Cronica.Uno constató que, en zonas del oeste de la ciudad, la buhonería gana terreno en aceras, plazas y bulevares bajo dinámicas de control económico en las que las autoridades no intervienen. 

Caracas. Frente a la estación La Hoyada del metro, en pleno centro de la ciudad, una mujer con dos niños intenta abrirse paso entre una multitud aglomerada.

Primero trata de colarse a través de unas motos estacionadas en la acera, pero es inutil, el espacio es demasiado estrecho. Avanzan lento. Al llegar a la otra esquina, se topa con un puesto improvisado de comida rápida con mesas y sillas instaladas que ocupan la caminería. Impaciente, se orilla hacia la vía para dar unos pasos, pero, al esquivar un carro se oye un frenazo. Por poco los atropellan.

“Barbies y pijamas navideñas a partir de 5 dólares, ¡compre y aproveche!», grita un vendedor ambulante con megáfono en medio del caos y del desorden.

Transeúntes caminan a tropezones entre tarantines, puestos improvisados y vendedores informales que abarrotan las calles de Catia, Sabana Grande, el Centro y Petare, y acaparan los espacios públicos de palmo a palmo, a propósito de la temporada alta. 

Un recorrido hecho por Cronica.Uno constató que en zonas del oeste de la ciudad el auge de la venta informal gana terreno bajo dinámicas de control económico en las que las autoridades tienen poca o ninguna intervención. 

En el centro de Caracas, la alcaldía del municipio Libertador es quien autoriza la venta informal. Sin embargo, buhoneros consultados denunciaron que en diciembre muchos vendedores se apropian de las aceras sin cumplir con los permisos requeridos, lo que incentiva una competencia feroz entre comerciantes. 

Especialistas consultadas para este reportaje exhortaron a las alcaldías y concejos municipales a hacer valer las ordenanzas municipales e impulsar las negociación con el sector de la economía informal, mediante condiciones y acuerdos. Esto con el propósito de recuperar la movilidad en los espacios destinados al libre tránsito y el esparcimiento de la ciudadanía.

La ley de la calle

Jorge tiene casi 15 años vendiendo accesorios para hombre en el bulevar de Catia. Montó su tarantín en una de las calles más concurridas con apenas 20 años de edad y asegura que la buhonería ha sido el sustento de su familia.

Aunque se siente orgulloso de su trabajo explicó que en los últimos años la situación para los vendedores mermó. Esto lo atribuye a la pérdida del poder adquisitivo de la gente y la incursión de los llamados «colectivos» dentro de los espacios 

“Soy uno de los más viejos aquí y por eso me respetan, no me piden dinero. Es como una ley, y todo el mundo sabe que aquí están metidos los colectivos. A los nuevos les piden una tarifa diaria que va de los $ 2 en adelante, solo por el toldo. La cuota del aseo y el alumbrado se paga aparte, $ 1 cada sábado. El que paga es quien tiene derecho a su espacio ”, aseguró.

Para descongestionar los espacios públicos, durante años se anunciaron varios procesos de desocupación de comerciantes informales. En enero de 2008, el entonces alcalde Freddy Bernal desalojó a vendedores y mercaderes que ocupaban ilegalmente zonas céntricas de la ciudad, del bulevar de Sabana Grande y del Casco Histórico.

En su momento el plan resultó exitoso, no obstante, hoy día Sabana Grande y sus alrededores están atestados de vendedores.

Más recientemente, a principios de 2023, unos 3.500 buhoneros fueron desalojados y obligados a paralizar sus ventas en el bulevar de Catia. Aunque la alcaldía les propuso una reubicación, los vendedores aseguraron que los lugares que les ofrecían no daban abasto ni para albergar a 10 % de los comerciantes censados. Este desacuerdo generó protestas entre los vendedores. Un año después se observa mayor cantidad de buhoneros y trabajadores informales que han instalado puestos de barbería, comida callejera y hasta pedicura en las calles.

Zulma Bolívar, experta en planificación, desarrollo local y diseño urbano, indicó que la regulación de la economía informal debe contemplar la creación de un inventario que permita llevar control de la cantidad de comerciantes, su ubicación y horarios de actividad. Esto con el fin de evitar irregularidades como insalubridad, desorden y colapso en los sitios de libre tránsito. 

Bolívar puntualizó que recae en el gobierno local la responsabilidad de hacer cumplir las normativas que regulan el uso de los espacios públicos. Entre esas citó la Ordenanza de Convivencia Ciudadana, Civismo, Justicia y Paz Comunal publicada en Gaceta Oficial en mayo de 2023.

“Es necesario ayudar a los emprendedores al suministrarles servicios para que no molesten, guiándolos y ubicándolos en zonas previamente estudiadas donde no obstaculicen la circulación de los peatones”

, sugirió Bolívar.

El precio de ser buhonero

En La Hoyada, cerca de la esquina El Chorro, la situación es un poco diferente. Los comerciantes informales deben estar acreditados con el permiso de economía popular, emitido por la Dirección de Control Urbano del municipio Libertador.

Para gestionar este permiso, los interesados deben ingresar a la página web caracas.sigat.net, seleccionar la opción «soy contribuyente» e ingresar con sus datos de usuario y contraseña para hacer la solicitud del documento a la Alcaldía de Caracas (Libertador). Sin embargo, la obtención del permiso no es gratis.

María vende juguetes cada diciembre en el centro de Caracas. Aviones, carros de barbie, bebés que lloran y triciclos, con precios entre $ 3 y $ 50.

Este año ha sido uno de los más difíciles para ella. Cuenta que previo a nochebuena lograba hacer hasta 200 dólares al día, pero este 2024 no logra vender ni $ 30 en mercancía. Con la poca cantidad de dinero que percibe, a duras penas puede pagar los 25 dólares semanales que le cuesta el toldo. A la disminución de las ventas se suma la poca cantidad de días que le concedió la alcaldía cuando solicitó su permiso.

“Estar aquí no es gratis. Pagué 120 dólares por el trámite y me dieron solo 10 días para vender. El año anterior estuve desde noviembre hasta el 25 de diciembre. No creo que sea algo justo, entre el toldo y el permiso pagué 175 dólares. Mucha gente cree que uno se pone en la acera así sin más pero estar aquí tiene un precio”, enfatizó.

María Nuria de Cesaris, experta en planificación urbana, señaló que para hacer frente a la buhonería y fomentar el buen uso de los espacios públicos deben considerarse tres elementos clave. El primero son los intereses individuales y colectivos de los involucrados. El segundo es el reconocimiento de el derecho que tienen todos los ciudadanos a la ciudad. Y el tercero la negociación de las condiciones con todos los actores, auspiciada por las autoridades locales.

Cesaris explicó que una de las condiciones que define al espacio público es que pertenece a todos los ciudadanos por igual.

“No puede ni debe privatizarse, no puede excluir a nadie. Y en ese sentido debe hacerse un trabajo orientado a la gestión y diseño de estas áreas de libre tránsito para garantizar que sean inclusivas”, apuntó.

Informalidad en ascenso

Gloria es famosa en la cuadra más cercana a la esquina La Marrón, en pleno centro de Caracas. Sus batidos de frutas tropicales tienen la fama de ser los más refrescantes y sabrosos.

Desde hace 20 años se desempeña como trabajadora informal y está al día con todos sus permisos. Decidió emprender su negocio para rebuscarse, pero comenta que cada día le es más cuesta arriba mantenerse a flote, en especial durante la época navideña.

Yo estoy legal trabajando en la calle. Pero cada año vienen más cantidad de nuevos buhoneros a ponerse en la misma acera, a quitarte espacio con sus tarantines, sin siquiera tener permiso y a hacer competencia. Al final del día uno ve reflejado eso en las ventas cuando no se hacen ni $ 20 ”, lamentó.

Según el Fondo Monetario Internacional más de 2.000.000.000 de trabajadores en el mundo (60 % de la población empleada) participan en el sector informal. Principalmente en países en desarrollo.

En Venezuela para septiembre de 2024 de una fuerza laboral de 10 millones de personas unos 7 millones se dedican a la informalidad. Según la Asociación de Trabajadores Autónomos, Emprendedores y Microempresarios de Venezuela, el país lidera el ranking de toda América Latina. 

La actividad informal es una opción de rebusque para decenas de miles de trabajadores que se ganan la vida por cuenta propia. Y aunque cada día aumenta la competencia, la buhonería continúa en ascenso.

Un estudio sobre la economía venezolana elaborado por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB publicado en 2021, refiere que a partir de 2015 hubo un incremento de la informalidad asociado a la precarización de los empleos y como resultado del descontrol inflacionario.

La misma investigación arroja que en 2020 la tasa de empleo informal se posicionó en 84,5 %, lo que significa un aumento con respecto a 2015,  cuando el nivel de informalidad laboral, era de 48,5 %. Este acelerado crecimiento de la informalidad que hoy día copa las calles pone en relieve la necesidad de reconocer los derechos y deberes de los distintos actores que intervienen en la economía. 

Zulma Bolívar, señaló que debe existir un principio de corresponsabilidad entre las autoridades locales en el ejercicio del control, la planificación, la seguridad ciudadana y el saneamiento de los espacios públicos.

Puntualizó que es fundamental tomar en cuenta los derechos de los propietarios de parcelas privadas, residentes de urbanizaciones y transeúntes que ven vulnerado su derecho al libre tránsito y la sana convivencia.

“Son las alcaldías quienes pueden ejercer ese control diseñando los instrumentos necesarios para indicar el mejor uso de los espacios. Y si tienen ese poder deben ejercerlo”.

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