El aspecto y composición de una imagen determina no solo su recuerdo, sino también nuestra percepción del tiempo transcurrido mientras la observamos, según un artículo publicado en Nature Human Behaviour.
Aunque algunas investigaciones han planteado la hipótesis de la existencia de un «reloj interno» objetivo, otros trabajos han sugerido que la naturaleza de los estímulos que encontramos influye directamente en nuestra percepción subjetiva del tiempo.
Un equipo de la Universidad George Mason (EE.UU) encabezado por Martin Wiener realizó una serie de pruebas para entender porqué algunos estímulos visuales permanecen más tiempo en la memoria. También por qué, aunque se vean durante el mismo lapso, nos parece que unos han durado más que otros.
El equipo realizó experimentos que demuestran que el tiempo percibido de la duración de una imagen (en una pantalla, en este caso) se ve afectado por las propiedades de la misma, como el tamaño de la escena, el desorden y la memorabilidad.
Las imágenes que suelen ser más novedosas para el espectador o distinguibles de otras suelen ser más memorables. Aunque hay muchos factores que influyen en esta característica.
El estudio se basó en la observación
Los investigadores trabajaron con 170 individuos, que observaron varias imágenes durante distintos periodos de tiempo muy breves antes de preguntarles cuánto tiempo creían haber visto las imágenes.
Los resultados de esa prueba fueron combinados con un modelo de red neuronal y descubrieron que el tiempo percibido se ve afectado por propiedades de las imágenes. El tamaño y el desorden de la escena empujaban el tiempo percibido en direcciones opuestas, destacó Wiener.
Cuanto mayor era el tamaño de la escena, por ejemplo un hangar, más tiempo se pensaba que estaba en la pantalla, y el efecto era el contrario cuanto más desordenada estaba. El equipo comprobó que esa percepción del tiempo no se debía a características como que las imágenes desordenadas fueran más recargadas o más coloridas.
Son muchas las características que cambian el tiempo percibido. Por ejemplo, los colores rojos tienden a durar más que los azules y los números más grandes se perciben como más largos que los más pequeños.
Los autores mostraron que el tiempo y la memorabilidad se influyen mutuamente. La estimación de la duración de las imágenes más memorables es más precisa y las percibidas como más duraderas se recuerdan mejor.
“Las imágenes pueden ser más memorables porque se procesan más rápida y eficientemente en el sistema visual y eso impulsa la percepción del tiempo”, explicó.
El estudio sugiere que utilizamos el tiempo para recopilar información sobre el mundo que nos rodea. Cuando vemos cosas que son más importantes o relevantes, como las que son más memorables, dilatamos nuestro sentido del tiempo para obtener más información”.
El efecto del tiempo en la percepción de las imágenes
Además, descubrieron que cuanto mayor era la duración subjetiva percibida de una imagen, más probabilidades había de recordarla al día siguiente, explicó.
Estos hallazgos, consideró Wiener, podrían tener aplicaciones clínicas en enfermedades como la esquizofrenia o el párkinson, en las que la percepción del tiempo puede estar alterada.
“Es posible que entender mejor cómo los circuitos conducen nuestro sentido del tiempo en el cerebro, pueda llevarnos a una mejor comprensión de cómo puede verse perturbado en esos pacientes”.
Además, pueden aportar información sobre los vínculos entre la visión humana, la memoria y la percepción del tiempo, aunque es necesario seguir investigando otras características de los objetos que influyen en el procesamiento visual, como la textura.
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