Ojalá que te vaya bonito, Claudia
Foto: EFE

La reciente elección de una mujer, Claudia Sheinbaum, como presidenta de México es un hito y un hecho de particular simbolismo social.

En el país cuna del “machismo”, según un erróneo imaginario latinoamericano, dos mujeres compitieron por el primer lugar de esas elecciones y el único hombre candidato, quedó de último, bien atrás. Un indicador de, que al menos, se astillaron los estereotipos de género.  Paquita la del barrio, debe estar feliz como millones de personas lo están.

Con la elección de Claudia el imaginario de género en México mostró una nueva cara a sí mismo, al mundo y lanzó un mensaje: México es más de lo que se ha visto en las películas y telenovelas, se oye en las letras de las canciones rancheras y en los narcocorridos.  

La voz de Paquita la del barrio

Paquita la del barrio, es una cantautora mexicana que interpreta baladas populares. La particularidad de las canciones de Paquita es que, en aquel país de machos, insulta a los hombres. Ella tiene años diciendo en sus canciones lo que millones de mujeres mexicanas piensan de ellos y callan por temor.  

Curiosamente, Paquita tiene muchos hombres entre sus fans. Pareciera que ellos son capaces de reconocerse a sí mismos en esas letras, lo toman con humor -ojalá que fuera en serio- y aplauden el que haya una mujer que se las cante clarito.

Las canciones de Paquita pueden ser vistas como una metáfora del resultado de las recientes elecciones mexicanas en las que “en el país de los machos”, una mujer ha sido electa  presidenta del país. Aún cuando muchos votantes no hayan escuchado a Paquita, se las cantaron clarito a la oposición y al mundo.

¿Presidenta por ser mujer?

Quienes investiguen las razones del abrumador voto a favor de la nueva presidenta de México deberían tratar de determinar cuánto peso tuvo el que la candidata electa fuera mujer. Sería bien interesante saberlo.  Mi hipótesis es que entre las muchas razones de esa elección, el factor género tuvo menos peso de lo que se cree. Claudia pudiera haber sido un Claudio.  

Un factor de peso en la abrumadora cantidad de votos obtenidos por Claudia está su trayectoria en la gestión pública. En los últimos años ha sido jefa de una de las ciudades más pobladas y problemáticas del mundo, Ciudad de México y pareciera que no lo hizo mal.  Obtuvo votos por un efecto demostración, no por ser una populista correcaminos.

Además de la gestión pública de Claudia, otro factor de peso y quizás determinante  en su elección es que ella forma parte de la cúpula del partido en el poder y que sí nos atenemos a los resultados generales de esas mismas elecciones, ese partido hizo una buena campaña precedida de una gestión que, a pesar de muchos cuestionamientos, tiene satisfecha a gran parte de la población mexicana.

Claudia Sheinbaum es una de las pocas mujeres que ha llegado a ser presidente de un país latinoamericano, haciendo carrera política para lograrlo.  Algunas de las mujeres que le han antecedido en cargo de esa altura en otros países,  lo lograron por ser viuda o esposa de un expresidente, ser instrumento de grupos de poder que las usan como mampara o por ser “hija de papá”.

Claudia es presidenta de México no por ser hija de papá en estricto sentido pero de alguna forma lo es. Además de sus méritos personales, ella ha estado bajo la tutela del líder más poderoso de México en los últimos años y actual presidente de ese país.  Por supuesto, se trata de un hombre y él le ha levantado la mano, la ha ungido, como su sucesora. Cuestión de género, pero que pudiera empezar a romperse. Claudia tiene ese reto.

Los retos descomunales de Claudia

Los recientes resultados electorales en México dicen que el electorado eligió a una mujer como presidenta pero también votó por un proyecto, el postulado por un movimiento político. El partido gobernante en México ganó la presidencia y logró la mayoría en las cámaras de diputados y en el Senado. Ha sido un triunfo contundente y aún así, voces de  la oposición perdedora denuncian fraude pero sin demostrarlo.

Con el respaldo institucional con que cuenta la nueva presidenta de México podrá tomar las medidas que considere. No tendrá excusas. Pero, al mismo tiempo, tanto poder puede ser peligroso en un país donde hay tradición imperial desde los aztecas y luego en presidentes con esos aires.

Ojalá que Claudia demuestre que no es necesario estar bajo la sombra de un hombre para gobernar bien aunque, por supuesto, se trabaje con ellos.  Con la formación académica de Claudia, su experiencia en gestión pública, su sensibilidad ante los derechos humanos, un enorme respaldo electoral e institucional, en teoría, tiene la fuerza para superar algunos de los descomunales problemas de su país. 

Aunque el asunto no es solo de fuerza institucional y disposición personal, ojalá que te vaya bonito, Claudia.

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