Este título es una de las respuestas actualmente posibles a la pregunta que una niña, en 1922, le hizo al compositor cubano Miguel Matamoros: “señor, yo quiero saber ¿de dónde son los cantantes?

La música y las canciones de Carabobo son fascinantes. Allí está la obra de María Luisa Escobar, del trovador de San Diego, Julio Centeno, los valses de Augusto Brandt o las acuarelas de sonidos que Italo Romano Pizzolante dedicó con amorosa devoción a su Puerto Cabello.

Que los encuentro galantes. Un maestro muy galante, Aldemaro Romero, decía que Carabobo era el Estado musical de Venezuela. Y es que en su jurisdicción geográfica y cultural coexisten diversos géneros: cantos afroamericanos; el peculiar toque San Millán de tambor con la incorporación de la escardilla como instrumento; música cañonera;una variante propia de joropo; expresiones de golpe tuyero en cantantes y arpistas de Guigue; una forma específica de aguinaldos y en 1968 el propio Aldemaro enriqueció esta diversidad agregando un nuevo genero musical, la Onda Nueva, que combina elementos de joropo y jazz. Otro aporte más reciente, desde Bejuma, es el tecno-merengue.

Loma y llano, Carabobo es un solar de cantantes, sembrado de figuras líricas, entre las cuales se cuentan extraordinarias voces que han conquistado públicos exigentes, además del nuestro. Tenores como Angel Linares o Paris Milona;barítonos como William Alvarado; sopranos como LotyIpinza; Margarita Marrero, maestra de Capilla de la Catedral de Valencia;Inés Feo La Cruz; la contra alto Yolanda Correa; la mezzo soprano Blanca Valladares profesora de la cátedra de Canto en la Sebastián Echeverría Lozano o la voz inmensa de Mireya Chirinos, quien fue la primera mujer vocalista de la Banda Sinfónica 24 de Junio.Inmenso también y corpulento, Eliazar Agudo cantaba Valencia la novia del Sol, el tenor que nació en Las dos bocas de Negro Primero y que vivió en la calle Soublette de La Candelaria.

Nuestros cantantes son de la loma y del llano. Sus más frecuentes lugares de arranque fueron la familia y la escuela primaria. Y la primera torre de su descubrimiento fueron las radios, en particular la Voz de Carabobo desde 1934. Después vino, a partir de 1959, la televisora regional Radio Valencia Televisión, convertida luego en Canal 13. Pero el trampolín para alcanzar la más alta popularidad fueron los programas de la TV coraqueñacomo el Show del valenciano RennyOtolinay el de Víctor Saume. Algunas agrupaciones fueron semilleros de músicos y cantantes como la Coral Filarmónica Carabobo que ensayaba en la Casa Páez bajo la dirección de Federico Núñez Corona.

Ya verás, tú verás. En la Valencia de antes se conformaban orquestas por una noche o para una celebración especial, llamadas “Vente tú” por la frase que usaba el Director para completar a sus músicos, incluido el cantante. El primer y más famoso Vente tu fue el Bar Filarmónico situado en la calle Comercio entre Ferriar y Boyacá cuyo momento cúspide fue en la década del cincuenta, los años que fueron puente entre la Valencia rural y la Valencia urbana. También se podían contratar Vente tú en el Bar Madrid frente a la Plaza Bolívar o en el Dancing Bar en San Blas donde los fines de semana una orquestica amenizaba noches alicoradas.

¿De donde serán? Ay mamá. Por esos años el músico José Gregorio Gómez, funda en Valencia una Big Band, la SweetMelody, que copia de un modelo orquestal emergente en New York. Gomecitointerpretaba música swing los domingos en el Cine Imperio. En la misma época, en el Cine Mundial, Rafael Romero Osío, padre de Aldemaro, se encargaba de organizar espectáculos como director musical del teatro.

Los cambios económicos, sociales y demográficos siempre se reflejaron en los gustos musicales de los carabobeños. Valencia mitad campo y mitad ciudad disfrutaba de la música llanera y las canciones románticas. Dos emblemas portentosos de estas preferencias son la porteña Magdalena Sánchez con sus interpretaciones de Caujarito o María Laya y unas decenas de años después la primerísima Mirla Castellano es el icono nacional de las canciones románticas y de temática urbana.

Mamá yo quiero saber, ¿de dónde son los cantantes? Desde los Cines, que para la época había varios en Valencia, llegaron las rancheras y los Corríos mexicanos. Y desde los bares en las parroquias, las rockolas difundieron su repertorio de boleros, danzones, pajarillos, guarachas, porros, tangos, valses, pasodobles y merengues criollos. La cultura musical de la ciudad se hizo más cosmopolita.

¿Son de la loma? En los sesenta y setenta, al lado de nuestra música típica, irrumpió con más fuerza las piezas latinoamericanas, la Nueva trova Cubana y la salsa, que fue otra dimensión, que tuvo en el valenciano Federico Betancourt uno de sus pioneros como fundador en Caracas de Federico y su combo. En esas décadas toman el escenario cantantes como Edgar Gurmeitte, abogado de la UC y oficial asimilado de la Guardia Nacional, ganador del Festival La voz de oro en 1972; Eddy Castro, el vocalista líder del Grupo C; Dennys del Río, egresada de la UC; Chemingo Laguna, de Agua Blanca y proveniente del Conjunto universitario Voces de Latinoamérica, Nardo Toro, compositor y magnífico cultor del canto recio.

Cantan en llano.Los festivales musicales fueron también eventos para descubrir y consagrar cantantes. Localmente ellos retomaron importancia en la década del 70 del siglo pasado. Guillermo Antón Santana, Director del Diario El Regional acogió la propuesta de Carlos Delgado Niño, que le llevara su Jefe de Redacción Andrés Eloy Dielingen para realizar el I Festival Regional de la Voz Juvenil, el cual se realizó en el Teatro Municipal del 22 al 24 de noviembre de 1973 bajo la dirección musical del maestro Federico Gaerste. Primera y última edición.

En esa década del setenta surgieron cantantes desde una Peña Cultural dirigida por el profesor de Ingeniería García Marcano en un Bar al final de la Urbanización La Entrada en Naguanagua. Allíse reveló la voz cálida de Tania Rugeles.

Hubo cantantes encapillaos. Muchos. Y entre todos, menciono dos. En Valencia, el ex prefecto de la ciudad, Luis Garrido (+), un firme cantante de tangos que llegó a grabar un CD para obsequiar a sus amigos.Otro cantante de ocasión, que a veces se animaba y animaba a los demás, es el porteño Enrique Aristeguieta Gramko, por ahora, fuera del país.

En los años setenta se podían conseguir los discos de vinilo de Cristina Araujo Figueredo. Inolvidable intérprete de boleros y canciones latinoamericanas. Provenía del mundo de las galerías de arte, ceramista y promotora cultural, incursionó en la política con un partido casi local creado por Miguel Bello y mediante el cual llegó a ser concejal de Valencia. Su afición a la música comenzó con las enseñanzas de su mamá quien tocaba piano. Un regalo del pintor Oswaldo Vigas, una guitarra, la llevo a aprender a tocar ese instrumento mientras convalecía de una operación en Boston.

Son de la loma. Como una aficionada comenzó a cantar Judith Rodríguez cuando era una buena estudiante de los últimos años de Economía y una destacada dirigente estudiantil como representante en el Consejo Universitario de la U.C.. Su amistad con el pianista del Germania Grill la llevó a acompañarlo los fines de semana en el pasillo externo de la cervecería y Restaurant situado en la Av Bolívar Norte. Se produjo un fenómeno: los viernes por la noche había que reservar las mesas de la planta baja del restaurant para oírla.

Tierra soberana. El otro gran polo musical carabobeño es Puerto cabello. A mediados del siglo XX el registro comienza con las canciones en las fiestas familiares en la casa de Antonio Pizzolante en la calle Sucre. Después vendría su hijo, Italo Romano Pizzolante Balbi, un composior dedicado a una constante exaltación de su ciudad a quien también le gustaría cantar en su Quinta Sinfonía de la Urbanización Cumboto, refugio para componer sus canciones usando tres lápices de distintos colores. Entre las cantantes líricas del puerto ocupa un lugar meritorio la soprano Nilvelis Peraza y en el renglón de los más populares, el compositor y cantante, Guicho Guevara, acompañante de Hermán Villanueva cuando este se dedicó a fundar los Tambores de San Millán.

Para finalizar este incompleto recuento dejo la historia de Marucha Henríquez, una fina mulata nacida en Puerto Cabello, pianista y prodigiosa cantante de boleros que se inicio en la radio y los cabarets de la Caracas de los años treinta y murió trágicamente cantando en una sala de Harlem en 1959.

Mamá yo quiero saber, ¿de dónde son los cantantes?

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