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La salud mental del venezolano depende de una burbuja
Dos expertas en salud mental consideran que estar en la cuestionada “burbuja”  no debe traducirse como una negación de la problemática realidad que aún padecemos, sino como una medida de protección emocional para no colapsar
La  protección de la salud mental debe ser una obligación. Lo necesitamos para  “recargar nuestras energías psíquicas” y continuar en un contexto de crisis como el de Venezuela
De no tomar las medidas de protección mental y emocional necesarias ante una realidad tan problemática, podemos llegar a una situación de tal desgaste en la que seamos incapaces de sostener nuestras familias, nuestros trabajos o nuestros vínculos
El colapso emocional y el desespero por obtener soluciones inmediatas lleva a muchos ciudadanos a tomar decisiones impulsivas y a migrar por caminos que ponen en riesgo sus vidas

Por: @MrsYaky

La salud mental en Venezuela es un campo minado por la crisis. El respiro “económico”  ha sido tenue, y la recuperación que tanto se pregona, desigual.

94,5% de la población venezolana vive dentro del umbral de la pobreza según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (2021). La mayoría destina primordialmente sus ingresos a la alimentación y dejan de lado otras prioridades, como los controles de salud y hasta la compra de medicamentos, halló un reciente informe de Acción Solidaria.  En un panorama de limitaciones, el entretenimiento y el descanso son los principales crucificados. 

Para cualquier venezolano,  “procurarse un estado de bienestar en el que sea consciente de sus propias capacidades, que le permita afrontar las tensiones normales de la vida, trabajar de forma productiva y fructífera”, además, de contribuir con su comunidad -que es como la Organización Mundial de la Salud define a la salud mental- luce muy cuesta arriba. 

En un documento publicado el pasado 18 de septiembre, la Sociedad Venezolana de Psiquiatría advirtió que, en los últimos diez años, los conflictos crónicos del país se han agrandado “a un nivel que nadie pudo haber imaginado”.

“Son muchas calamidades, vicisitudes, contratiempos, adversidades y tragedias con las que tiene que lidiar el venezolano a diario. Es de suponer que, ante tales circunstancias, la salud mental mental de la gran mayoría de los venezolanos se encuentre afectada, pues son de tal magnitud los estresores psicosociales y persisten por tanto tiempo que sobrepasan las capacidades de afrontamiento psicológico de la mayoría, lo que deviene en una amplia gama de signos y síntomas: ansiedad, desesperanza, tristeza, miedo, desasosiego, ira. Frustración, insomnio, somatizaciones”, describieron.

Recargas las energías psíquicas para seguir

Pero, incluso con un telón de fondo de necesidades y limitaciones, la protección de la salud mental debe ser una obligación.

Necesitamos hacerlo, para  “recargar nuestras energías psíquicas” y continuar, si queremos seguir viviendo y nos toca hacerlo en un escenario como este, afirma Franca Caterina, miembro de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría. 

Eso que tanto critican, ‘la burbuja’, sí es necesaria para poder sobrevivir en Venezuela”, no duda en afirmar la especialista.  Si mi tanque de energía psíquica lo gasto todo el día focalizándome en el conflicto, me voy a quemar. Eso se llama ‘síndrome de burnout’ y se utiliza en el ámbito laboral para describir lo que pasa con quienes trabajan incansablemente, pero se puede aplicar a la situación país. Fueron muchos años en Venezuela de pelea, calle, lucha, confrontación, muertes. Y cuando pasó el quiebre, caímos en depresión colectiva”,  explica.

El mecanismo de la “rumiación” y la queja continua, según explica la médico psiquiatra, es lo que ha quedado en Venezuela tras años de lucha y conflictos, en donde el temor a protestar tras la violenta represión sacó a los venezolanos de la calle.  

 

“El sistema lo hizo bien: mataron a los jóvenes con tiros en la cabeza y masificaron así el temor a protestar (…) Entonces, quedó la queja continua (…) Pero mi foco de atención psíquica no debe estar siempre en el problema, sino en cómo voy a salir. No podemos estar todo el día rumiando, pensando solo en el problema, hablando de él, sino en identificar qué alternativas reales tengo para solucionar cada conflicto”, explica.

Estar en la burbuja no es negar la crisis

Continuar entre las ruinas de un país es retador. Experimentar una rutina atravesada por conflictos cotidianos se ha convertido en una obsesión para los ciudadanos. 

Tal y como se recubren los artículos frágiles con film alveolar o «plástico de burbujas» para evitar los impactos del exterior, debemos entrar en «burbujas» que nos protejan  mental y emocionalmente, así sea de forma circunstancial.

 La crisis obliga a buscar recursos propios para enfrentar las situaciones, a sabiendas de que los externos no están dados.

No es conformarse, es aceptar que esto es lo que me va a tocar vivir constantemente mientras siga en el país. Y debo buscar las herramientas para enfrentar el mal rato. Cuando ocurran cosas como que se vaya la luz, me preparo para enfrentar el apagón y lo sufro en el momento, porque es imposible decir que no te va a afectar, pero súfrelo solo cuando te toque. Después, no te quedes pegado retroalimentando la situación con la  frustración o lo negativo: recupera el tiempo perdido, busca una película en televisión, visita un amigo, toma un café, sal a caminar”, recomienda la doctora Franca Caterina.

En ese sentido, aseveró que “meterse en la burbuja” no significa “que compremos la consigna de ‘Venezuela se arregló’”. Esta decisión, agrega Caterina, no debe traducirse como una negación de la realidad que padecemos, sino como una medida de protección emocional para no colapsar. 

 

No puedo evadir la realidad, pero si tengo que seguir en el país, tengo la obligación de proteger mi salud mental. Nos tocó vivir la dictadura de Venezuela, jamás pensamos tener que vivir esto, pero nos tocó. Entonces, estamos obligados a tener salud mental, salud física sin salud mental no es salud”, destaca. 

 

Negatividad excesiva y señalamiento

La negatividad excesiva y el señalamiento están presentes en la conversación digital habitual del venezolano.

No es inusual observar en redes sociales  cómo se cuestiona a quién asiste a un concierto, o al que comparte un momento de disfrute personal, hasta el punto de llegar a señalarlos como responsables del desabastecimiento de hospitales, o de la emergencia alimentaria en el país. 

“En ocasiones, nos transformamos en el tirano que criticamos y emulamos las conductas de ese poder que rechazamos. Somos tiranos con nosotros mismos y con los demás, se nos olvidó disfrutar la vida aún en lo pequeño, y criticamos a quienes lo hacen.  Hay gente que hasta se indigna de que haya cosas en el mercado,  después de toda la escasez que pasamos, o de que alguien vaya a un concierto o pueda pagar una comida en un restaurante. Debemos hacer tregua en esa constante lucha por lo que creemos, es el deber ser, y lo que realmente es. Tenemos derecho a escuchar al cantante de nuestra preferencia, a invertir en nuestro negocio si hemos trabajado para eso, a comernos una cachapa, a reunirnos con los amigos. Tenemos derecho a vivir y al disfrute”, opina Caterina. 

Por su parte, la psicóloga clínico y social Yorelis Acosta considera que la persona que señala a otra de ser “egoísta” por procurarse su salud mental tiene que revisarse, “porque es una persona altamente negativa”.

“La negatividad excesiva es un síntoma de malestar: desde allí, culpas al otro de replegarse o de venderse por tratar de hacer algo para sentirse un poco mejor”, explicó. 

 

Recordó también que el concepto de “burbujas” no es novedoso y es común en la sociedad, porque existen muchas de ellas.

“Nosotros vivimos en una burbuja. Nuestra casa es una primera burbuja.  Protegemos nuestra casa, nos ofrece descanso y seguridad, y ahora cuidamos mucho más quién entra o no, tanto por la inseguridad como por temas de salud por la pandemia.  En la ciudad también hay microburbujas, como las universidades, las privadas por ejemplo funcionan mejor que las públicas por las inversiones en servicios y espacios que han hecho”, detalló.

Respecto a la posibilidad de acceder o no a muchas de esas “burbujas” que van surgiendo en el país, la psicóloga comentó: “A lo mejor asistir a un concierto no es algo a lo que pueda acceder todo el mundo, pero el que pueda, vaya y disfrute. Afortunadamente,  hay otras opciones económicas o gratuitas que los  gobiernos regionales y municipales están haciendo para ofrecer bienestar y distracción para su población, porque eso es importante para la salud mental”. 

El sacudón mental de la pandemia 

Yorelis Acosta recalcó que a la afectación de la salud mental de los venezolanos tras años de “crisis, sorpresas y de pérdidas” se sumaron las cargas psicológicas de la  pandemia.

“Esto también nos dejó una huella muy importante, porque alteró nuestra forma de vivir, nos obligó a cambiar, a tener otros comportamientos, otras maneras de trabajar y estudiar, porque nos dejó duelos”, afirma. 

La experta describe que en el primer año hubo mucho temor y alteración emocional entre los venezolanos. En 2021, vinieron los duelos y las despedidas: “Todos habíamos despedido familiares, vecinos, amigos y los duelos se fueron sumando uno tras otro,  no tuvimos tiempo de procesarlos”.

También, añade, aparecieron nuevas fobias relacionadas con las multitudes, “el temor a los microbios y el cuidado casi obsesivo que tenemos con la limpieza”.

Para Acosta, este tercer año de pandemia debe ser el de la recuperación emocional.  “Tenemos que trabajar cómo ponemos las cosas en su lugar, cómo no dejamos que los miedos que aparecieron nos limiten”.

Asimismo, debemos seguir adaptando nuestros comportamientos sociales a la nueva realidad:  “Son cambios que no dejan de ser nuevos retos y que vuelven a movilizar a las personas, estamos en una transición hacia adaptar los comportamientos y tratar de mantener la calma”.     

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Aceptar la realidad para transformar-se

Procesar las injusticias y los problemas políticos y sociales cuya resolución escapa de nuestro control causa estrés emocional.  Para procurarse salud mental en Venezuela después de años de carencias, violencia, expectativas frustradas y pandemia, el abordaje debe ser distinto. 

 “Hay cosas que política y socialmente indignan, pero ya a estas alturas del país, uno tiene que empezar a reflexionar en qué me han dejado estos años de vivir en dictadura, qué he aprendido. La política se maneja por conveniencias, por intereses, hay cambios y negociaciones de unos por otros”, destaca la psiquiatra. 

 

Ante la incertidumbre de cuánto tiempo más nos tocará estar en crisis, la decisión de tener salud mental y no anclarse “al sufrimiento constante” debe ser una determinación personal. 

“Al no poder cambiar el entorno, tengo que cambiar yo. No depende de lo que ocurra afuera, depende de la decisión que tome: o me quedo contemplando el drama y  la desgracia, o me cambio el chip”, opina Caterina.

“Proteger la salud mental es una obligación, así como cepillarse los dientes tres veces al día. Hay que hacer el esfuerzo y tomar consciencia de que mi vida no puede depender de expectativas imaginarias sobre algo que no sabemos si va a ocurrir. No podemos vivir esperando. Vamos a vivir la realidad, el día a día. Focalizarnos en lo que tenemos y no en lo que nos falta. Tenemos ya 23 años en una crisis con distintas fases. El cerebro no ha tenido espacio para recuperarse y energizarse con lo externo, entonces, lo tengo que buscar a lo interno”, acota. 

 

La clave está en no vivir de expectativas mayores a lo que la realidad nos pueda ofrecer.

“Nos frustramos porque hay esperanza en una libertad que, en este momento, no está planteada. Toca simplemente aceptar que ahorita tengo que protegerme. Debemos evitar llegar a un nivel de desgaste en donde no seamos capaces de sostener una familia, una relación, la crianza de los hijos o ningún otro vínculo, porque esa desesperanza, tristeza y amargura van a contaminar todas nuestras áreas: laboral, familiar, social”, advierte Caterina.

Además, suma, el peligro de no protegernos mental y emocionalmente del colapso es que tomemos decisiones que puedan poner en riesgo nuestras vidas.

Al respecto, ejemplifica que muchos migrantes salen actualmente del país y se internan en rutas peligrosas como consecuencia del desespero y la necesidad de solucionar con inmediatez su situación personal. 

“Esta decisión de pasar por una selva tan peligrosa -como el Darién-, estas imágenes dolorosas de ver un niño muerto, de padres que se van con los hijos pequeños, son la muestra del desespero por tener algo inmediato, la necesidad de una inmediatez que solucione tu problema. Te tranquiliza pensar que vas a obtener estas cosas muy rápidamente en un país como EEUU, lo que hace que tomes decisiones impulsivas.  Emigrar no es cualquier cosa, y se deben analizar los pro y los contra. Debes tener un mínimo de recursos para sobrevivir cuando llegues”, advierte Caterina. 

¿Cómo cuidar la salud mental en Venezuela?

A continuación, una serie de recomendaciones que pueden ayudar a mejorar nuestra salud mental a pesar del entorno de crisis.

La información fue suministrada por las especialistas entrevistadas y otros datos se extrajeron de un material informativo publicado por la Sociedad Venezolana de Psiquiatría (septiembre 2022).

 

Las personas con enfermedades, como depresión, esquizofrenia, trastorno de pánico o con cuadro psicóticos deben acudir al psiquiatra y mantener sus tratamientos y terapia, o contactar fundaciones y grupos de apoyo

Se recomienda, en la medida de lo posible, practicar ejercicios de visualización, relajación, meditación, actividad física y mantener una buena alimentación.

Se debe dormir lo suficiente y no abusar de las drogas o del alcohol

Las personas con ansiedad deben disminuir el consumo de café

Tomar las medidas necesarias para protegernos mental y emocionalmente de las malas noticias o de las cosas cuya resolución escapan de nuestras manos.

No sacrificar el disfrute y el descanso por exceso de actividad laboral

Evitar la “rumiación” o “engancharse” en elementos -reales o imaginarios-que causan estrés y malestar. 

Enfocarse en las posibles alternativas para la solución de los problemas y en las cosas positivas de la vida.

Conectarse con otros: somos criaturas sociales y necesitamos conexiones positivas con otras personas, reunirnos para conversar, comer o practicar un deporte o actividad de nuestra preferencia.

Se ha demostrado científicamente que la generosidad es un instrumento que puede contribuir con una mejor salud mental: ayudar a otros y ser  generosos, en la medida de nuestras posibilidades, alcances y recursos, hará que nos sintamos mejor.

Escuchas conferencias, webinars y revisar material educativo e informativo de entes y profesionales acreditados en salud mental: psiquiatras, psicólogos clínicos, sociedades y federaciones:  Algunas cuentas de interés son: @FrancaCaterina @YorelisAco Sociedad Venezolana de Psiquiatría (hacer clic acá)  Federación de Psicólogos de Venezuela (hacer clic acá)

Desde nuestras capacidades, experiencia profesional y laboral y conocimientos, evaluar otras formas de generar ingresos para hacer frente a la crisis económica.