Diosdado Cabello
Foto: cortesía de Ministerio de Interior, Justicia y Paz

Diosdado Cabello denunció que EE. UU. busca incriminar a Venezuela mediante una operación de “bandera falsa” y criticó el despliegue militar estadounidense en el Caribe, calificándolo de desproporcionado y con fines políticos. Por su parte, Richard Grenell, enviado especial de Donald Trump, sostiene que todavía existe la posibilidad de avanzar en la vía del diálogo con Nicolás Maduro.

Caracas. En una rueda de prensa cargada de reproches y cifras, Diosdado Cabello, vicepresidente sectorial de Seguridad, denunció este miércoles, 17 de septiembre, que la Administración para el Control de Drogas) de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) intentó incriminar a Venezuela mediante una operación de “bandera falsa”.

Entre mapas, diapositivas y GPS, Cabello informó sobre la captura de cuatro hombres con 3692 kilos de cocaína. De esta forma el también ministro de Interior, Justicia y Paz defendió la actuación de los cuerpos de seguridad venezolanos.

Asimismo, cuestionó el despliegue militar estadounidense en el Caribe, que calificó de desproporcionado y con fines políticos.

Cabello presentó lo que expuso como evidencias de la operación: una lancha rápida tipo Go Fast, con cuatro motores de 300 HP, que fue interceptada tras más de 20 horas de vigilancia con motores apagados.

En el supuesto operativo se decomisaron 100 sacos de cocaína, 28 pipotes con 2.400 litros de combustible, GPS, radios y teléfonos satelitales.

“Así se hace una operación cuando se quiere demostrar un hecho, no bombardeamos sin saber”,

subrayó.

El funcionario dio a conocer los nombres de los detenidos: Joeluis José Rodríguez Ramos; Jesús Antonio Quilarque Carreño; Jhonny José Salazar Gutiérrez y Carlos Alberto Bravo Lemus. Este último con antecedentes de siete años en Puerto Rico por tráfico de drogas.

Tras difundir las identificaciones, Cabello aseguró que un detenido en Puerto Rico, conocido como alias “Cirilo”, fue el intermediario entre los narcotraficantes y la DEA.

Diosdado Cabello
Foto: cortesía de Ministerio de Interior, Justicia y Paz

Mar revuelto

Cabello detalló los cuatro detenidos portaban cédulas venezolanas “listas”, un detalle que, a su juicio, evidencia que se trataba de una operación preparada para incriminar al país.

El despliegue militar de EE. UU., alegó Cabello, busca fines políticos más que combatir drogas.

Al mismo tiempo que Venezuela presentaba estas pruebas, Estados Unidos (EE. UU.) mantiene una de sus operaciones militares más grandes en el Caribe desde la Guerra Fría, con destructores clase Arleigh Burke, un portaaviones anfibio, submarinos nucleares y cazas F-35 estacionados en Puerto Rico —territorio estratégico en la región—.

Cabello calificó esta acción como “desproporcionada e ilegal” y calculó que cuesta 10.000.000 de dólares diarios. Al respecto planteó que ese dinero podría “salvar miles de vidas” si se destinara a salud, por ejemplo, a la compra de kits de naloxona contra sobredosis de fentanilo.

El vicepresidente también denunció que pescadores venezolanos fueron retenidos ilegalmente por oficiales de la Marina estadounidense. El chavismo reveló que un marinero logró frustrar, al grabar la escena, un intento de “sembrar droga” en las embarcaciones durante la maniobra.

Extendió la alerta a pescadores de todo el Caribe, incluso de Trinidad y Tobago, y criticó que su primera ministra agradeciera a EE.UU. en vez de defender a su gente.

Tensión continental

Las denuncias de Cabello se producen en medio de un nuevo punto de inflexión en las relaciones de Caracas con Washington.

Tan solo dos días antes de las acusaciones del ministro, la mañana del 15 de septiembre, Nicolás Maduro anunció la ruptura de los canales de comunicación con Washington, que incluían contactos con el Departamento de Estado y con Richard Grenell, enviado especial de Donald Trump para misiones especiales.

“Hemos roto toda comunicación con ellos (EE. UU.), porque no dialogamos con quienes nos amenazan con barcos y marines”, declaró en una rueda de prensa transmitida por Venezolana de Televisión —el principal canal estatal venezolano—.

La decisión se produjo pocas horas antes de que el Pentágono informara de un segundo bombardeo contra una lancha venezolana supuestamente cargada con drogas, en el marco de la operación naval desplegada en el Caribe —una de las más grandes desde la Guerra Fría—.

Fuentes militares estadounidenses revelaron al diario The Wall Street Journal, la semana pasada, que la embarcación habría sido hundida tras abrir fuego contra helicópteros de patrulla, que dejó 11 muertos.

El chavismo denunció la acción como una “escalada bélica”. Previamente, a raíz del primer ataque contra una embarcación que supuestamente zarpó de Venezuela, el Gobierno reiteró que el despliegue naval de Washington es “la mayor amenaza al continente en 100 años”.

En paralelo, ordenó movilizar a 25.000 tropas regulares y reforzar las milicias civiles en las costas venezolanas, una fuerza de voluntarios armados creada para respaldar al ejército.

Ese mismo día, el Pentágono informó de la operación naval en el Caribe, parte de la estrategia de “máxima presión”. Según analistas del Atlantic Council e International Crisis Group, esta estrategia busca obtener concesiones en migración, energía y reformas democráticas.

EE. UU.
Foto: cortesía US Navy

Insistencia diplomática

Luego, la noche del martes, 16 de septiembre, en Paraguay, Grenell defendió en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) la vía diplomática con Maduro.

“He ido a ver a Nicolás Maduro. Me he sentado frente a él… Creo que todavía es posible lograr un acuerdo. Creo en la diplomacia y en evitar la guerra”, dijo Grenell, al subrayar que Washington todavía dispone de herramientas “pacíficas” para presionar, como sanciones o aislamiento.

La declaración se dio en medio de la cumbre de la derecha internacional fundada en EE. UU., que por primera vez se reunió en Paraguay con figuras como el presidente argentino Javier Milei y el actor mexicano Eduardo Verástegui.

“He expresado la postura de ‘América Primero’ —la doctrina de Trump que prioriza los intereses nacionales de EE. UU. en política exterior—. Entiendo lo que quiere (Maduro)”, recalcó Grenell en un panel en vivo que fue transmitido por el canal de YouTube de la CPAC.

El exdirector de inteligencia nacional de Trump recordó su visita a Caracas en enero de 2025. Entonces, negoció la repatriación de migrantes venezolanos —un tema clave para Washington debido al éxodo de más de 7.000.000 de venezolanos en la última década—, y aseguró que Washington aún dispone de herramientas “pacíficas” para presionar: sanciones, aislamiento o aranceles.

Al mismo tiempo, celebró la llegada de Marco Rubio al Departamento de Estado por “su mirada constante hacia América Latina”.

Grenell puntualizó que la línea de Trump contrasta con lo que calificó de “negligencia” de administraciones previas, a las que acusó de haber dejado crecer la influencia de China en la región —un actor que ha expandido su comercio e inversión en América Latina durante los últimos 20 años—.

Choque entre fuerza militar y diplomacia

La contradicción es evidente. Mientras Grenell insiste en que “todavía es posible un acuerdo”, la Casa Blanca sostiene una de las operaciones militares más grandes en el Caribe en décadas.

De acuerdo con fuentes estadounidenses a las que tuvo acceso la agencia de noticias Reuters, la flota incluye destructores clase Arleigh Burke —buques de guerra diseñados para combate antimisiles—, un portaaviones anfibio, submarinos nucleares y cazas F-35 estacionados en Puerto Rico —territorio estadounidense en el Caribe con importancia estratégica—.

Este miércoles, 17 de septiembre, la vicepresidenta Delcy Rodríguez denunció en una carta enviada a la Organización de Naciones Unidas (ONU) lo que califica de “bloqueo encubierto”.

Tras la intercepción del pesquero “Carmen Rosa” el 12 de septiembre, Rodríguez acusó a EE. UU. de “una grave violación a la soberanía nacional”.

El gobierno de Maduro también intenta proyectar músculo interno. Desde el inicio de la operación estadounidense distintos cuerpos de seguridad venezolanos han multiplicado la incautación de drogas de todo tipo. Los operativos han sido presentados como pruebas de que “Venezuela combate de verdad el narcotráfico”.

Cronología de la escalada reciente

  • 12 de septiembre: interceptado el pesquero Carmen Rosa en el Caribe.
  • 15 de septiembre: Maduro rompe comunicaciones con Washington.
  • 15 de septiembre (horas después): el Pentágono reporta bombardeo contra otra lancha venezolana.
  • 16 de septiembre: Grenell defiende la vía diplomática en la CPAC de Asunción.
  • 17 de septiembre: Cabello denuncia a la DEA y anuncia la captura de cuatro personas con 3.692 kilos de cocaína.

Guerra de versiones

Antes de finalizar la rueda de prensa, rodeado de funcionarios policiales y militares, Cabello insistió en que el país no tiene cultivos de coca ni marihuana, ni laboratorios clandestinos.

“Venezuela no produce drogas y no permitirá que su territorio se use como corredor”,

reiteró.

A propositó ratificó y que la meta del Gobierno es capturar el 100 % de cualquier cargamento que intente transitar por su territorio.

El contraste es evidente: Cabello defiende la eficacia de la lucha interna contra el narcotráfico y acusa a EE. UU. de montar operaciones políticas, mientras el despliegue militar estadounidense y la narrativa de actores externos señalan a Venezuela como epicentro de rutas ilegales.

La región vive así un pulso entre fuerza militar, acusaciones y diplomacia en un clima de máxima tensión.

El desenlace aún es incierto: mientras Caracas radicaliza el discurso y moviliza tropas, Grenell insiste en salvar los canales de comunicación. La próxima cita clave será en foros internacionales como la ONU —donde Venezuela, EE. UU. y aliados regionales medirán fuerzas en el terreno diplomático—.

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