El patriarcado goza de buena salud

Muchas pensábamos que el patriarcado, ese sistema desigual que basa su valor jerárquico de lo masculino sobre lo femenino, estaba ya de salida, pero vistos los recientes actos de violencia cometidos contra las mujeres, tenemos que admitir que está más vivo que nunca. Los casos de mujeres, adolescentes y niñas que en los últimos meses han sido drogadas, abusadas, violadas, quemadas, mutiladas, prostituidas, explotadas sexualmente y captadas para redes de trata y pornografía, van en aumento alarmante.

La saña y atrocidad con la que se cometen muchos femicidios y violaciones múltiples, acompañado de la impunidad que acompaña a estos casos producto de un entramado institucional machista que no termina de hacer justicia, son muestra del ejercicio de control y poder de los hombres para con las mujeres y del insuficiente impacto que las medidas legales, educativas y sociales están teniendo sobre este grave problema social. No son monstruos los que cometen estos actos violentos, ni los que les lavan la cara a los victimarios: son hijos sanos del patriarcado.

Estas manifestaciones varían en intensidad y forma según el contexto cultural y geográfico donde acontecen, pero todas reflejan la persistencia de estructuras patriarcales que ponen el compromiso por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres como una utopía difícil de alcanzar.

¿Más feminismo, más violencia?

La relación entre el avance del movimiento feminista y el incremento de la violencia de género no es directa ni simple. En realidad, el avance del movimiento feminista ha tenido efectos complejos y variados en la forma como se percibe y aborda la violencia sexista. En primer lugar, las acciones de protesta feministas han contribuido a visibilizar la violencia que antes se mantenía en la sombra. A medida que más personas hablan sobre el tema y se crea una mayor conciencia, es posible que se reporte un aumento en los casos de violencia, no porque haya más violencia, sino porque ahora se reconoce y se denuncia más.

Pero también es cierto que el avance del feminismo ha desafiado las normas tradicionales de género reclamando mayor igualdad. Estos cambios despiertan resistencias y conflictos que pueden manifestarse en el aumento de la violencia machista como una forma de reafirmar el control patriarcal.

“Backlash”, traduce “reacción, contragolpe, contra ataque”. Según el Webster Dictionary, se le define como una fuerte reacción adversa a un movimiento político o social. Es una respuesta violenta o negativa ante un avance constructivo o reivindicación lograda.

Dos autores han analizado muy bien el fenómeno, Susan Faludi en el campo feminista en los años 70 y David Finkelhor en el terreno de los abusos sexuales a niños y niñas en 1994. El término backlash tiene en inglés dos connotaciones: por una parte, significa la reacción contra algo que ha ganado importancia, popularidad o influencia; por la otra, se refiere también a la acusación que se hace a las víctimas de un crimen, inculpándolas de haber provocado a sus agresores o de tratar de ganar la atención de la opinión pública denunciándolo.

En palabras de Faludi “cada fase del movimiento feminista se ha enfrentado con su respectivo backlash; es la reacción de diversos actores sociales para contrarrestar el avance de las mujeres, sobre todo cuando ese avance amenaza la existencia de las instituciones sobre las cuales descansa la dominación masculina tradicional del mundo”.

Cuestionar y desacreditar a las mujeres que reclaman, descalificar a quien denuncia llamándola mojigata, transformar a las víctimas en victimarias, amenazar a las amenazadas, tergiversar información; discursos intolerantes cargados de odio hacia activistas de derechos humanos de las mujeres, manipulación social para desarticular movimientos, insultos y amenazas a organizaciones y personas por las redes sociales, son parte de las acciones con las que el machismo responde cuando olfatea cualquier atisbo de levantamiento feminista.

¿Cómo evitar que el patriarcado siga en modo supervivencia?

Tengamos presente que el patriarcado sigue hoy vigente en todo su entramado de creencias, porque las feroces reacciones que muestra ante cada avance feminista le permiten atornillarse, conviviendo al mismo tiempo con una suerte de aparente cambio hacia la igualdad mientras mantiene inamovibles sus bases

La consigna entonces es continuar en el activismo político. Estar atentas para mirar bien lo que acontece con enfoque sistémico para no comprar migajas e ilusiones de falsa igualdad, conscientes de que ciertamente hemos avanzado, pero falta muchísimo más; no dejarnos intimidar por críticas ilegítimas que buscan disuadir y paralizarnos para desistir; capacitarnos rigurosamente en teoría feminista y conocer la historia del movimiento para confiar en que lo que reclamamos es lo justo, seguras de que nada se consigue sin luchar; confianza en las propias convicciones al tiempo que nos integrarnos a redes de organizaciones y personas que tienen una trayectoria y caminos labrados con experiencia sobre lo que funciona y lo que no, para no estar continuamente inventando el agua tibia.  Unión y más unión feminista.

No nos engañemos ni cooptemos con el poder patriarcal y sigamos moviendo consciencias a favor de nuestra causa, cueste lo que cueste.

***

Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

De la misma autora: Economía de la flacura y brecha salarial por obesidad en las mujeres

Psicóloga. Magister en Gerencia de Empresas. Coach Ontológico Empresarial. Directora Fundadora de feminismoinc.org Venezolana. Feminista. IG: @feminismoinc