El pasado 14 de mayo, Naguanagua celebró 242 años de su elevación a Parroquia Eclesiástica y lo festejaron a lo grande con excelente programación realizada conjuntamente entre la Alcaldía, el Concejo Municipal y la Sociedad Amigos de Naguanagua. Así que, durante esa semana, se fueron llevando a cabo eventos, como exposiciones artísticas, conciertos y conversatorios, en honor a esta pujante ciudad.

La Sociedad Amigos de Naguanagua nos invitó al conversatorio del doctor Roberto Guinand Castellanos, llamado “Hermógenes López, un presidente carabobeño” que se llevaría a cabo en la Plaza Bolívar de Naguanagua, el domingo 19 a las 10:00 de la mañana, con la exposición de ilustraciones de Marcelino Juárez, de lugares icónicos de la ciudad agasajada. Lastimosamente no pude asistir, pero esto me llevó a recordar la admiración que mi familia siempre sintió por el general Hermógenes López.

Probablemente mi querido y admirado amigo Roberto Guinand habrá manifestado en su conversatorio todo y más de lo que voy a mencionar aquí, pero nunca está de sobra recordar y homenajear a un ser que, como el general López, hizo tanto por su tierra. De hecho, mi papá siempre mencionaba que Hermógenes López, a pesar de que solo permaneció diez meses en el poder, era el mejor presidente que había tenido Venezuela.

Hermógenes López nació en Naguanagua, el 19 de abril de 1830. Era un apasionado agricultor, pero también le llamaba la atención la rama militar y formó parte del ejército liberal. En 1858 ocupó el cargo de jefe militar en Nirgua y, posteriormente, desde el bando de los rebeldes federales, participó en la Guerra Federal o de los Cinco Años.

Cuando Antonio Guzmán Blanco, ejercía por tercera vez la presidencia de Venezuela, se retiró del cargo para viajar a Europa y el general Hermógenes López, al ser el miembro número 1 del Consejo Federal, fue quien tuvo que asumir esa gran responsabilidad de ser presidente interino. Tuvo un gabinete de lujo, encabezado por otro carabobeño en el Ministerio de Relaciones Interiores, me refiero a Francisco González Guinán. También lo acompañaron, por nombrar a algunos, Juan Pablo Rojas Paúl como ministro de Hacienda, Diego Bautista Urbaneja en el despacho de Relaciones Exteriores y en Instrucción Pública estaba José María Ortega, un joven abogado con claros ideales libertarios.

Durante la presidencia de Hermógenes López fue inaugurado el ferrocarril “Valencia – Puerto Cabello”. Y soñaba con conseguir la comunicación telegráfica con el extranjero, por lo que hizo el intento de mandar a colocar un cable submarino que llegara a Europa.

Ahora, el primer acto de conveniencia pública fue decretar la ejecución del Monumento de Carabobo, en la ciudad de Valencia, opuesto a que fuera colocado en la Pampa donde se dio la gran batalla que aseguró la existencia de Colombia, tal y como lo había dispuesto el Congreso de Cúcuta. El proyecto se lo presentó González Guinán a López con todos sus detalles, diseño y presupuesto, ayudado por el distinguido arquitecto Antonio Malaussena y fue aprobado. Originalmente tenía una india en la cúspide de la columna y Guzmán Blanco, desde París, sugirió que un Bolívar pedestre sería lo más indicado y es ese monumento el que adorna nuestra Plaza Bolívar.

Y fue Hermógenes López quien le pidió a Malaussena que realizara los planos de un teatro para Valencia. Así, el 21 de octubre de 1887 el presidente resolvió, con apoyo de su gabinete, la edificación del mismo y se destinaron para su construcción quinientos mil bolívares. Cabe destacar que el notable Malaussena se inspiró en el Teatro de la Ópera de París. Aunque el general Hermógenes López ya no era el presidente cuando se terminó este gran edificio, fue su artífice y, según el historiador González Guinán, el teatro ha debido llamarse “Teatro López” por justicia y gratitud.

Entre las obras realizadas por López destaca la implementación de la luz eléctrica en el país. El gobierno contrató los servicios del norteamericano Miguel T. Dooley para encargarse del alumbrado eléctrico en varias ciudades. Dado que tanto el presidente como el ministro de relaciones interiores eran carabobeños, solicitaron al contratista que comenzara sus trabajos en la ciudad de Valencia. El 8 de junio de 1888, el gerente de la compañía, J.V. Tyrer, llegó con parte de los materiales a Puerto Cabello, y para el 15 de junio ya se estaban instalando en Valencia. Sin embargo, surgieron problemas con la municipalidad, y finalmente, Valencia se alumbró el 22 de septiembre de 1889. De esta manera, nos convertimos en la segunda ciudad de Latinoamérica en tener alumbrado público, después de Maracaibo.

Además, en Caracas, López también llevó a cabo otras obras, como la construcción de los puentes Guanábano, Reivindicación, Carabobo y Bolívar, así como la extensión de las líneas telegráficas y otras mejoras en el interior del país.

El general José Antonio Páez había sido enterrado en Estados Unidos y González Guinán le comentó al general López que los restos del lidiador de “Las Queseras”, uno de los fundadores de la Independencia Nacional, estaban a punto de perderse por los descuidos en el pago del arrendamiento de su tumba en Nueva York.

El ministro pensaba decirle que, a pesar de que Páez era del bando Conservador y que el Panteón Nacional había sido fundado por Guzmán Blanco, Páez había sido uno de los protagonistas principales de la Batalla de Carabobo y López le respondió: “¿Cómo no los he de salvar si se trata de mi padrino de bautizo?”. Y Páez fue llevado al Panteón Nacional, cosa muy criticada por los Federales.

Diez meses estuvo en el poder y no dejó de trabajar por su país y por su ciudad. Fue además de presidente de los Estados Unidos de Venezuela, presidente del estado Yaracuy y del estado Carabobo.

Vayan mis felicitaciones a Naguanagua por sus 242 años y por haber sido cuna de personajes tan honorables y honestos como el general Hermógenes López.

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