El 8 de marzo, día de la mujer, no es día de flores, ni de felicitaciones, ni de envío de tarjetas virtuales donde predomine el rosado o el fucsia. No es una fiesta comercial como la del día de los enamorados, o el de la madre, o en navidad; es la conmemoración de una larga lucha con muchos frentes y también de celebración por muchos logros, obtenidos por ellas, las mujeres.

La revolución feminista ha sido el mayor cambio social de los últimos 100 años. Que las mujeres hayan logrado mayor visibilidad, participación socialderechos sociales ha cambiado la cotidianidad de la familia y, en mayor o menor instancia, a cada uno de nosotros. Ha sido una real revolución a pesar de la resistencia por parte de la tradición machista que sigue predominando en todas las culturas, y donde los hombres, por supuesto, son elemento fundamental.

Cambios femeninos vs masculinos

El cambio de una de las partes de cualquier sistema implica el cambio del resto de las partes. La pareja, la familia, la sociedad son sistemas y al cambiar las mujeres deberían cambiar los hombres para que no se produzcan desajustes. Lamentablemente, en pocas sociedades ha sido así. 

Una de las causas del desajuste contemporáneo entre hombres y mujeres es que ellas han modificado una buena parte de sus roles sociales de forma más radical y rápidamente que los de ellos. Las mujeres llevan un siglo exigiendo y logrando cambios en sus roles mientras que los hombres lo han hecho a un ritmo más lento. Esta disparidad de ritmos ha hecho que se pierda el compás de otros tiempos.

El desajuste social por los cambios femeninos puede verse, por ejemplo, en que a las mujeres  con mayor nivel educativo y mayor capacidad de decisión, les cuesta encontrar pareja masculina o mantenerla y que los hombres tradicionales (la inmensa mayoría) cuyas parejas femeninas tienen mayores ingresos que ellos, suelen afectarse en su autoestima.  

A pesar de que cada vez hay más hombres (los de mayor educación formal) que por la capacidad productiva de su pareja femenina, asumen papeles y responsabilidades tradicionalmente asignadas a ellas, como las domésticas, la mayoría de ellos sigue resistiéndose a asumirlas o lo hace a título de ayuda, no de responsabilidad absoluta. Falta mucho en este aspecto.

La lentitud de los hombres en flexibilizar sus roles y posiciones sociales puede deberse tanto a su temor a perder privilegios sociales históricamente instituidos, como por su rigidez mental producto de la socialización masculina.

Logros que afectan a los hombres

Pareciera que el cambio femenino que más ha afectado a los hombres es la independencia que ellas han logrado, fundamentalmente en algunos sectores del mundo occidental. Es evidente que, desde el siglo pasado, la sumisión de las mujeres a los hombres y la consecuente dependencia en todos los órdenes se ha ido superando hasta lograr que muchas de ellas se sientan independientes y actúen en consecuencia.

Quizás el mayor logro independentista de las mujeres sea el control de su propio cuerpo. Los métodos anticonceptivos y el derecho el aborto (en algunos países) las liberaron de la dictadura de la maternidad. Ahora, si lo deciden y la biología les ayuda, pueden embarazarse cuando quieran y las veces que quieran, incluyendo, ninguna. Eso es libertad.

La independencia del embarazo en las mujeres, aunque también signifique libertad y tranquilidad para los hombres, les ha restado poder. Tú, en la casa, a parir, criar y cocinar, fue el mandato de ellos durante siglos. Ahora, cada vez menos, pueden dar esa orden.

Otros importantísimos logros femeninos han sido el acceso a la educación  académica, la inserción en el mercado laboral en mejores condiciones que en el pasado (aunque todavía falte mucho) y la autosuficiencia económica de gran cantidad de mujeres. Esto, les ha hecho más libres de decidir.

La capacidad productiva de las mujeres las convierte, en algunas parejas y familias, en las  principales proveedoras del hogar, o las únicas, lo que ha hecho que el papel de proveedor, que el hombre había detentado durante siglos en forma exclusiva, ya no lo sea y al perder poder económico, los hombres han perdido poder social; sobre todo aquellos que lo usaban para manipular y ejercer poder absoluto sobre las mujeres.

Gana la sociedad

Los cambios de género logrados por las mujeres, a pesar de la resistencia o insatisfacción de algunos (o muchos) hombres, ha significado un real avance social. Las sociedades, parejas y familias donde esto se ha producido son más satisfactorias porque sus miembros tienen una vida más equilibrada y más justa. Lo que todos y todas queremos.

Está faltando, sí, mayores cambios actitudinales en una gran cantidad de hombres e, inclusive, de mujeres. Tiene que haber más reflexión sobre su papel en la sociedad actual, particularmente en la relación de los hombres con las mujeres en todos los contextos.

En las nuevas generaciones hay que promover pautas de crianza distintas a las tradicionales machistas. Las instituciones y grupos que promueven los cambios de género tienen que incluir a los hombres en sus políticas y proyectos y también a las personas sexo diverso, sin estigmas, sin prejuicios.  

El mundo de hoy es mucho más complejo, más diverso, más demandante para cada uno de nosotros, para todas las sociedades, en todos los planos y exige más tolerancia, más flexibilidad , más creatividad que en otros tiempos.   

Mujeres, hombres y quienes no se sientan ni lo uno, ni lo otro, debemos ir de la mano, sobre la base del respeto, buscando la igualdad y una sociedad más justa. Los 8 de marzo nos dicen eso.

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