Adolescentes en la cuarentena… ¿los más olvidados?

La población adolescente es una de las más afectadas en el contexto que vive el mundo en medio de la pandemia. Por ello debemos ofrecerles todo el apoyo

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El rol de los padres debe orientarse a cuidar y proteger a los adolescentes durante la cuarentena | Foto Pixabay

Por Karina Monsalve

Mucho se ha escrito en los últimos días sobre el efecto de esta cuarentena prolongada en los niños. Tanto es así que en Europa y en los últimos días en Venezuela han flexibilizado las medidas para que esta población pueda salir al menos un kilómetro alrededor de sus casas, manteniendo las medidas preventivas y restrictivas.

Si bien es cierto que los niños deben tener un espacio al aire libre por las diversas razones físicas y psicológicas, también lo es que los jóvenes entre 10 y 19 años se ven igualmente afectados por el contexto histórico que vive el mundo. Estos jóvenes están viviendo un drama silencioso, sumidos en el aislamiento psíquico, en la soledad y la confusión, propia de su edad.

La adolescencia se ha considerado en el tiempo como una etapa de tormenta y estrés, donde se manifiestan los conflictos con los padres, los trastornos en el estado de ánimo y las conductas de riesgo. 

El encierro en sí, aumenta el ambiente interior adverso del adolescente y se suma a la falta de contacto social presencial, tan necesario para encontrar alivio. Por suerte, la tecnología, en algunos casos, ha sido clave para sobrellevar el aislamiento.  

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Desde el punto de vista de la teoría del desarrollo cognitivo, la aparición del pensamiento formal, es decir, la capacidad de formular, probar y evaluar hechos, es lo que explica que el adolescente usualmente ponga todo en tela de juicio y cuestione constantemente su vida. Más aun, en estos tiempos modernos donde la tecnología expone sin filtro todas las distintas realidades y en muchos casos no saben cómo manejar tanta información. 

El trato hacia los adolescentes durante esta pandemia ha sido desigual, una población que pareciera estar a la deriva, que padece de la segregación debido a la edad. Si a esto le sumamos que los recursos que se proporcionan para afrontar la enorme carga de los trastornos mentales en esta población, se distribuyen de manera desigual en los países con pocos recursos, entonces los adolescentes representarían un grupo etario de alto riesgo en cuanto a su salud mental.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) entre las causas de enfermedades más frecuentes de esta población figuran: los trastornos depresivos, la anemia por deficiencia de hierro, el asma, el dolor de cuello y espalda, los trastornos de ansiedad y entre los 15 y 19 años se suma el consumo de alcohol. 

Muchos problemas de salud mental tienden a aparecer al final de la infancia y al comienzo de la adolescencia. En particular, la depresión constituye la principal causa de morbilidad en los jóvenes. Además, muchas enfermedades graves de la edad adulta comienzan en la adolescencia, como por ejemplo, el consumo de tabaco, las infecciones de transmisión sexual, los malos hábitos alimentarios y de actividad física que pueden ser causa de enfermedad o muerte prematura en fases posteriores de la vida. Esto ocurre generalmente, en un ambiente  asociado a problemas sanitarios y sociales como el consumo de drogas, embarazo precoz, abandono escolar y las conductas delictivas. 

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Ante este panorama, ¿qué podemos hacer?  Es un hecho que un desarrollo sano durante la infancia y la adolescencia puede prevenir problemas de salud mental. Te presentamos algunas sugerencias para facilitar la dinámica de un adolescente en casa: 

El rol de los padres debe orientarse a cuidarlos y protegerlos, brindarles los espacios para establecer la expresión de sus sentimientos, traducir sus emociones, intereses e interpretar sus deseos y necesidades.

Los jóvenes necesitan identificarse con los adultos, para ello es válido compartir las aficiones o actividades en conjunto.

Escucharles, sin prejuicios, sin juzgarlos, para que se sientan libres de ser ellos mismos.

Negociar con ellos, evitar imponer solo un criterio. 

Tener las normas claras de convivencia que ayuden a crear un buen ambiente familiar.

Valorar sus comportamientos positivos y respetar sus estados de silencio.

Los padres deben estar alertas ante las conductas de aislamiento, conductas desafiantes, oposicionistas, agresivas,  abuso de sustancias y otros que puedan generar disfunción en la dinámica familiar. 

Cuando la situación le sobrepase y sienta que no lo puede manejar, acuda a un especialista en busca de ayuda y orientación profesional. 

Acerca de este tema haremos un live en instagram este miércoles 29 de abril de abril a las 4:00 pm, a través de la cuenta @psic.ka.monsalve junto a la también psicóloga Franca Trezza.

Karina Monsalve es psicólogo clínico del Centro Médico Docente de la Trinidad.  IG: @psic.ka.monsalve. TW: @karinakarinammq

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