#25A | 145 años del natalicio de la beata María de San José

Párrocos de la Diócesis de Aragua recuerdan que el testimonio de la primera beata venezolana está vivo. Su vocación por la atención de los enfermos es tomado por las parroquias católicas para llevar esperanza en medio de la pandemia por el COVID-19

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Foto: Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús

Maracay.- Si alguien vivió epidemias y crisis sanitarias en la Venezuela del siglo pasado fue Laura Evangelista Alvarado Cardozo, ​la beata María de San José, quien dedicó toda su vida a al cuidado de los más vulnerables: los enfermos y los pobres. 

La primera beata venezolana, elevada a los altares el 7 de mayo de 1995 por el Papa san Juan Pablo II, nació en Choroní, estado Aragua, el 25 de abril de 1875. 

A 145 años de su natalicio, su mensaje sigue muy vivo, tan vigente que es tomado por algunas parroquias aragüeñas para llevar esperanza en medio de la pandemia por el COVID-19

Foto: Cortesía Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús

Las enseñanza de la niña del Cristo 

El padre José Luis González, párroco de la iglesia San Judas Tadeo de Las Acacias, en Maracay, ha enarbolando los mensajes de la beata María de San José en tiempos de cuarentena por el coronavirus. A su juicio, sus mensajes son el cimiento para mantenernos en pié. 

«Doy gracias a Díos por un ser tan especial como Laura Evangelista, la madre María de San José, nos enseñó que desde la sencillez se hacen grandes cosas. Ella enfrentó varias enfermedades, como ahora estamos viviendo nosotros, y rompió esquemas de una iglesia cercana a los mas pobres y necesitados. También nos enseñó que el poder de la oración es lo único que cambia a un país en una pandemia», expresó. 

El padre José Luis González recordó que la frase que ha utilizado la parroquia en los últimos días, «No al miedo y sí la vida», mensaje de la beata María de San José en vida a la comunidad religiosa por ella fundada, las hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús.

«Ella nos dejó una gran historia. En su tiempo, hija de un padres separados no podía ser monja porque arrastraba el pecado. Sin embargo, ella se consagró a Dios y se hizo llamar la niña del Cristo. Más adelante, Dios le dio el gran milagro de ver casados a sus padres», recordó. 

A los 13 años de edad Laura Evangelista hizo la primera comunión y cuentan que en esa ocasión se consagró a Dios y le prometió votos de obediencia, pobreza y castidad.

Desde entonces se desprendió de las pequeñas vanidades, como su cabello crespo y joyas, y en su lugar recibió un crucifijo que siempre usó sobre el pecho.

Por eso, se le conoció en el pueblo de Maracay como la niña del Cristo. A esa edad comenzó su labor social y convirtió su hogar en escuela para niños.

Foto: Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús

Proceso de canonización en espera 

El padre Pedro Hurtado, párroco de la iglesia Sagrada Familia de Los Samanes, en Maracay, recordó que el 7 de mayo se cumplen los 25 años de la beatificación de la Madre María de San José en el Vaticano, previa aprobación del milagro por la Congregación de las Causas de los Santos. 

«El proceso de canonización de la niña del Cristo, como también era conocida, continúa abierto y en espera por la aprobación del segundo milagro, que la elevaría a los altares como santa de la Iglesia», señaló el Padre Pedro.

El párroco destacó que hoy más que nunca debemos seguir el ejemplo que nos dejó la Madre María de San José quien, a través de la Congregación de Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús (ARCJ), realizó muchas obras, como orfanatos, asilos, casas maternas, hospitales, escuelas, y albergues.

«Esa santa mujer aragüeña nos enseña e invita a vivir el amor como un servicio desinteresado, de asumir las cosas así cuesten, porque siempre la esperanza de Dios estará en medio de esas circunstancias adversas. La Madre María fue una cristiana ejemplar con principios y grandes valores. Le tocó asumir compromisos y roles fundamentales en una sociedad venezolana difícil, dentro de un sistema totalitario y dictatorial, y asumió con gallardía su misión de ayudar a los más vulnerables», precisó el padre Pedro.

Foto: Cortesía

Moldeada para ser Santa

El diácono José Antonio Esqueda, de la capilla Cristo Rey de Brisas del Lago, en Maracay, recordó que la vocación religiosa marcó desde muy joven a la niña Laura Evangelista. 

«Era una joven inquieta, movida definitivamente por ese motor que de la iglesia: el Espíritu Santo. Fue catequista preocupada por la formación de los niños y hermana hospitalaria. Desde pequeña se perfilaba en ella esa imagen moldeada por la mano de Dios, cuando va fraguando en el fuego de su amor a un futuro santo», explicó el Diácono, quien elevó una plegaria para que se cumpla la esperada canonización. 

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«Quiero ser santa, pero santa de verdad», esta es una de las frases que dejó para la posteridad la Madre María de San José y que cobra sentido cuando se revisa su vida y obra. 

En 1897, a los 22 años, comenzó a trabajar voluntariamente como hermana hospitalaria en el Hospital San José en Maracay, junto a su director espiritual, Monseñor Justo Vicente López Aveledo.

Beatificación de la madre María de San José en el Vaticano | Foto: cortesía Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús

En 1900 junto con otras monjas voluntarias fue consagrada como hermana hospitalaria agustina, adoptando el nombre de sor María de San José. Un año más tarde, en 1901, es creada la congregación religiosa de las Agustinas Recoletas en Venezuela.

El trabajo de la beata aragüeña llegó a todo el país que le valió reconocimiento, cariño y sobre todo mucho respeto que se ganó en 92 años de vida. 

María de San José murió en olor de santidad en Maracay el 2 de abril de 1967, y su proceso de beatificación comenzó en 1978, cuando fue introducida su causa ante el Vaticano por la Diócesis de Maracay. La hoy beata, quien está en la segunda fase de canonización, tenía entre sus oraciones la pronta beatificación del laico José Gregorio Hernández, hoy venerable de la Iglesia. A la muerte de la también beata Candelaria de San José en 1940 exclamó: «Ella si que es una santa».

En 1982, el milagro de sanación de la hermana Teresa Silva, profetizado años antes por la madre María de San José, fue reconocido y posteriormente aprobado por la Congregación para las Causas de los Santos.  

En el año de 1994 el cuerpo de la Beata, incorrupto y en perfecto estado, fue trasladado a un sarcófago de cristal, en el santuario que lleva su nombre en la avenida Bolívar de Maracay, donde fieles y devotos veneran su cuerpo como modelo de santidad.

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