“Nadie es capaz de todo ni incapaz de nada,
todos necesitamos de todos para alcanzar
las metas y los objetivos”
C. Llano Cifuentes

En aras de la cristalización del cambio necesitado, en este espacio no se escribirá sobre los candidatos o sobre los partidos políticos, puesto que lo que interesa es invitar a tod@s a reflexionar sobre las características que debe tener la persona que gobierne a Venezuela durante los próximos seis años y que garantice la implementación del cambio social constructivo.

Se percibe que la inmensa mayoría de tod@s l@s venezolan@s está de acuerdo en que se necesita un verdadero conductor, alguien que sea seguido en virtud de su ejemplo y por su vocación política. Una persona que -por su edad, sus estudios, su experiencia en el ejercicio en la administración pública estatal y mucho más- tenga claro que el liderazgo social y político implican amalgamar virtudes, tales como: inteligencia, conocimiento, justicia, prudencia, fortaleza, habilidad, destreza, etc.
Se considera que el liderazgo político se caracteriza por la habilidad para conseguir acuerdos que beneficien a la mayoría de las personas en aquellos aspectos que se tienen en común; entre otros: economía (derecho a tener un empleo digno), salud, educación, derechos humanos.

“Política” (voz cuyo origen etimológico deriva de “polis” y de “tica”, donde la primera significa “muchos, todos” y la segunda expresa “técnica”), es un vocablo que busca comunicar: la técnica o arte de la atención de lo de todos. Ante esta verdad, hay que decir que ésta -la política- es compleja; de lo contrario se corre el riesgo de caricaturizar a una ciencia (un arte oficio) tan importante y relevante para una sociedad. De hecho, existe la dicción “ciencia política”.

El líder político debe ser aquél que entienda y ejercite -al menos- dos virtudes esenciales para el ejercicio del poder: la justicia y la prudencia.

La justicia debe entenderse aquí como la concibe y escribe Ulpiano: “La constante y perpetua voluntad de dar a cada quien lo que le corresponde”. El verdadero político es aquél que tiene la capacidad para observar y entender la realidad con objetividad, concibiendo, adoptando e implementando decisiones con base en aquello que corresponde a cada uno, incluso a sí mismo. La prudencia debe entenderse como “templanza, cautela, moderación”.

El líder político prudente actúa de acuerdo a lo que es mejor en cada situación con la finalidad de conseguir el resultado deseado, de acuerdo a las circunstancias que rodean a ese hecho concreto al cual se enfrenta. Cabe aclarar aquí, so pena de caer en un relativismo peligroso, que la prudencia debe ir de la mano de la justicia. El líder político debe actuar de acuerdo a lo que es mejor, pero siempre teniendo en cuenta que debe ser justo; es decir: sus decisiones deben dar a cada quien lo que le corresponde, lo cual debe estar justificado mediante la razón y los hechos.

Un buen liderazgo político incluye habilidades como la credibilidad, la coherencia y la empatía, así como saber gestionar y adoptar decisiones en momentos de crisis y bajo presión.

Por lo tanto, para convertirse en el candidato ideal es necesario tener o desarrollar estas 10 cualidades:
-Credibilidad
En momentos donde la política tiene cada vez peor fama, y en los que la información y desinformación van a la velocidad de un clic, esta cualidad es fundamental para ejercer un liderazgo firme. Para esto se debe, no sólo trabajar y tener un compromiso con la sociedad, sino ser coherente con lo que se piensa, se proyecta y se hace.
-Honestidad
El líder político debe ser honesto con sus votantes. Al final, la ciudadanía valora saber la verdad y que no le escondan cosas que, más tarde o más temprano, acabará sabiendo. La reciente pandemia de la ECOVI-19 ha dejado en evidencia la falta de honestidad de muchos mandatarios y políticos al momento de comunicarse con sus ciudadanos y también la necesidad de ser honrados y manejar con transparencia los recursos. El solo punto de eso que denominaron “vacunas” es un ejemplo magnifico: hoy, hay demandas en contra de quienes las hicieron y en contra de muchos que ordenaron la inyección de “eso”.

-Capacidad de comunicación

Un buen político puede contar con excelentes asesores en comunicación que le ayuden a construir sus mensajes, pero un líder debe tener o desarrollar excelentes dotes comunicativas para hacer llegar sus ideas y sus proyectos con su propio estilo.

-Ser coherente con los valores
Parte de la responsabilidad de un cargo político es saber enfrentarse a los cambios y desafíos; eso sí, sin dejar en el camino todo aquello que debe ser la base de su proyecto político y personal: sus valores. Los ciudadanos necesitan estar seguros de que al frente de las entidades y los gobiernos hay personas que creen en lo que hacen y que trabajarán para construir esa sociedad que tanto desean.

-Tener entusiasmo
Este valor deja huella y se refleja en todo lo que se hace, notándose en el día a día y, por supuesto, en los resultados finales. Cada día más se necesitan figuras que sientan pasión por lo que hacen como políticos y que brinden con entusiasmo un servicio público que mejore la calidad de vida de las personas que les toca gobernar.

-Empatía
Uno de los valores más complicados de definir, pero que es vital en un momento en el que muchos gobernantes se encierran en sus despachos y se desconectan de la realidad común, entre cientos de asesores y adulaciones. Por eso, un líder político que sea cercano, que conozca los problemas de sus conciudadanos y muestre empatía hacia ellos tendrá muchos puntos a su favor para reforzar su liderazgo político.

-Firmeza
Bien entendida es necesaria en momentos de crisis y para concebir y adoptar decisiones trascendentales, lo cual no debe llegar a convertirse en autoritarismo.

-Humildad
Todo el mundo se equivoca y esto no es en sí un problema. Por eso hay que aprender, reconocer y corregir los errores y, para eso, es necesario que un líder sea humilde. Esta voz deriva de “humus” (suelo), con la cual se busca expresar que ha de mantenerse en contacto con la realidad verdadera (conservando “los pies sobre la tierra”: no volando con ínfulas fantasiosas.

-Ser persuasivo
Tener la capacidad de marcar el ritmo de un proyecto de futuro y hacer que otros lo sigan ¡hasta el final! por estar convencidos del objetivo y del camino para alcanzarlo, eso es persuasión.

-Capacidad de trabajar en equipo
Saber trabajar en equipo, delegando funciones a otros para obtener mejores resultados y poder centrarse en otras tareas, no debe ser considerado una pérdida de poder, sino que es un rasgo que define a un líder.

El liderazgo social y político no es un asunto fácil ni sencillo de lograr, implica una mezcla de virtudes y debe ser ejercido bajo mucha presión y circunstancias adversas. La ciencia política no es como las ciencias exactas, no hay una sola respuesta correcta. Lo que existen son circunstancias que deben ser enfrentadas con un análisis crítico y una reflexión profunda, con la finalidad de adoptar decisiones prudentes y justas que traten de ayudar lo más que se pueda al desarrollo de una sociedad y causar el menor daño posible.

Un buen líder sabe que no es experto en todos los campos y por eso busca rodearse de los mejores de cada sector.

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