El “calentamiento”

Vivimos en una época en la que la densidad de la población humana ha alcanzado cifras nunca vistas.

Sebastian Copeland es un fotógrafo profesional, director de videos publicitarios y musicales con artistas como Miles Davis y Phil Collins, y retratistas y modelos como Kate Bosworth y Brigitte Nielsen. Pero vivir en un mundo de estrellas, no le impidió preocuparse por lo que ocurría fuera de ese rutilante ambiente, y el calentamiento global se convirtió en su foco de atención. En junio de 2010, con Eric McNair como compañero de ruta, emprendió la travesía de Groenlandia de sur a norte, en una travesía de 2300 kilómetros que duró 42 días, en un trineo tirado por perros. Hizo mediciones de temperaturas, de dimensiones de icebergs, y de otros datos que le dieron una idea de la magnitud del problema. Corroboró algo sobre lo que ya muchos han sospechado desde antes: El hielo del Polo Norte se está derritiendo.

El iceberg que colisionó con el Titanic se alzaba unos 20 metros sobre la superficie del Atlántico Norte, más o menos la altura de un edificio de 9 pisos. Una imagen, de las que tomó Copeland durante una de esas muchas excursiones, muestra un enorme bloque de hielo, mucho más grande y, en lugar de tener forma de pico como el causante de la tragedia llevada al cine, es más bien una meseta de hielo flotante. De uno de sus bordes se desprende una cascada, muestra inequívoca del derretimiento del hielo en su plataforma.

De continuar el deshielo de las capas polares, se estima que, en algún verano de la tercera década de este siglo, el Polo Norte estará libre de hielo y, a fines del mismo siglo, el 17% de la superficie hoy habitable del planeta estará bajo las aguas. Muchas ciudades como Nueva York, Miami, y Nueva Orleans; Londres, Ámsterdam y gran parte de los Países Bajos; Shanghái y Hong Kong; Tokio y Osaka; Buenos Aires, Venecia, Sídney, quedarán bajo las aguas. Este cambio drástico en el nivel del mar pondría en riesgo no solo infraestructuras, sino también culturas y economías enteras, y afectaría a millones de personas y transformaría radicalmente la geografía urbana y costera del mundo.

La desaparición de estas superpobladas ciudades generará una colosal migración hacia las zonas más altas, sumándose al ya natural crecimiento de la población para saturar los espacios urbanos ya sobrepoblados.

Ya vivimos en una época en la que la densidad de la población humana ha alcanzado cifras nunca vistas. Las ciudades se expanden sin freno, los recursos se sienten cada vez más limitados, y a veces parece que nos "estorbamos" unos a otros en la rutina diaria, lo que también repercute en nuestra salud mental y en la calidad de nuestras relaciones sociales, generando tensiones, sentimientos de frustración y, en casos extremos, agresividad y conflicto.

El ambiente saturado y la falta de privacidad pueden llevar a un aumento en los niveles de estrés. Bajo presión, las personas tienden a volverse más impacientes y, a veces, agresivas. Las discusiones por cuestiones menores pueden escalar rápidamente, y la violencia, lamentablemente, se convierte en una salida para quienes sienten que no pueden hacerse escuchar de otra manera. Y la convivencia se complica y el sentido de comunidad se debilita.

Y algunos dirigentes políticos de hoy no ayudan: su ambición de poder y el desvío de los fondos públicos hacia sus cuentas personales, el sojuzgamiento y opresión de sus gobernados que se manifiestan contra el despojo, hacen que se calienten, además del planeta, los ánimos. Y truenan los cañones.

¿Se necesitarán muchos más “Copelands” para que el mundo tome conciencia?

Únete a nuestros canales en Telegram y Whatsapp. También puedes hacer de El Carabobeño tu fuente en Google Noticias.

Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la posición de El Carabobeño sobre el tema en cuestión.

Newsletters

Recibe lo mejor de El Carabobeño en forma de boletines informativos y de análisis en tu correo electrónico.

El “calentamiento”

Peter Albers
[code_snippet id=10 php format]