El castromadurismo humedecido y chapoteando, por Armando Martini - Runrun
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El castromadurismo humedecido y chapoteando, por Armando Martini
La realidad es terca. Y en la revolución del castromadurismo, de alardes y falsedadesn se observa incertidumbre y una calamidad generalizada

 

@ArmandoMartini

Es cierto que las lluvias han caído con reciedumbre y más abundancia de lo habitual. Han sido inclementes y salvajes. Un comentario de un venezolano dicharachero: “con el castro-madurismo pavoso y malo, no tuvimos un cordonazo de San Francisco, sino que San Francisco nos agarró a cordonazos”.

Lo que conocemos como temporada de verano es tiempo de calor, aridez, sequía e incendios. Y conocemos como invierno la época de lluvias, aguaceros, chaparrones, crecidas e inundaciones. Ciclo que se repite inquebrantable, en democracia, o tiranía.

Donde escudriñe en Venezuela hay zonas anegadas. Y el parlanchín y exhibicionista gobernador de Carabobo se quejó amargamente de haber recibido un “baño de caca” por un carro que cayó en un hueco en Valencia; pero reconoció que era su responsabilidad arreglarlo.

Castromadurismo y falta de previsión

No así otros funcionarios que han traicionado el compromiso con la ciudadanía, tanto de prevenir efectos de las lluvias de mayor y menor volumen porque así como es su trabajo en los gobiernos regionales y concejos municipales dar mantenimiento, ejecutar obras que impedirían desbordamientos, también lo es evitar que las familias menos afortunadas construyan sus modestas viviendas, siempre endebles y frágiles, tanto en zonas de riesgo y seguro peligro, como en aquellas, que serían intervenidas para prevenir desastres.

Y como siempre, pagan las consecuencias de los cambios climáticos quienes por insuficiencia, comodidad pícara, viveza bribona, se domicilian en cercanías inseguras, dependiendo de quienes deben clasificar, diseñar y elaborar trabajos, conservando diques, limpiando ríos y quebradas, reparando alcantarillas, manteniendo los sistemas de circulación hidrológica; dotando adecuadamente a los bomberos, cuerpos de prevención y ayuda, que finalmente son héroes, realizando labores con las uñas, como se evidencia cada vez que hay una calamidad. Natural o no.

No basta visitar la zona de desastre

En esta Venezuela del castromadurismo, que lleva décadas de abandono, desidia e indolencia, no es suficiente la acción gubernamental de ayuda social. Ni que acudan los jerarcas del régimen a visitar los afectados después de la tragedia, como ha ocurrido en Las Tejerías, donde fue hasta Maduro calzado con botas protectoras. El alarde de la visita debió ser antes, para desarrollar programas de trabajo, sincronizados por el poder central, gobiernos regionales. Además de la esperada, más de las veces no conseguida, eficiencia municipal y comunal.

Nadie está contento con lo que tiene, y por mala suerte se impuso la ignorancia, custodiada por la pedantería sorda, el concurso estulto de egos y la perseverante soberbia, que permitieron el triunfo electoral del chavismo respaldado por militares, eruditos, intelectuales y sabios, empresarios, comunicadores sociales y, en general, por una ciudadanía angustiada, decepcionada, olvidada e instigada por el desquite barriobajero. Pronto se impuso el castromadurismo.

Y con él se estableció así una crisis del proceder y ética en general, arruinando esperanzas e ilusiones que abatidas y resquebrajadas resisten valientes. Ultrajaron un poderío petrolero y se robaron el señorío energético que esquilmaron sin contemplación. Engañaron al ciudadano, estafándolo a placer y convirtiendo a Venezuela en territorio de experimento para los países que aborrecen la democracia mundial liderada por Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, Australia, Canadá y otros países demócratas. Somos tierra de asentamiento y recursos para la Cuba castrista, que nada construye, pero cobra.

El «se está arreglando» se fue por el deslave

Para pocos es importante la liberación inexplicable de los familiares de la familia gobernante, lo que interesa e importa al ciudadano es la seguridad de sus vidas y el bienestar de sus familias. Nada gana el primer mandatario proclamando a diario, como disco rayado, que Venezuela está mejorando, cuando se le produce un deslave letal en Las Tejerías, Los Castaños en Maracay, y muchos más, a lo largo y ancho del país.

El único capital de los ignorantes es la mentira. El problema del embuste es que los carnavales duran poco y los antifaces caen tarde o temprano. La realidad es terca. Y en la revolución del castromadurismo, de alardes y falsedades, se observa incertidumbre, instalaciones de salud y educación sin insumos ni equipos; profesionales mal pagados, servicios de electricidad, telefonía y agua precarios, es decir, una calamidad generalizada.

Para la Venezuela del futuro, de porvenir y bienestar, hace falta un líder responsable, que rinda cuentas, honre la palabra empeñada y ejercite las buenas costumbres. No volverán los mismos que la destruyeron. Y en ello hay que incluir a los políticos oficialistas y opositores. De eso se encargarán las nuevas generaciones que avanzan en un país propio, a su estilo y semejanza.

Más temprano que tarde, disfrutaremos un país diferente, corregido, privatizado, ético, liberal, con principios y respetuoso de los derechos humanos. Un Estado diseñado para ser honesto administrador y digno servidor público.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es