El miedo y la programación neurolingüística en lo personal y en los equipos humanos

Quien se lidera a sí mismo y a otro(s) debe aprender a descubrir qué se oculta debajo de un miedo

"Lo único que debemos temer es al miedo mismo"

Franklin D. Roosevelt, 1933 (1882-1945, Presidente 32 de Estados Unidos de Norteamérica)

En nuestra columna anterior asentamos que “liderar no es mandar” y que “un poquito de miedo puede ser útil para inducir un proceso reflexivo”.

Hoy, nos extenderemos un poco en este asunto, pues… conviene saber un poco más acerca de tal sentimiento, que llega a la categoría de emoción, pues es una de las tantas clases de angustia (angosturas) vinculada con un riesgo o daño real o imaginario, que causa recelo y hasta aprensión en alguien debido a que suceda algo contrario a lo que desea.

Es una especie de respuesta que se presenta en la mente y que puede llevar a un comportamiento dirigido a proteger de aquello que se considera peligroso para la integridad individual o para lo que se posee, pero también riesgoso para lo que se hace (entre esto: un emprendimiento) o para un conjunto humano.

Lo natural es que se active de modo automático e instintivo ante algo amenazante y puede desencadenar bloqueo paralizante o activación que lleve hacia un comportamiento que ayude a superar la situación, pero también existe el miedo aprendido que resulta de las vivencias, de la educación de las relaciones; p. ej.: miedo al cambio, miedo a otra persona, miedo a la crítica, a enfermar, a la oscuridad, a la soledad, etc.

En relación con el miedo en los recursos humanos de una organización, a quien lidera le conviene tener entre sus herramientas una de gran valor: la programación neurolingüística (PNL), un sistema estratégico conformado por un conjunto de tres integrantes que pide una programación secuencial de pasos que llevan hacia un resultado determinado (preestablecido), que se concibe en la mente (una de las funciones mágicas del sistema nervioso central (el cerebro) por medio de lo cual se vincula todo el organismo para la ejecución de las tareas, y que se comunica a través de palabras “silenciosas” (cuando quien generó la estrategia se dice a sí misma lo que ha de decirse), pero también “pronunciadas” (con las cuales ello se hace del conocimiento de las personas que están relacionadas con la situación de temor).

Sí, la PNL es un sistema estratégico por medio de la cual se reprograma a la mente a cómo actuar con la intención de alinear el accionar individual y el del del colectivo que constituye al recurso humano de una organización para superar la situación riesgosa y llegar hasta la meta conveniente.

Quien se lidera a sí mismo y a otro(s) debe aprender a descubrir qué se oculta debajo de un miedo. Éste es el primer paso para poder reprogramar la mente, pues el miedo, el temor y, más aún, el pánico cuando es recurrente ha de causar una investigación que permita precisar qué es lo que realmente está pasando para saber si es justificado o injustificado; además, debe determinarse qué se está perdiendo con ese sentimiento y, lo cumbre, saber hallar qué se ganará si se enfrenta y supera.

Para esto hay que establecer una meta que defina adónde se debe ir, valiéndose de un plan bien puesto en blanco y negro (escribiendo: cuál ruta seguir, cómo, con qué, cuándo, con quiénes y mucho más), decidiendo actuar en consecuencia, dejando a un lado todo aquello que no aporta fruto para alcanzar la meta, valiéndose de todas las fortalezas que puedan participar en esta tarea, sin dejar pizca al azar, activando el monitoreo y la “expectativa armada” (esa condición en la cual se han dispuesto todos los recursos -físicos e intangibles- que puedan necesitarse y que han de estar a la mano para hacerse de ellos cuando se detecte una desviación del “plan de vuelo”), teniendo presente que lo que se necesita alcanzar es la creación de una nueva realidad en la mente (habiendo desalojado el sentimiento emocional angustiante); esta realidad no es otra que ¡una nueva mente! que posibilite mantener el avance correcto.

No hay otra opción y toca empezar con el primer paso: resaltar que el miedo, el temor y, más aún, el pánico afecta la autovaloración y es motivo de desconfianza que pulveriza toda iniciativa.

Hay que desmontar al miedo, hay que reprogramar la mente.

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la posición de El Carabobeño sobre el tema en cuestión.

El miedo y la programación neurolingüística en lo personal y en los equipos humanos

Chichí Páez
Chichí Páez