Riesgos de la información actual

Todas las profesiones tienen que actualizarse continuamente, sobre todo las universitarias. El conocimiento en el mundo contemporáneo cambia a velocidad inusitada pero algunas disciplinas cambian más que otras y a mayor velocidad, tal es el caso del antiguamente llamado periodismo, luego comunicación social o ciencias de la información y ahora, vaya usted a saber cómo, por lo confuso que se ha vuelto el ejercicio profesional de comunicar.

Simplificando al máximo podría decirse que un profesional de la comunicación, informa pero hoy, lo hace cualquiera. Pareciera que no se necesita ir a la universidad, realizar másteres, ni doctorados para informar. Quizás con sólo lograr ser un “influencer” se es un informador. Grave deducción.  

Con el desarrollo de los nuevos recursos informativos, cualquiera que sepa escribir o hablar y tenga acceso a internet, informa. Esta afirmación pudiera ser una herejía y una ofensa para quienes ejercen esa profesión dignamente y sobre todo, una barbaridad dicha por alguien que, como yo, contribuí durante varios quinquenios a formar periodistas universitarios.

Escribo este articulo -que debería ser muy largo o en varias entregas- por algo que no es nuevo pero que en situaciones de conflictos sociales, de tanta difusión y confusión informativa como las que vive el mundo hoy y algunos países, en particular, desde hace años; el estar informado, o digamos, bien informado, cada vez es más difícil y nos obliga a reflexionar sobre este tema.

El enredo de las redes

Como no soy periodista, no sé como funcionan ahora las salas de redacción (de los antiguos periódicos) o los departamentos informativos de estaciones de radio o televisión, pero lo que sí sé, como ciudadano de esta época, es que el reportero de nuestros días es quien presencie, oiga o se imagine -lease como escribí: Imagine- un hecho y tenga acceso a un teléfono móvil y a las redes virtuales para divulgarlo.  

El reporterismo profesional cada vez es más escaso. Las redes particulares suelen ser más efectivas e interesantes para la gente del común porque viene lleno de emociones, hasta de morbo. Estamos ante un nuevo mundo informativo, otras maneras de circular la información a las que se ha enseñado o se enseña en las escuelas de comunicación.

Los bulos como noticia

El gran problema informativo de esta época es que por las redes circula mucha desinformación o bulos, noticias inventadas con la intención de que se asuman como verdad. Es decir, se “informa” lo que no es cierto, de una manera antojadiza por el autor o autora de la información.

En estos días, cualquiera puede producir (des) información y cualquiera la puede compartir como un hecho cierto, asumiendo que está informado.  Surge la confusión acerca de lo que es real y qué mentira. Con los actuales recursos, la sentencia de Santo Tomás  de “ver para creer”, dejó de ser. Ahora podemos ver imágenes manipuladas, que nunca existieron y se presentan como demostración de que es verdad la mentira que se dice.

Aunada a la producción de desinformación está el que en estos tiempos,  gran parte de la sociedad se informa de lo que sucede por las redes, asumiendo que todo lo que allí circula es verdad.  Poca gente se detiene a verificar lo que recibe.

El dilema entre lo cierto  o  verdad y la mentira o falsedad ha dejado de ser. A una inmensa cantidad de gente no le importa si es verdad, o no, lo que recibe en las redes. Si le gusta lo que lee o ve, si le emociona y concuerda con lo que ella piensa o quiere que suceda, independientemente de que sea cierto, lo comparte como verdad.  Se asume el deseo como realidad.  

La interpretación es peligrosa

La interpretación de la información recibida suele ser acomodaticia por parte de quien la recibe.  Una de las más útiles teorías que tenemos en psicología de la comunicación es  la disonancia cognitiva.

La teoría de disonancia cognitiva se refiere a la necesidad de que nuestras creencias sean coherentes entre sí, por lo que evitamos las contradicciones con nosotros mismos. Para ello, tendemos, por un lado, a exponernos sólo a la información que refuerza nuestras creencias, asumiendo que allí está la verdad y, por el otro lado, podemos transformar la información que nos sea disonante en consonante, con lo cual, a pesar de que distorsionamos la realidad, nos produce comodidad cognitiva.

La búsqueda de consonancia cognitiva es muy frecuente en situaciones de conflicto tanto personal como social. Tendemos a ver lo acontecido de la forma que sea menos amenazante a nuestra forma de pensar, por lo que encontramos razones que justifican lo acontecido aun cuando distorsionamos la realidad.  

La distorsión cognitiva es una acción acomodaticia con nosotros mismos y cuando la usamos, por lo general, no nos damos cuenta de ella.  Por ello, va en contra de la información verdadera, de la real información.

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