La escasez de agua en Colinas de Parque Caiza lleva más de una década, y las fallas eléctricas se han vuelto una constante. Vecinos denuncian que los cortes de luz superan las tres horas y el agua falta por semanas, lo que los obliga a racionar lo poco que llega, en contraste con los anuncios oficiales de supuestas mejoras en la zona.
Caracas. Para los residentes de Colinas de Parque Caiza, parroquia Caucagüita, la escasez de agua y electricidad no es una emergencia pasajera, sino una rutina que se prolonga desde hace más de una década.
Entre cronogramas que pocas veces se cumplen, tanques que no alcanzan y cisternas cada vez más costosas, la vida de los vecinos se organiza alrededor de servicios públicos intermitentes. Lo que debería ser un derecho garantizado, como lo establece la Constitución, se ha convertido en una lucha diaria por improvisar soluciones frente a la ineficiencia oficial.
Fernanda*, habitante de la comunidad ubicada en el sureste de Caracas, contó a Crónica Uno que en su casa no llega el agua desde hace más de tres semanas. “Es una vaina un poco ilógica, porque uno se pregunta cómo es que no tenemos agua si ha estado lloviendo”, cuestionó.

Vidas limitadas
Para ella, la escasez es un desgaste constante, más que una simple incomodidad. Limita actividades básicas del hogar como bañarse, cocinar, limpiar y realizar oficios, pues el tanque que tienen resulta insuficiente.
“Hay una gastadera de cisterna. Nosotros pagamos por nuestro tanque que agarra 300 litros cinco dólares. Pero los demás pagan 10 dólares. Esto es un costo que no estaba en el presupuesto familiar”,
detalló.
Fernanda relató que en su hogar conviven tres adultos y un niño, por lo que dependen por completo de un suministro que llega solo algunas horas al día, bajo un cronograma establecido por la Hidrológica de la Región Capital, C. A. (Hidrocapital) hace una década a raíz de la sequía en el país.
La ley y los tratados internacionales proclaman que el acceso al agua es un derecho humano, indispensable para la vida y la dignidad. No obstante, para residentes de Parque Caiza el tener agua se siente como un privilegio que se reparte en cuentagotas, bajo la espera constante de que el chorro del tanque no se quede seco.
De acuerdo con los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), al menos 65 % de los ciudadanos reporta fallas en el servicio de agua en la actualidad.
El racionamiento diario
Fernanda explicó que su rutina se ha convertido en un juego de estrategias. Hace poco, el agua faltó por más de tres semanas en las residencias y nunca recibieron información sobre el motivo.
La vida en el sector es de carencia, pues el servicio llega de forma irregular. “Entra una semana, a veces toda la semana completa, a veces solamente durante cuatro días”. Debido a lo recurrente de la falla, en su casa se ven obligados a racionar el uso del inodoro y limitar la limpieza.
“La ponen desde las 8:30 p. m. a 10:00 p. m. En esa hora solo nos da para llenar el tanque y realizar las cosas de la casa. Pero cuando duran muchos días sin poner el agua, no nos alcanza, porque el tanque es pequeño y somos cuatro. Nos vemos obligados a racionar las bajas de poceta y las fregadas”, añadió.
Ese par de horas nocturnas marcan el pulso del sector. Mientras unos corren a llenar recipientes, otros esperan junto al tanque con la esperanza de que alcance para la noche siguiente. La vida doméstica gira en torno a un cronograma incierto que se cumple a medias y que obliga a improvisar cada día.
La crónica escasez de agua en Colinas de Parque Caiza desmiente el discurso gubernamental de Hidrocapital y Ministerio para la Atención de las Aguas (Minaguas). Frente a los anuncios de mejoras en el suministro para la región, en los que se incluye a Miranda y la Gran Caracas, los vecinos dependen de cisternas y soportan un servicio intermitente, unas promesas que aún no llegan a sus grifos.

Cansancio colectivo
En mayo de 2025, Hidrocapital informó sobre el Plan de Mantenimiento al Sistema Tuy I y II, con la promesa de optimizar la operatividad de las estaciones de bombeo.
El anuncio vino acompañado de videos y comunicados que celebraban la culminación de trabajos para aumentar el caudal en algunas zonas de la ciudad. Sin embargo, en la práctica, las mejoras no han alcanzado a sectores como Parque Caiza.
Dos meses después, en julio, anunciaron la rehabilitación de la Estación de Bombeo Macaracuay, un proyecto que, según el ministerio, fortalecería el servicio en el municipio Sucre. Estos comunicados proyectan un panorama de avance y modernización, un mundo paralelo a la realidad de ciudadanos que, como Fernanda, no perciben los beneficios de esas obras.
La falta de un suministro confiable de agua interfiere en el desarrollo humano. Un estudio del Observatorio de Gasto Público de Cedice Libertad revela que 62 % de los encuestados manifiesta cansancio frente a la inestabilidad del servicio en sus comunidades.
“La sequía no permite la planeación de actividades hogareñas que necesitan agua; además los ciudadanos deben invertir mucho tiempo en procesos de acumulación del líquido en tanques y recipientes”,
alertó el estudio.

La luz, otro calvario
En Colinas de Parque Caiza no solo se sufre por la escasez de agua, también por la inestabilidad eléctrica, un problema que Dayana*, otra vecina, describe con resignación.
“Aquí prácticamente sopla una brisa, se mueve un cable, se va la luz. La situación es tan inestable que en una sola jornada el servicio puede interrumpirse varias veces al día”, denunció.
Para ella la causa es evidente en cada calle: una maraña de cables que rozan con los árboles de la zona, muchos de los cuales requieren poda urgente. El más mínimo movimiento, el viento más suave, basta para dejar a los vecinos a oscuras durante horas.

Aunque Dayana reconoció que trabajadores de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) a veces acuden con rapidez a resolver las fallas, la inestabilidad del servicio eléctrico es agotadora.
“No hay como que días fijos que lo quiten, no hay una cantidad de horas fija. Por ejemplo, la semana pasada, el servicio se interrumpió al menos tres veces. En algunas oportunidades se va de repente por tres horas o una hora”,
dijo.
La precariedad de los servicios públicos en Parque Caiza refleja la crisis que arrastra Venezuela desde hace una década. Cifras de Cedice Libertad confirman que los servicios de electricidad, agua, gas y telecomunicaciones siguen deteriorándose en todo el país.
El 76 % de los venezolanos reporta un aumento en la frecuencia de los apagones o fallas en su sector, y en algunos lugares los cortes superan las seis horas.
Recoger agua de lluvia
La escasez no es exclusiva de Parque Caiza. A pocos kilómetros, en Caucagüita, ocurre lo mismo. Magaly*, empleada del hogar, enfrentó tres semanas sin suministro hace poco menos de un mes, una experiencia que calificó como “eterna”.
A diferencia de quienes pueden pagar cisternas, Magaly recurre a un método más precario: recoger agua de lluvia en cualquier recipiente disponible, porque no cuenta con los recursos que exige una cisterna para llenar su tanque.
Vive con su hijo en edad escolar y su perrita. Para ellos, el agua no es solo para beber o asearse, también es vital para las tareas escolares y la limpieza del hogar. Es un esfuerzo diario que contradice a la narrativa oficial que promete mejoras en el servicio.
La falta de agua potable obliga a buscar alternativas riesgosas. El caso de Magaly, que recolecta agua de lluvia, es ejemplo de ello.
Heces de aves, esporas de hongos, polen y pesticidas son algunos contaminantes que pueden hallarse en el agua sin tratamiento adecuado, como ha documentado la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Además, almacenarla en tanques o recipientes abiertos favorece la proliferación de mosquitos, lo que eleva el riesgo de enfermedades como dengue y chikungunya.
En Colinas de Parque Caiza y Caucagüita, la vida transcurre pendiente de la hora en que abran las llaves. Los vecinos no cuentan los días por el calendario, sino por las veces que pudieron llenar un tobo o prender una vela en medio de un apagón.
Mientras las autoridades hablan de mejoras y obras culminadas, en estas comunidades la verdadera noticia se mide en litros: los que alcanzan para cocinar, bañarse o simplemente resistir hasta la próxima gotera.
(*) La información de esta nota incluye aportes de fuentes que solicitaron anonimato por motivos de seguridad. Crónica Uno garantiza la protección de su identidad.
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