La vida coloca obstáculos y problemas.
Solucionarlos y salir adelante depende
de cada humano y de su esfuerzo
tenaz e inteligente -en solitario y en conjunto-
para lograrlo a sabiendas de que una parte de la vida
se escribe sin V, pues ésta típicamente es “IDA” y….
esto pide dejar un legado.
É. Arenas P.
En una organización en donde todos participan en las discusiones y en las decisiones que se acogen por mayoría simple (como en una cooperativa, un equipo deportivo auto-dirigido, un país democrático, entre otros conjuntos), puede surgir algún desacuerdo que lleve hacia una situación conflictiva o, peor aún, a una situación problemática que debe solventarse en beneficio de la organización.
¿Cómo se ha de hacer para llegar a la mejor solución? La respuesta pareciera fácil y lo primero que acontece es que empiezan a brotar propuestas que recuerdan los comodines de un famoso programa de concurso en la televisión. Alguien dice “Hay que consultar a la audiencia” (para no decir “Hay que hacer una tormenta de ideas”) aludiendo a los ejecutivos de los niveles operacionales, a los ejecutivos estratégicos, a los directivos, a los trabajadores, a los empleados, a los obreros: ¡a todas las partes implicadas!
Mientras se piensa cómo implementar tal idea y ante el retardo para decidir acerca de ello, se escucha otra propuesta: “Hay que llamar a un amigo”, con lo cual se busca comunicar la solicitud de participación de expertos consultores.
El tiempo sigue pasando y la discrepancia respecto de la conducción hacia el destino sigue presente, pero… la sola admisión de la existencia de la situación es un inmenso paso de avance, pues se percibe que ya salió a flote el sentimiento consciente de la urgente necesidad de interrumpir la historia nefasta que viene escribiéndose y se siente el rugir del palpitar de una corriente de cambio favorable y se vislumbra que el destino que se requiere llegará con un día clave que necesariamente mostrará, como todo: dos caras: la que mira hacia el pasado y la que abre sus ojos al porvenir.
Ese mismo día también mostrará otras dos caras: la cara que dejará ver las diversas expresiones de l@s pícar@s sátrapas que como serviles que son han dado de sí todo lo que favorece aquello que buscan intereses inconfesables (propios y ajenos) y por eso hicieron y siguen haciendo posible para todo fuera llegando al extremo caótico. Detrás de las máscaras que usarán ese día (como las que le robaron al “loco” (el personaje descrito en el poema “El Loco” de Gibrán Kahlil Gibrán, en 1918) se estarán escondiendo tristeza, amargura y mucho más. Pero también se verá otra cara: la de quienes percibieron lo nefasto y empezaron a comentarlo entre sí, verificando lo indeseable, pensando en que había que generar un movimiento que con mucho entusiasmo participativo mutara lo existente hacia lo bueno, pues admitieron que… quedarse en inactividad equivale a complicidad que llevará a destrozar la empresa de tod@s: percibieron que la sobrevida está en vilo y cae en zozobra…
¡No cabe indecisión, no hay espacio para las medias tintas de la mediocridad: toca dejar un gran legado que permita elevar el rostro limpio y exponerlo hacia la luz espléndida de la estrella fulgurante e iridiscente que cada madrugada se yergue invencible por el oriente para dejar tras su paso un legado cotidiano!
La llegada de ese día con dos caras no puede retardarse ni un instante más, hay que decidir lo que toca hacer: ¡actuar tempraneramente con inteligencia y sagacidad, con calma y cordura, con la firmeza y la cautela de cada un@ de quienes constituyen el bando de l@s que están deseos@s de cristalizar el resurgimiento de lo que es común y que seguirá siéndolo.
Más claro no puede ser,,, En toda organización en crisis hay que proceder como l@s guerrer@s que se anotan en el lado correcto de la historia: el de quienes vencen derrotando la adversidad, avanzando junt@s con esperanza y denuedo, teniendo presente que en estas organizaciones mencionadas las decisiones se alcanzan sin imposición ni hostigamiento, pues son de tipo democrático y por la vía del consenso. Por esto, no ha de haber abstencionismo porque el voto de tod@s y de cada un@ es lo que garantizará la unión que se necesita luego de la votación a cumplir (que ha de suceder en paz y en un escenario muy respetuoso) para luego avanzar hacia la reconstrucción organizacional.
Con la llegada de ese día, cuando se define el destino inmediato de la organización, hay que ofrecer toda la colaboración (entiéndase: co-laboración; es decir: laborar conjuntamente). Aunque parezca mentira, hay que tenerlo presente y son muchos los roles que se pueden cumplir: desde ser clarín madrugador, por incuestionable fehaciente, por observador meticuloso de todos los movimientos, por portavoz de noticias y de agua u otra bebida refrescante, por acompañante, y por otras “responsabilidades” (directas e indirectas): son muchas las demostraciones de solidaridad y manifestaciones de voluntad y pasión, Ese día es diferente a todos: ¡será diferente, será emocionante; solamente por pensarlo se eriza la piel: tod@s l@s que están contestes a lo que conviene producir en la organización han de sentir que tienen su futuro en las manos!
Ahora bien, ¿cuál es la actitud que ha de imperar? La que está entonada en la letra del Himno del Alma Mater Carabobeña: ¡Como escudos: el pecho y el brazo; cual banderas: la mente y la voz!
Sí, como escudos: el pecho y el brazo, pues cuando una organización está en peligro, pudiendo dejar a todos en la calle, hay que meterle el pecho al asunto e imprimir toda la fortaleza que se tiene para abrazar (así: con el candor de las brasas) la misión con el calor que sólo emerge de lo vivo. Pero… también enarbolando por todos los aires lo que hay en la mente y que se proclama con la voz: las ideas que han de comunicarse para lograr la alineación estructurada de tod@s l@s que han de participar bajo la voz de mando de quienes se ubiquen en la posición de lideranza, pues… no hay salida: hay que proceder paso a paso, armónicamente -orquestadamente- y con la convicción correcta sembrada y enraizada en el alma, haciendo sin deetenimiento hasta lograr la visión concebida, impidiendo que el cumplimiento de esta misión pueda ser detenido por alguien, siempre a sabiendas de que ésta sólo se alcanza cuando la tarea se cumple… ¡hasta el final!
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