Pola Del Guidice | Rosanna Battistelli
Las funerarias del estado Miranda se encuentran de manos atadas para cumplir con sus labores diarias, debido a la falta de gasolina desde que se inició la cuarentena social por la pandemia de coronavirus.
Genero Ibarra, José Ángel Ginez, Leandro Rodríguez y Luis Suárez, encargados de las funerarias de Ocumare del Tuy, manifestaron su preocupación por la problemática que están viviendo e hicieron un llamado al alcalde del municipio Lander, Genkerve Tovar, y al militar encargado de la gasolinera de La Acequia, para que tomen cartas en el asunto.
«En este momento es dificultoso para nosotros trasladar los cadáveres porque los vehículos están sin combustible. Nuestro planteamiento es que por lo menos dos días a la semana se nos permita surtir nuestras unidades», señaló Genaro Ibarra el 17 de mayo.
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Leandro Rodríguez, por su parte, contó que en una oportunidad tuvo que hacer la cola con un cadáver en el interior de su carroza para que le permitieran echar gasolina. «En las bombas de Cúa y Charallave los militares nos patean; mientras que en Ocumare tenemos que llevar el cuerpo sin vida y solos nos echan 20 litros, que no es nada para nosotros ya que nos desplazamos por todos los Valles del Tuy», indicó.
Rodríguez destacó que si un cadáver permanece más de 24 horas sin preparación, se descompone y puede generar una epidemia. «Entonces estamos evadiendo una epidemia para originar otra», señaló.
«Con el muerto para la cola»
En los Altos Mirandinos se ha hecho común ver las carrozas fúnebres con “el muerto en la cola", siendo la estación de servicio Cumbre Roja la única habilitada en el municipio Guaiciapuro cercana a uno de los cementerios de la zona.
Daniela Méndez vivió el doloroso momento de llevar el cuerpo de su madre al cementerio en una cola para surtir combustible el 14 de mayo. «Discutimos con el funcionario de la Guardia Nacional (GN) encargado de la estación de servicio La Auxiliadora (ubicada en San Antonio de los Altos) para que colocara al menos 10 litros de gasolina a tres automóviles que integraban el cortejo fúnebre", comentó.
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Recordó que el uniformado verificaba en una lista si las funerarias estaban entre los sectores priorizados. “Nos pedía un salvoconducto y, en medio de mi tristeza, tenía también que lidiar con un funcionario hostil que exigía un papel para ir hasta el camposanto a darle cristiana sepultura a mi madre“, relató Méndez.
La situación ha obligado a los funerarios a solicitar 20 litros de gasolina como parte del pago por los servicios. Sumado a ello, el traslado de los difuntos solo se realiza hacia cementerios locales. “Ya no vamos a los cementerios del Este ni de Guarenas a cremaciones", dijo Víctor García, trabajador de una funeraria altomirandina, quien acotó que quienes deseen ir a esos camposantos deben escoger funerarias ubicadas en las ciudades de Caracas o Guarenas.
Luis Castillo pasó un trance similar al de Méndez. El cadáver de su primo permaneció tres días en la morgue del hospital de Los Teques, mientras conseguían 20 litros de gasolina que fueron pagados a razón de dos dólares por litro y entregados al conductor del vehículo funerario que haría el traslado.
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