El Servicio de Atención Jurídica de Cecodap reveló que hubo un aumento (225%) en el número de casos atendidos sobre acoso escolar en el 2022 y en lo que va de 2023. En su informe destaca que es la primera causa de atención.
Aunque la campaña del Ministerio Público puso en el tapete el acoso escolar el año pasado, la Fiscalía ha dejado de referirse al tema en lo que va de año. La trama de corrupción ha arropado al acoso escolar y abuso sexual infantil. Esperemos que sea solo una apreciación y que no degenere en una pérdida de interés institucional en estas problemáticas.
Dan Olweus, psicólogo escandinavo, fue la primera persona que utilizó el término bullying para referirse al acoso escolar. En 1973, comenzó a estudiar el fenómeno de la violencia en escuelas de Noruega y se dedicó a estudiar el tema del acoso escolar a partir de 1982, impactado por el suicidio de tres adolescentes en Suecia.
El que se conozca el acoso escolar desde hace ya 40 años, no quiere decir que no existiera antes. Esta forma de violencia se ha presentado desde que los seres humanos existimos, solo que fue hace unas décadas cuando lo identificaron y le pusieron nombre.
Eso permitió que lo reconociéramos como una forma de violencia que existe en todo el mundo y que puede afectar a cualquiera, sin importar la raza, condición social o religión. El bullying es más fuerte en los países en los que hay una cultura que tolera y promueve la violencia. El acoso escolar, las agresiones domésticas, el abuso sexual, la inseguridad personal, los conflictos armados, todos tienen en común el uso del poder para hacerle daño a los demás, especialmente a los más débiles e indefensos.
Si los adultos contaran sus historias seguramente recordarían que cuando eran niños o adolescentes hacían bromas muy pesadas para hacer sentir mal a sus compañeros.
Tendríamos que ser muy valientes para contar si alguna vez nos sentimos discriminados o humillados.
Seguramente lo que difícilmente diríamos es si fuimos capaces de defender a alguien que era objeto de esta forma de violencia enmascarada con bromas pesadas, o si más bien le hicimos el juego y nos convertimos en cómplices.
Es difícil de detectar. Está basado en la exclusión y el rumor. Comprende diversos gestos codificados entre los compañeros como cuando se voltea los ojos, se suspira, se fruncen las cejas y cualquier variedad del lenguaje corporal hostil. Así como cuando se excluye de forma intencional a alguien de los grupos, equipos de trabajo, invitaciones, juegos, deporte o recreo escolar. Los estudiantes que acosan relacionalmente pueden tener habilidades sociales desarrolladas, ser seductores, simpáticos y los adultos se resisten a creer pueda ser un acosador.
Hay que estar muy atento porque con frecuencia se escucha «en este salón la mayoría de los niños se acosan». No es acoso cuando la intención no es hacer daño. Se hacen bromas, no ofensivas ni humillantes, sin agresiones físicas o emocionales. La conducta no es permanente. Estamos ante la presencia de bromas o burlas eventuales, no se repiten si el otro se molesta.
La violencia se usa para resolver conflictos. Por ejemplo, cuando de manera espontánea y momentánea se responde con violencia física o verbal a un empujón, o nos ofenden y ofendemos o tenemos una reacción violenta por diferencias de opinión, o agredimos intencionalmente en un intercambio deportivo. Es una forma violenta de resolver conflictos y debe ser atendida tomando en cuenta la intención e intensidad, porque esto definiría si estamos o no frente a un acoso.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: La participación estudiantil para la prevención de la violencia
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Aunque la campaña del Ministerio Público puso en el tapete el acoso escolar el año pasado, la Fiscalía ha dejado de referirse al tema en lo que va de año. La trama de corrupción ha arropado al acoso escolar y abuso sexual infantil. Esperemos que sea solo una apreciación y que no degenere en una pérdida de interés institucional en estas problemáticas.
Dan Olweus, psicólogo escandinavo, fue la primera persona que utilizó el término bullying para referirse al acoso escolar. En 1973, comenzó a estudiar el fenómeno de la violencia en escuelas de Noruega y se dedicó a estudiar el tema del acoso escolar a partir de 1982, impactado por el suicidio de tres adolescentes en Suecia.
El que se conozca el acoso escolar desde hace ya 40 años, no quiere decir que no existiera antes. Esta forma de violencia se ha presentado desde que los seres humanos existimos, solo que fue hace unas décadas cuando lo identificaron y le pusieron nombre.
Eso permitió que lo reconociéramos como una forma de violencia que existe en todo el mundo y que puede afectar a cualquiera, sin importar la raza, condición social o religión. El bullying es más fuerte en los países en los que hay una cultura que tolera y promueve la violencia. El acoso escolar, las agresiones domésticas, el abuso sexual, la inseguridad personal, los conflictos armados, todos tienen en común el uso del poder para hacerle daño a los demás, especialmente a los más débiles e indefensos.
Si los adultos contaran sus historias seguramente recordarían que cuando eran niños o adolescentes hacían bromas muy pesadas para hacer sentir mal a sus compañeros.
Tendríamos que ser muy valientes para contar si alguna vez nos sentimos discriminados o humillados.
Seguramente lo que difícilmente diríamos es si fuimos capaces de defender a alguien que era objeto de esta forma de violencia enmascarada con bromas pesadas, o si más bien le hicimos el juego y nos convertimos en cómplices.
Es difícil de detectar. Está basado en la exclusión y el rumor. Comprende diversos gestos codificados entre los compañeros como cuando se voltea los ojos, se suspira, se fruncen las cejas y cualquier variedad del lenguaje corporal hostil. Así como cuando se excluye de forma intencional a alguien de los grupos, equipos de trabajo, invitaciones, juegos, deporte o recreo escolar. Los estudiantes que acosan relacionalmente pueden tener habilidades sociales desarrolladas, ser seductores, simpáticos y los adultos se resisten a creer pueda ser un acosador.
Hay que estar muy atento porque con frecuencia se escucha «en este salón la mayoría de los niños se acosan». No es acoso cuando la intención no es hacer daño. Se hacen bromas, no ofensivas ni humillantes, sin agresiones físicas o emocionales. La conducta no es permanente. Estamos ante la presencia de bromas o burlas eventuales, no se repiten si el otro se molesta.
La violencia se usa para resolver conflictos. Por ejemplo, cuando de manera espontánea y momentánea se responde con violencia física o verbal a un empujón, o nos ofenden y ofendemos o tenemos una reacción violenta por diferencias de opinión, o agredimos intencionalmente en un intercambio deportivo. Es una forma violenta de resolver conflictos y debe ser atendida tomando en cuenta la intención e intensidad, porque esto definiría si estamos o no frente a un acoso.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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