancia y se enrumbaron hacia el hospital. Al llegar nuevamente a la sede, enfrentaron un problema con su jefe y fueron despedidos.
En lugar de regresar a sus casas, ambos funcionarios volvieron al hospital a acompañar a la niña, quien estaba sola. Le consiguieron insumos y todo lo que pedían. Así estuvieron durante cinco días, mientras llegó un familiar de Caracas para hacerse cargo.
Entonces, en agradecimiento, la abuela de la bebé se trasladó a la sede de Protección Civil para abogar por Yonder y su compañera. Aquello no había sido más que un acto heróico, así que su jefe lo comprendió y los reintegró a sus puestos para que siguieran salvando vidas.
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