La devaluación del bolívar y la instauración de un control de cambio son parte de los hitos que más se recuerdan del “Viernes negro” en Venezuela. Pero si se trata de entender las pistas más significativas del 18 de febrero de 1983 para la actual economía nacional, hay que acudir a los testigos directos de aquel momento.
Amado Fuguet es un periodista especializado en economía y consultor de comunicaciones, que durante el primer “Viernes negro” tuvo la responsabilidad de cubrir estos cambios económicos. Desde la redacción de El Nacional, todavía ubicada en El Silencio, le tocó contar el quiebre de una estabilidad monetaria que se mantuvo en el país durante más de dos décadas.
— El 18 de febrero fue un desenlace de algo que ya venía generándose. Los precios del petróleo habían bajado, había un endeudamiento muy alto del sector público y el privado y se generaba una demanda de divisas para solventar esos pagos. Era una situación de desequilibrio que estaba en la economía y que comenzaba a manifestarse.
Durante los meses previos, hubo nerviosismo en el sector privado y en el mismo sector público, porque la demanda de divisas aumentaba y era una situación que iba a desembocar en alguna medida cambiaria.
— ¿Este nerviosismo era solo de economistas o también se comentaba en las calles?
— La gente estaba acostumbrada a una estabilidad cambiaria y una sobrevaluación del bolívar que se expresaba en una frase que era muy famosa, antes de 1983, que era: “está barato, dame dos”. La gente viajaba a Miami o a otros destinos turísticos y compraba mucho, como un fenómeno de una cultura que se creía muy segura desde el punto de vista económico.
El “Viernes negro” significó un gran cambio cultural de la gente en su relación con la economía.
— Se marcó un antes y un después en la relación que tenía el ciudadano común con la economía. La gente empezó a preocuparse, porque el cierre cambiario fue un gran acontecimiento. En aquel momento, los periódicos en los kioscos se agotaban porque había la necesidad de estar informados.
Hubo un cambio en la gente y a partir de allí, hemos vivido en un constante “Viernes negro”, en una cultura que se ha ido acostumbrando a esa crisis, a esas subidas y bajadas de la economía.
— El “Viernes Negro” sigue tocando las puertas de Venezuela año tras año. El hecho de que el bolívar haya tenido todos estos procesos de reconversión es producto de la desconfianza.
La referencia a la dolarización de la economía se tenía en Venezuela, porque algunos países en América Latina lo adoptaron. Se habló en distintos momentos, pero llegamos a este punto más bien como una presión que se fue dando por sí misma y no, como una política.
— De todas las crisis económicas que hemos vivido, de todas hay que aprender. Las más recientes nos dejan muchísimas lecciones sobre lo que no hay que hacer, con esas colas para obtener alimentos y el impacto que eso tuvo en la migración.
El ciudadano debe ser exigente con los tomadores de decisiones, para que los recursos que maneja el Estado se usen apropiadamente y con transparencia.
Aunque una de las lecciones más importantes es que los jóvenes y los ciudadanos entiendan a la economía como un entorno en el que se necesita mucha participación de la gente y se rompa la cultura rentista del petróleo.
— El “Viernes negro” nos obligó como periodistas a tratar de orientar con pedagogía, no solo con información.
Los venezolanos le prestaron cada vez más atención a la economía y eso era un reto periodístico para dar buenas explicaciones. Por ejemplo, la tasa del dólar de libre convertibilidad (a 7,50 bolívares durante los primeros días del control cambiario) se manejaba con diversos mecanismos como la Bolsa de Valores, que era desconocida para la gente común. A partir de que empezó a cotizarse el dólar en la Bolsa, se impulsaron las transacciones bursátiles.
Aunque había una ventaja en aquella época, que ahora no la vemos con las fuentes.
— Leopoldo Díaz Bruzual era el presidente del Banco Central (de Venezuela) y lo apodaban “El búfalo”. Era un personaje, muy avezado y estudioso de la economía y lo podíamos entrevistar, al igual que a los tomadores de decisiones que estaban Pdvsa.
Nos podíamos reunir con los técnicos que elaboraban el Presupuesto de la Nación y con especialistas de instituciones como el Banco Central y los ministerios de Hacienda y Fomento. Eso nos ayudaba mucho para entender las razones y las distintas variables.
En los 40 años tras aquel “Viernes negro” también hubo muchos cambios en el manejo de la política económica. Al actual presidente del BCV, Calixto Ortega Sánchez, se le ve poco en alocuciones televisivas y mucho menos en encuentros con la prensa.
Las devaluaciones ahora se informan, tarde a tarde, en una imagen en Twitter que avisa cuánto avanzó el dólar y cuánto más perdió el salario mínimo. Quizás de eso hablaba Amado Fuguet con el constante «Viernes negro».
Foto principal y edición del video: Miguel Rodríguez Drescher
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La devaluación del bolívar y la instauración de un control de cambio son parte de los hitos que más se recuerdan del “Viernes negro” en Venezuela. Pero si se trata de entender las pistas más significativas del 18 de febrero de 1983 para la actual economía nacional, hay que acudir a los testigos directos de aquel momento.
Amado Fuguet es un periodista especializado en economía y consultor de comunicaciones, que durante el primer “Viernes negro” tuvo la responsabilidad de cubrir estos cambios económicos. Desde la redacción de El Nacional, todavía ubicada en El Silencio, le tocó contar el quiebre de una estabilidad monetaria que se mantuvo en el país durante más de dos décadas.
— El 18 de febrero fue un desenlace de algo que ya venía generándose. Los precios del petróleo habían bajado, había un endeudamiento muy alto del sector público y el privado y se generaba una demanda de divisas para solventar esos pagos. Era una situación de desequilibrio que estaba en la economía y que comenzaba a manifestarse.
Durante los meses previos, hubo nerviosismo en el sector privado y en el mismo sector público, porque la demanda de divisas aumentaba y era una situación que iba a desembocar en alguna medida cambiaria.
— ¿Este nerviosismo era solo de economistas o también se comentaba en las calles?
— La gente estaba acostumbrada a una estabilidad cambiaria y una sobrevaluación del bolívar que se expresaba en una frase que era muy famosa, antes de 1983, que era: “está barato, dame dos”. La gente viajaba a Miami o a otros destinos turísticos y compraba mucho, como un fenómeno de una cultura que se creía muy segura desde el punto de vista económico.
El “Viernes negro” significó un gran cambio cultural de la gente en su relación con la economía.
— Se marcó un antes y un después en la relación que tenía el ciudadano común con la economía. La gente empezó a preocuparse, porque el cierre cambiario fue un gran acontecimiento. En aquel momento, los periódicos en los kioscos se agotaban porque había la necesidad de estar informados.
Hubo un cambio en la gente y a partir de allí, hemos vivido en un constante “Viernes negro”, en una cultura que se ha ido acostumbrando a esa crisis, a esas subidas y bajadas de la economía.
— El “Viernes Negro” sigue tocando las puertas de Venezuela año tras año. El hecho de que el bolívar haya tenido todos estos procesos de reconversión es producto de la desconfianza.
La referencia a la dolarización de la economía se tenía en Venezuela, porque algunos países en América Latina lo adoptaron. Se habló en distintos momentos, pero llegamos a este punto más bien como una presión que se fue dando por sí misma y no, como una política.
— De todas las crisis económicas que hemos vivido, de todas hay que aprender. Las más recientes nos dejan muchísimas lecciones sobre lo que no hay que hacer, con esas colas para obtener alimentos y el impacto que eso tuvo en la migración.
El ciudadano debe ser exigente con los tomadores de decisiones, para que los recursos que maneja el Estado se usen apropiadamente y con transparencia.
Aunque una de las lecciones más importantes es que los jóvenes y los ciudadanos entiendan a la economía como un entorno en el que se necesita mucha participación de la gente y se rompa la cultura rentista del petróleo.
— El “Viernes negro” nos obligó como periodistas a tratar de orientar con pedagogía, no solo con información.
Los venezolanos le prestaron cada vez más atención a la economía y eso era un reto periodístico para dar buenas explicaciones. Por ejemplo, la tasa del dólar de libre convertibilidad (a 7,50 bolívares durante los primeros días del control cambiario) se manejaba con diversos mecanismos como la Bolsa de Valores, que era desconocida para la gente común. A partir de que empezó a cotizarse el dólar en la Bolsa, se impulsaron las transacciones bursátiles.
Aunque había una ventaja en aquella época, que ahora no la vemos con las fuentes.
— Leopoldo Díaz Bruzual era el presidente del Banco Central (de Venezuela) y lo apodaban “El búfalo”. Era un personaje, muy avezado y estudioso de la economía y lo podíamos entrevistar, al igual que a los tomadores de decisiones que estaban Pdvsa.
Nos podíamos reunir con los técnicos que elaboraban el Presupuesto de la Nación y con especialistas de instituciones como el Banco Central y los ministerios de Hacienda y Fomento. Eso nos ayudaba mucho para entender las razones y las distintas variables.
En los 40 años tras aquel “Viernes negro” también hubo muchos cambios en el manejo de la política económica. Al actual presidente del BCV, Calixto Ortega Sánchez, se le ve poco en alocuciones televisivas y mucho menos en encuentros con la prensa.
Las devaluaciones ahora se informan, tarde a tarde, en una imagen en Twitter que avisa cuánto avanzó el dólar y cuánto más perdió el salario mínimo. Quizás de eso hablaba Amado Fuguet con el constante «Viernes negro».
Foto principal y edición del video: Miguel Rodríguez Drescher