Así se llama el libro que en días pasados presentamos desde la ONGs Resonalia y FeminismoINC, fruto de un trabajo liderado por la activista feminista María Luisa Campos y en esfuerzo solidario con muchas otras mujeres y organizaciones feministas en Venezuela.
Se trata de un libro para sobrevivientes de violencia sexual basado en una traducción libre al español del plan de estudios del taller de narración transformadora del Movimiento WomensJusticeNOW.org en Estados Unidos. Fue escrito para reflexionar, escribir y compartir experiencias como sobrevivientes de todas las formas de violencia sexual y usar la voz propia como herramienta para el cambio personal, político y social.
Lo que más me cautivó de esta guía o manual de trabajo es que invita a hacer lo que desde toda la historia del feminismo las mujeres hemos querido y es recuperar el derecho a nuestra palabra para expresar lo que nos pasa, a tener derecho y espacio público para poder decir lo que nos acontece, para darle un espacio importante a nuestras narrativas.
Cuando no te quedas callada, cuando respondes, cuando preguntas, cuando cuestionas, cuando dices lo que realmente te sale del corazón sin esperar complacer a nadie, sin esperar los tiempos de nadie sino los propios, estás rompiendo con siglos de silencio y opresión que sobre las mujeres se ha ejercido.
Audre Lorde en su libro Letanía de la supervivencia recoge muy bien el espíritu de Mi historia, mis términos con este poema: «Y cuando hablamos tenemos miedo de que nuestras palabras no se escuchen ni sean bienvenidas, pero cuando estamos calladas seguimos teniendo miedo, así que es mejor hablar y recordar que nadie esperaba que sobreviviéramos». Realmente poderoso mensaje que invita a poner el poder en las palabras que expresamos de forma abierta y pública.
Para quienes comparten una historia de trauma producto de abuso sexual, el escucharse las unas a las otras equivale a ganar un espacio para rescatar su derecho a ser quienes son y a ser tratadas con amabilidad y compasión. Al desafiar los recuerdos poco saludables y ampliar la forma en que ven las historias de su vida, encuentran historias alternativas y esto sin duda alguna, conduce a puntos de vista nuevos y más saludables en el futuro.
Hoy en día sabemos desde la neurobiología de las creencias que, para el cerebro, cuando uno recuerda una situación, es como si la estuviera viviendo nuevamente en la realidad; el cerebro no distingue entre lo que es imaginado o lo que es real. Por lo tanto, cuando nos ponemos en el modo de confesar y recordar una experiencia traumática, estamos volviendo a invitar a las emociones a estar allí, estamos rompiendo el dique que le da paso al odio, a la amargura, al rencor, a la tristeza, a la depresión.
Ese es un acto profundamente feminista, porque a pesar de que siempre se dice que a las mujeres nos educan más en la expresión de las emociones, en realidad no se nos permiten expresar las emociones negativas. Si estamos en modo alegría, paz y bondad, todo el mundo nos aplaude, pero cuando hablamos de rabia, odio, tristeza o resentimiento pues pareciera que ya no somos tan bienvenidas y la presión o la reacción social para que las reprimamos es realmente dura, pero efectiva.
Expertas en traumas han descubierto que compartir historias de violencia de género son parte importante del proceso de sanación y ayuda a fortalecer las propias capacidades de recuperación. Muchas sobrevivientes de abuso han permanecido en silencio por multitud de razones como la vergüenza, la culpa o el miedo a que la gente no les crea. De allí la importancia de abrir espacios para que se sientan escuchadas y puedan hablar libremente de sus experiencias, porque las historias conectan.
Para facilitar este duro trabajo, el libro está escrito en un tono muy respetuoso del proceso personal y psicológico de cada una, muy empático y con tal sentido protector y nutritivo, que aunque se haga en soledad, las palabras que de allí emergen acompañan y reconfortan.
No hay manera de hacer feminismo si no abordas el tema de la violencia, la estructural y simbólica, la violencia histórica, la sistémica, machista y sexista, violencias que atraviesan todos los ámbitos de nuestra vida. Bien sea desde la prevención como desde el acompañamiento a las víctimas o desde las propuestas regulatorias, todas las activistas feministas tenemos que verle la cara en algún momento al fenómeno de la violencia. Por ello, al dotarnos de herramientas como este libro, facilitaremos el esfuerzo de recuperación de muchas.
Ahora hace falta unir esfuerzos para que esta publicación llegue a muchas mujeres y organizaciones de modo que no se quede en el grupo de las que siempre conversamos entre nosotras, sino que llegue a todo el país. Está disponible para descarga de manera gratuita desde la web: www.mihistoriamisterminos.info
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
De la misma autora: Qatar 2022: El Mundial antimujeres
Los grandes acuerdos —sean políticos, económicos, sociales, familiares, laborales, etc.— no se logran por el mero voluntarismo, ni mucho menos son amores a primera vista. Al contrario, su materialización depende de un esfuerzo sostenido entre personas que tienen diferentes visiones del mundo y que, sin duda, evitarían que sus hijos (as) se conocieran para reducir […]
El virus de la hepatitis C, o VHC, provoca una infección crónica en el hígado que puede producir daños permanentes y, en casos extremos, cáncer. Afecta a alrededor de 58 millones de personas en todo el mundo y ocasiona unas 290.000 muertes cada año. Si bien hay tratamientos disponibles para las infecciones relacionadas con el […]
Carlos Maslatón, un influencer de Buenos Aires en Argentina, publicó un tuit acerca de un gol de Brasil a Serbia durante el Mundial y se refirió a este último país como “Yugoslavia”, al principio pensé que había sido un error voluntario pero siguió tuiteando reincidiendo en el error; obviamente, al tener numerosas reacciones en esta […]
Si el tema del cuidado de la salud física por parte de los hombres es complicado, mucho más es su salud mental, su emocionalidad. En los patrones tradicionales de crianza del varón se sanciona la expresión emotiva por ser considerada propia de las mujeres; seres de segunda, según ese mismo pensamiento. A la fantasía de […]
Así se llama el libro que en días pasados presentamos desde la ONGs Resonalia y FeminismoINC, fruto de un trabajo liderado por la activista feminista María Luisa Campos y en esfuerzo solidario con muchas otras mujeres y organizaciones feministas en Venezuela.
Se trata de un libro para sobrevivientes de violencia sexual basado en una traducción libre al español del plan de estudios del taller de narración transformadora del Movimiento WomensJusticeNOW.org en Estados Unidos. Fue escrito para reflexionar, escribir y compartir experiencias como sobrevivientes de todas las formas de violencia sexual y usar la voz propia como herramienta para el cambio personal, político y social.
Lo que más me cautivó de esta guía o manual de trabajo es que invita a hacer lo que desde toda la historia del feminismo las mujeres hemos querido y es recuperar el derecho a nuestra palabra para expresar lo que nos pasa, a tener derecho y espacio público para poder decir lo que nos acontece, para darle un espacio importante a nuestras narrativas.
Cuando no te quedas callada, cuando respondes, cuando preguntas, cuando cuestionas, cuando dices lo que realmente te sale del corazón sin esperar complacer a nadie, sin esperar los tiempos de nadie sino los propios, estás rompiendo con siglos de silencio y opresión que sobre las mujeres se ha ejercido.
Audre Lorde en su libro Letanía de la supervivencia recoge muy bien el espíritu de Mi historia, mis términos con este poema: «Y cuando hablamos tenemos miedo de que nuestras palabras no se escuchen ni sean bienvenidas, pero cuando estamos calladas seguimos teniendo miedo, así que es mejor hablar y recordar que nadie esperaba que sobreviviéramos». Realmente poderoso mensaje que invita a poner el poder en las palabras que expresamos de forma abierta y pública.
Para quienes comparten una historia de trauma producto de abuso sexual, el escucharse las unas a las otras equivale a ganar un espacio para rescatar su derecho a ser quienes son y a ser tratadas con amabilidad y compasión. Al desafiar los recuerdos poco saludables y ampliar la forma en que ven las historias de su vida, encuentran historias alternativas y esto sin duda alguna, conduce a puntos de vista nuevos y más saludables en el futuro.
Hoy en día sabemos desde la neurobiología de las creencias que, para el cerebro, cuando uno recuerda una situación, es como si la estuviera viviendo nuevamente en la realidad; el cerebro no distingue entre lo que es imaginado o lo que es real. Por lo tanto, cuando nos ponemos en el modo de confesar y recordar una experiencia traumática, estamos volviendo a invitar a las emociones a estar allí, estamos rompiendo el dique que le da paso al odio, a la amargura, al rencor, a la tristeza, a la depresión.
Ese es un acto profundamente feminista, porque a pesar de que siempre se dice que a las mujeres nos educan más en la expresión de las emociones, en realidad no se nos permiten expresar las emociones negativas. Si estamos en modo alegría, paz y bondad, todo el mundo nos aplaude, pero cuando hablamos de rabia, odio, tristeza o resentimiento pues pareciera que ya no somos tan bienvenidas y la presión o la reacción social para que las reprimamos es realmente dura, pero efectiva.
Expertas en traumas han descubierto que compartir historias de violencia de género son parte importante del proceso de sanación y ayuda a fortalecer las propias capacidades de recuperación. Muchas sobrevivientes de abuso han permanecido en silencio por multitud de razones como la vergüenza, la culpa o el miedo a que la gente no les crea. De allí la importancia de abrir espacios para que se sientan escuchadas y puedan hablar libremente de sus experiencias, porque las historias conectan.
Para facilitar este duro trabajo, el libro está escrito en un tono muy respetuoso del proceso personal y psicológico de cada una, muy empático y con tal sentido protector y nutritivo, que aunque se haga en soledad, las palabras que de allí emergen acompañan y reconfortan.
No hay manera de hacer feminismo si no abordas el tema de la violencia, la estructural y simbólica, la violencia histórica, la sistémica, machista y sexista, violencias que atraviesan todos los ámbitos de nuestra vida. Bien sea desde la prevención como desde el acompañamiento a las víctimas o desde las propuestas regulatorias, todas las activistas feministas tenemos que verle la cara en algún momento al fenómeno de la violencia. Por ello, al dotarnos de herramientas como este libro, facilitaremos el esfuerzo de recuperación de muchas.
Ahora hace falta unir esfuerzos para que esta publicación llegue a muchas mujeres y organizaciones de modo que no se quede en el grupo de las que siempre conversamos entre nosotras, sino que llegue a todo el país. Está disponible para descarga de manera gratuita desde la web: www.mihistoriamisterminos.info
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
De la misma autora: Qatar 2022: El Mundial antimujeres