Credit: Mairet Chourio (@mairetchourio)

📧 ¿Quieres suscribirte a todos nuestros newsletters?

“Mamá, siento que no sé nada”, le dijo Joselyn a su madre, tras regresar de su primera clase particular en Campo Rico, al este de Caracas, en julio de 2023. La adolescente de 16 años acababa de ver una lección completa sobre ecuaciones y no había entendido lo que intentaba explicarle la profesora contratada por sus padres.

En su liceo, ubicado en la parroquia Petare, no había visto matemáticas de forma regular durante casi dos años, porque los profesores renunciaban a la semana de empezar o iban solo una vez al aula. Para la joven recién salida de bachillerato, los números se volvían confusos en la hoja cuadriculada por más que la docente de tareas dirigidas insistiera que ese tema se lo tenían que haber enseñado.

“Esto es algo de cuarto año, que en quinto solo tenías que reforzar”, aseguró la educadora, pero Joselyn se limitó a negar con la cabeza.

Para pasar matemáticas en quinto año le promediaron la nota de dos asignaturas: física y química. Además, le pidieron que escribiera un trabajo de mínimo cuatro páginas sobre la Regla de Ruffini y que incluyera algunos ejemplos. Joselyn buscó la información en Google y copió lo que halló. Actualmente no recuerda qué son los polinomios o los binomios.

“La niña no tuvo clases completas durante mucho tiempo, primero la pandemia y luego no tenía profesores de inglés ni de matemáticas. En septiembre la voy a poner otra vez en tareas dirigidas y al mismo tiempo en un propedéutico, porque su papá y yo queremos que entre a una universidad”, afirmó Yorgelis Rodríguez, la madre de Joselyn y comerciante de profesión, a Efecto Cocuyo.

Joselyn no está segura de querer entrar a la universidad. Contó que le da miedo, porque siente que no está preparada para un primer semestre.

“Quiero estudiar Administración como una prima, pero estoy pensándolo, porque eso es mucho número y creo que no voy a poder. Yo quiero estudiar, pero tampoco quiero que me raspen un poco de materias empezando. Mi mamá me dijo que ahorró unos reales para pagar el curso para poder estudiar lo que no me dieron en el liceo”, comentó la joven.

Te podría interesar: “Necesitamos que aprendan algo”, padres desesperados buscan cupos en tareas dirigidas para sus hijos

Propedéutico no es solución

Desde hace una década expertos han denunciado que estudiantes de centros públicos en Venezuela se gradúan de bachillerato sin haber cursado en su totalidad materias como castellano, matemáticas, química o física, áreas elementales de formación para poder ingresar en universidades.

Durante los últimos seis años la situación se ha agudizado hasta convertirse en un problema que afecta de forma grave a jóvenes de todo el territorio nacional. La ausencia de profesores de ciencias y lengua en los liceos, debido a los bajos salarios docentes, han provocado que cientos de alumnos se vean afectados por un “vacío formativo”, como lo han denominado especialistas en el área.

En abril de 2022, el Sindicato de Trabajadores de Educación del estado Lara (Sutelara) denunció que había un déficit del 75 % de docentes de las materias de física, química y matemáticas solo en Barquisimeto. En octubre de ese año, la dirigente sindical Raquel Figueroa reportó que la deserción de profesores especializados alcanzaba el 57% en todo el país.

Frente a la crisis, jóvenes han recurrido a las clases particulares (tareas dirigidas) y los cursos propedéuticos para intentar adquirir los conocimientos que no obtuvieron en el período académico reglamentario. No obstante, es imposible recuperar toda una materia, que debió impartirse un año escolar completo, en unas cuantas semanas.

“Al final el propedéutico no puede convertirse a una alternativa de dos años de vacío, por ejemplo, que puede tener un estudiante en cualquier institución donde faltan profesores. De hecho, en los procesos educativos cuando hay vacíos importantes de formación, son muy difíciles de recuperar”, afirmó José Francisco Juárez, vicerrector académico de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), a Efecto Cocuyo.

Una crisis de años

El profesor de la Ucab e investigador Leonardo Carvajal, doctor en Educación, indicó que la falta de profesores especializados en Venezuela ya era un problema palpable para 2013. Afirmó que varios de los alumnos que recibió en la universidad para entonces le confesaron no saber nada de matemáticas o tener problemas en las áreas de castellano e inglés.

El problema es estructural, añadió Carvajal, y empeoró particularmente desde el 2017, debido a la hiperinflación que empezó en noviembre de ese año y que es considerada como una de las peores registradas en el continente en el último siglo. Tan solo en 2018, el país cerró con una tasa de 130.060% de inflación.

“La hiperinflación pulverizó los salarios. Los de los educadores toda la vida han sido bajos, pero antes eran salarios que te permitían vivir. En ese momento los educadores tuvieron que optar entre sobrevivir o morirse de hambre continuando en el sistema. Obviamente, el instinto de supervivencia hizo que muchos abandonaran sus cargos”, dijo el profesor.

La pandemia del COVID-19, que en Venezuela comenzó en marzo de 2020, empeoró la situación. La cuarentena y el cambio de modalidad de las clases a un sistema a distancia representaron un duro golpe para profesores y estudiantes. Las fallas de servicios públicos y el poco acceso a la tecnología necesaria agudizaron la crisis de la educación.

En enero de este año, el padre Manuel Aristorena, ex director nacional Fe y Alegría, denunció que por lo menos 166.338 docentes desertaron entre 2015 y 2021 en el país. El 40 % de los que han abandonado las aulas están en el extranjero, mientras que el 60 % buscó una profesión más lucrativa.

Adolescentes sin información básica

En octubre de 2022, la ministra de Educación Yelitza Santaella, aseguró en el canal del Estado que la matrícula en Venezuela supera los 8 millones de estudiantes. De ese tota, hay 2 millones 400 mil en media general y unos 300 mil en media técnica, según las declaraciones de la funcionaria.

Ese mismo mes, la Ucab publicó los resultados de un estudio realizado a 16 mil estudiantes de más de 50 instituciones de Caracas y 17 estados del país, que cursaban desde 4to grado de primaria hasta 5to año de bachillerato.

“Los alumnos de educación media en Venezuela cada vez tienen menos competencias en materias fundamentales del currículo. En promedio, obtuvieron 8,95 puntos sobre 20 en matemáticas y 9,34/20 en habilidad verbal. La brecha entre instituciones privadas y públicas se sigue expandiendo”, reportó la universidad en una nota de prensa.

Carvajal aseguró que, actualmente, el 50 % de los bachilleres necesitan cursar un propedéutico, aunque este no sea una solución completa para los vacíos formativos. Si bien no es posible aprender todo el contenido de un año en pocos meses, los estudiantes pueden intentar nivelarse para poder ingresar al sistema superior.

“Es una maldad que entre en la carrera y no tenga las competencias. Creo que no hay más remedio que ponerle un freno temporal al ingreso indiscriminado a la educación superior a los que no tengan la mínima preparación, mientras ellos adquieren ciertos conocimientos básicos y destrezas intelectuales que no traen”, afirmó Carvajal.

Recordó que el Ministerio de Educación prohíbe aplazar a los muchachos, aún si estos no obtuvieron el mínimo requerido de calificación. En consecuencia, miles de jóvenes son promovidos de grado sin tener conocimientos suficientes para afrontar el siguiente nivel. Por ello, la única opción que tienen es intentar obtener la información por otras vías, como los cursos o las clases particulares.

El problema debe atenderse

La Universidad Católica Andrés Bello ofrecerá un curso propedéutico de 12 semanas para nivelar estudiantes de cuarto y quinto año de educación media y bachilleres que quieran prepararse para la prueba de ingreso de cualquier institución de educación superior, desde el próximo 22 de septiembre.

Juárez informó que la iniciativa surge por la preocupación de la casa de estudios sobre el nivel de formación de los jóvenes a nivel nacional.

“Son los muchachos que van con unas debilidades que no les permiten superar el primer año de carrera. Hemos pensado en distintas alternativas, el propedéutico es una. Nosotros de alguna manera queremos paliar algo del problema, pero sabemos que allí hay que hacer otros esfuerzos. El propedéutico por sí mismo no va a resolver el problema de lo que está sucediendo con la educación”, indicó el vicerrector.

Las ofertas de propedéuticos siguen multiplicándose en el país de parte de instituciones privadas, pero no todas las familias puede pagar por estas clases. El salario mínimo venezolano continúa estancado en 130 bolívares o cuatro dólares mensuales a la tasa de cambio del Banco Central de Venezuela (BCV) y una inscripción de un curso puede superar los 40 dólares.

Juárez puntualizó que las universidades a nivel nacional deberían ofrecer opciones accesibles a los jóvenes que se gradúan de bachillerato para nivelarse. No obstante, es tarea del Estado venezolano garantizar la calidad educativa, algo en lo que ha fracasado en la última década.

“De otra forma, vamos a tener en los próximos años una cantidad de personas que salen frustrados de la universidad o estudiantes que terminan en carreras que no quieren. Lo peor en todo caso sería que las instituciones de educación superior bajaran el nivel para atender las graves deficiencias que se están encontrando”, finalizó.