El Nápoles reinó este domingo en la locura que se vivió en el estadio de Brianteo, un partido que en el minuto 54 iba 1-0 a favor del Monza y que tan solo 15 después, en el 69, marchaba 2-4 tras cinco goles seguidos en un tramo de duelo que no dio pie a la tregua y que sirvió a los napolitanos para acercarse a los puestos europeos.
Hubo un momento del partido, cuando el Nápoles remontó nada más comenzar la segunda parte, que el todavía campeón del ‘Scudetto’ pareció ser el mismo del curso pasado.
Fueron unos minutos de oasis en el desierto que está siendo esta temporada para el combinado que dirige Calzona, el tercer entrenador en lo que va de temporada, que rompió la racha de tres partidos seguidos sin ganar en Serie A.
El Nápoles
Porque Politano agitó el partido por la banda derecha como hacía tiempo que no sucedía. Porque Kvaratskhelia brilló en el perfil zurdo. Porque Osimhen volvió a tener esa mordida eficiente. Y porque Zielinski volvió a jugar, a ser el eje del Nápoles en un partido importante.
No impidió su presencia que los problemas defensivos siguieran vigentes, pero agilizó toda la circulación y nutrió de mayores opciones a los de arriba, que tuvieron que darle la vuelta al partido.
Y es que una vez más el Nápoles encajó primero. Y encajó pronto. Fue Zerbin, cedido precisamente por el Nápoles, el que sacó un centro desde el perfil zurdo que encontró a Djuric en el corazón del área en el minuto 6. Un tanto que puso las cosas muy complicadas a los visitantes, de nuevo contra las cuerdas.
Pero el efecto se acabó pronto. Ni un minuto duró su alegría. Porque Colpani quiso sumarse a la fiesta de los golazos y, también desde fuera, sacó un zurdazo que, ligeramente desviado por Juan Jesus, acabó superando a Meret. De nuevo el partido abierto.
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