Son cifras sin precedentes, historias duras y un camino que algunos califican como el «infierno en la tierra». El camino de la migración forzada venezolana a Estados Unidos tiene un hilo en común: el paso por la selva del Darién, entre Colombia y Panamá, donde más de 100 mil venezolanos han cruzado en los primeros nueve meses de este 2022.
En Efecto Cocuyo hemos documentado sus historias. Te dejamos cuatro de ellas y tres entrevistas que analizan esta dura realidad.
Recibí muy temprano una llamada de Juan*, un venezolano que me quería contar su historia. Fui enseguida a juntarme con él en el parque principal de la ciudad de Puyo en la Amazonía de Ecuador. Lo encontré abatido al igual que a su esposa. “Los muchachos no lo lograron” repetía, mientras sus dos hijas y una sobrina permanecían calladas mirando el suelo. Mientras iba a encontrarme con ellos, habían recibido una confirmación telefónica de que su sobrino no había logrado cruzar la selva del Darién y que dos de los amigos que le acompañaban también estaban desaparecidos.
Desde arriba, la selva del Darién es una especie de antebrazo verde entre Colombia y Panamá. Es un espacio verde y frondoso, con árboles altos, con ríos que se vuelven caudalosos, con pantano y con mucha lluvia. La región del Darién es, justamente, el espacio que conecta a estos dos países que alguna vez fueron uno solo.
Luego de cruzar más de siete países a través de la selva y pasos clandestinos, después de que algunos sobrevivieron al viaje sobre los vagones de un tren que iba a toda velocidad, y una vez que el Río Bravo quedó atrás, los desplazados venezolanos encontraron en Washington y Nueva York el nuevo destino de la migración cuando fueron enviados en autobús desde Texas hacia la costa este de Estados Unidos.
Dos grupos de venezolanos, de 28 y 26 personas, salieron de Pueblo Llano, estado Mérida, los días 8 y 24 de septiembre. Hombres y mujeres, solos o con sus familias, emprendieron viaje rumbo a Estados Unidos con la idea, según afirmaron algunos, de mejorar sus condiciones de vida y garantizarle un futuro a sus hijos, lejos de las limitaciones en Venezuela.
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107 mil venezolanos han cruzado la selva del Darién en nueve meses
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Son cifras sin precedentes, historias duras y un camino que algunos califican como el «infierno en la tierra». El camino de la migración forzada venezolana a Estados Unidos tiene un hilo en común: el paso por la selva del Darién, entre Colombia y Panamá, donde más de 100 mil venezolanos han cruzado en los primeros nueve meses de este 2022.
En Efecto Cocuyo hemos documentado sus historias. Te dejamos cuatro de ellas y tres entrevistas que analizan esta dura realidad.
Recibí muy temprano una llamada de Juan*, un venezolano que me quería contar su historia. Fui enseguida a juntarme con él en el parque principal de la ciudad de Puyo en la Amazonía de Ecuador. Lo encontré abatido al igual que a su esposa. “Los muchachos no lo lograron” repetía, mientras sus dos hijas y una sobrina permanecían calladas mirando el suelo. Mientras iba a encontrarme con ellos, habían recibido una confirmación telefónica de que su sobrino no había logrado cruzar la selva del Darién y que dos de los amigos que le acompañaban también estaban desaparecidos.
Desde arriba, la selva del Darién es una especie de antebrazo verde entre Colombia y Panamá. Es un espacio verde y frondoso, con árboles altos, con ríos que se vuelven caudalosos, con pantano y con mucha lluvia. La región del Darién es, justamente, el espacio que conecta a estos dos países que alguna vez fueron uno solo.
Luego de cruzar más de siete países a través de la selva y pasos clandestinos, después de que algunos sobrevivieron al viaje sobre los vagones de un tren que iba a toda velocidad, y una vez que el Río Bravo quedó atrás, los desplazados venezolanos encontraron en Washington y Nueva York el nuevo destino de la migración cuando fueron enviados en autobús desde Texas hacia la costa este de Estados Unidos.
Dos grupos de venezolanos, de 28 y 26 personas, salieron de Pueblo Llano, estado Mérida, los días 8 y 24 de septiembre. Hombres y mujeres, solos o con sus familias, emprendieron viaje rumbo a Estados Unidos con la idea, según afirmaron algunos, de mejorar sus condiciones de vida y garantizarle un futuro a sus hijos, lejos de las limitaciones en Venezuela.